Los pueblos han pasado de ser esos grandes desconocidos a tener más tirón que nunca. La pandemia hizo que se mirara a ellos como lugar ideal para evadirse, para no tener que estar encerrados en los pisos de las grandes ciudades, y desde que se pudo salir el turismo en España ha tenido un alto repunte, el turista nacional ha regresado a las escapadas de interior para pasar sus vacaciones. También ha subido la tendencia, que se consolida año tras año de darle al turismo rural un valor tan elevado como al turismo urbano, de costa o de montaña. Gracias a ello podemos descubrir auténticas maravillas, porque hay una enorme cantidad de pueblos con un encanto irresistible, hospitalarios, hermosos y donde se descansa y se come de maravilla. De ahí la disputa entre los turistas para elegir cuál es el mejor del país para hacer turismo rural.
Premio a los pueblos más bonitos

Para tener una buena base sobre los pueblos más bonitos de España se han creado premios como el anual Capital del Turismo Rural, que convoca EscapadaRural, que elevó en 2021 a Olvera, en la provincia de Cádiz, a la más alta categoría. Desde lejos ya se atisban las siluetas de la iglesia parroquial Nuestra Señora de la Encarnación y del Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, dos de los emblemas del pueblo junto con el castillo medieval, fechado en el siglo XI y todavía bien conservado, que se eleva sobre un macizo de roca. A los pies de la iglesia y del castillo, su magia continúa con sus casas blancas encaladas, típicamente andaluzas, y las excursiones por la Vía Verde de la Sierra, que son de las más recomendables de Andalucía.
Potes no falta entre los pueblos más bonitos

Ese ranking de los pueblos más bonitos coronó a Potes como Capital del Turismo Rural 2020. Su historia se remonta a los tiempos de la Reconquista, cuando en su valle se produjeron algunas de las batallas históricas que comenzaron a construir la historia medieval de las coronas de Castilla y León. Pasear por sus calles es como viajar en el tiempo, con sus puentes de piedra y sus torres bien conservadas que jalonan unas calles estrechas y serpenteantes encantadoras. Siendo, además, una zona ganadera, sus carnes son famosas: de jabalí, de corzo… Cualquier banquete se puede bajar luego por sus estupendas rutas senderistas para hacer ejercicio y admirar la naturaleza verde que rodea la villa.
Santillana del Mar

Dentro de los pueblos cántabros más admirados está Santillana del Mar, una localidad con un pasado medieval riquísimo. Toda su belleza le valió ser Capital del Turismo Rural en 2019. Sus grandes joyas son la playa y las construcciones románicas, que se cuentan entre las más antiguas y mejor conservadas de España, como la Colegiata de Santa Juliana. Aunque si hablamos de antigüedad, la gran atracción del pueblo, completamente imbatible, son las cuevas prehistóricas de Altamira, que se pueden visitar en una réplica adaptada para la circulación de personas. Y cuando toque descansar, hay naturaleza virgen y una gastronomía –de la anchoa al sobao pasiego– sin comparación en el mundo.
Aínsa-Sobrarbe

Hablando de pueblos bonitos no podía faltar Aínsa-Sobrarbe, que no es un solo pueblo sino un cúmulo de pequeñas villas en la zona del Alto Aragón, en la región pre-pirenaica de Huesca, y que ofrecen una vista magnífica si la admiramos a lo lejos: con las montañas al fondo, y los altos campanarios de piedra románica perfilados en el horizonte. Visitarlo es como un viaje en el tiempo a uno de los pueblos mejor conservados del patrimonio histórico. Los ríos Cinca y Ara pasan cerca, el parque nacional de Ordesa está a poca distancia, y es un lugar ideal para estar en contacto con la naturaleza en verano y con la nieve en invierno. El gran atractivo son los monumentos, como las puertas antiguas de piedra, lo que queda de las murallas y las calles de la villa medieval, pero si se busca naturaleza se convierte en un paraíso para ir en bicicleta o practicar senderismo. No es de extrañar que se elevara como Capital del Turismo Rural en 2018.
Sigüenza

Y entre los cinco pueblos que han conseguido ese reconocimiento como Capital del Turismo Rural tampoco podía faltar Sigüenza (Guadalajara), que lo obtuvo en 2017. Ha estado habitada desde los tiempos del neolítico, e históricamente ha sido una zona de frontera, una localidad situada entre ríos, y que le ha aportado influencias culturales diversas –por aquí han pasado íberos, romanos, visigodos y árabes–, materializada en un arquitectura antigua y una gran gastronomía. La joya del pueblo es su catedral, una muestra del periodo cisterciense, o primer gótico, que empezó a construirse en el siglo XII. También pueden visitarse ruinas anteriores a la época medieval, casas platerescas, arquitectura barroca y los parajes naturales riquísimos que la rodean. Y para disfrutar comiendo no puede faltar el asado de cordero típico de la zona.