Productos como los mejillones o el jamón no sólo son espectaculares en solitario, sino también cuando se combinan. Eso es lo que vamos a intentar demostrar con esta receta, para demostrar que con la misma se puede sorprender a cualquier comensal. Eso sí, si queremos que salga todo perfecto, es importante elegir unos buenos mejillones, a ser posible de gran tamaño, ya que de antemano se puede decir que no quedará bien en esta receta si utilizamos unos enlatados o congelados. En cuanto al jamón ya no es tan trascendental que sea o no ibérico, porque si n lo tenemos o no podemos permitírnoslo por su precio, también se podrá hacer este entrante con uno que sea simplemente serrano.
Historia de los mejillones

Sabido es que los mejillones suelen conseguirse en la orilla de las playas y en medio de las rocas, pero quizás pocos sepan que se suele establecer que su consumo como alimento se hizo masivo durante los tiempos del imperio romano. Esto es así, no solo porque ellos asumieron esta carne marina como parte de su gastronomía, sino porque también lo cultivaron. En España sería don Francisco Martínez Motiño quien habría popularizado su preparación en la cocina del rey Felipe III, y a partir de ahí se convirtieron en un elemento alimenticio importante en algunos territorios españoles.
Los mejillones y sus ventajas

Los mejillones con jamón son además un plato de alta calidad desde un punto de vista nutricional, gracias a que no se implementa ningún carbohidrato y tanto el jamón como el mejillón aportan proteínas de alta calidad. Por supuesto, el consumo de carne marina aporta muchas sustancias positivas, como OMEGA 3, vitamina B y múltiples minerales. Esta receta puede ser entendido como una entrada o un plato ligero, aunque principalmente el objetivo de este plato consiste en degustar la carne del mejillón con sus acompañantes. Para ello, se utiliza el jamón ibérico que por sí solo entrega un gran sabor. De igual forma, se prepara una salsa sencilla con cebolla, lo que define una mezcla de consistencias entre lo sólido y lo líquido.
Ingredientes

Esta receta de mejillones con jamón contará por tanto con un acabado que corresponde a las características propias de la cocina de mar. Y a la sencillez de la misma se une que tampoco se necesitan muchos ingredientes para llevarla a cabo. Así, bastaría con 500 gramos de mejillones, 150 gramos de jamón ibérico, dos cebollas, 100 mililitros de vino blanco, una ramita de perejil y aceite de oliva.
Forma de prepararlo

Para preparar estos mejillones con jamón lo primero es cortar el jamón ibérico (o el serrano en su defecto) en tiras lo más finas posible. Una vez hecho se pelan y pican las cebollas en la modalidad de juliana delgada y se lava y cortar el perejil en trozos de tamaño intermedio. Una vez tenemos estas elaboraciones previas, se calienta un poco de aceite de oliva en una sartén y se rehogan las cebollas cortadas durante cinco minutos. A partir de ahí se incorpora el vino blanco y se coloca la llama en intensidad intermedia, esperando a que el líquido se reduzca un poco. Finalmente se limpian los mejillones con agua y se retiran sus barbas, cocinándolos al vapor en una olla con un poco de agua durante unos 5 minutos. Ya sólo quedaría escurrirlos, servirlos con la salsa de cebolla y las virutas de jamón y, como toque final, adornar el plato con perejil. Para darle un toque de sabor diferente a los mejillones estos pueden ser cocinados con laurel y ralladura de naranja y, de igual forma, se puede incorporar un diente de ajo durante la cocción.
Más recetas con mejillones

Los mejillones se pueden degustar de mil y una maneras, y en todas ellas su sabor característico no pierde un ápice de gusto. Así, mientras unos los prefieren tal cual, frescos y chupándolos de su cáscara, otros optan por comerlos al vapor, unos terceros con tomate y, los que quieren tomarlos como plato caliente, optan por los tigre, una tapa de origen gallego que ya está extendida por todo el país debido a su increíble sabor. Esta especialidad consiste en preparar una masa con los mejillones, usarla para rellenar las conchas, rebozarlas y freírlas. Son un excelente aperitivo que podemos preparar con antelación y dejarlo listo en la nevera para que al momento de comerlo solo tengamos que freírlo. Además, también se pueden congelar, de manera que podemos hacer grandes cantidades para congelar una parte y tenerla disponible para cualquier ocasión. Y un añadido, tampoco son excesivamente caros como para que nadie se quede sin comerlos.