Es decir la palabra tortilla y a cualquiera venírsele a la mente una de patatas, muy o poco cuajada, y con cebolla o sin ella, según los gustos. Es sin duda el plato español más típico y al que casi nadie hace ascos. Sin embargo, no siempre tiene que ser con ese tubérculo la mezcla para que el plato resulte igual de bueno. La mejor muestra de ello es esta receta de tortilla de alcachofas que vamos a mostrar a continuación para todos aquellos que quieran innovar en platos tan tradicionales que nadie habitualmente quiere modificar por temor a lo que pueda surgir de ahí.
Diferentes tipos de tortilla

Para ver que se puede innovar hasta con una tortilla qué mejor que ver las variantes principales de la misma que hay en todo el mundo. Sin lugar a dudas la que más rivaliza en nuestro país con la de patatas es la francesa un plato elaborado con huevo batido y cocinado con mantequilla o aceite en una sartén. Se dice que fue inventada durante el asedio francés de 1810, tiempo en el que solamente se consumían huevos. También a destacar las sobaqueras, típicas del norte de México y originarias del estado de Sonora. Su principal característica es que además de estar hechas de harina de trigo y agua, son muy grandes. Otras son las taqueras, de tamaño similar al de la palma de una mano, que pueden estar hechas de maíz o incluso de harina; y las otomíes, hechas con maíz y típicas de Guanajuato (México).
Ingredientes de la tortilla de alcachofas

Pocas recetas como esta de tortilla de alcachofas nos pueden llevar menos tiempo en la cocina. Para hacerla nos bastaría con gastar 20 minutos en la cocción y otros 10 minutos en la elaboración. Además, sus ingredientes son también muy pocos y muy sencillos de conseguir, por lo que tampoco vamos a emplear mucho minutaje en su búsqueda. Para hacerla bastaría con 5 huevos, 5 alcachofas frescas, un diente de ajo, aceite de oliva y un poco de sal.
Cortar las alcachofas

Como su nombre indica, una tortilla de alcachofas lleva estas últimas, por lo que lo primero que hay que hacer es cortar y limpiarlas bien, dejando sólo los corazones. Éstos los separamos y los cortamos en finas láminas. Se trata de cortar el tallo de la flor (porque las alcachofas son flores) dejando aproximadamente unos dos o tres centímetros, y de quitar las hojas duras, hasta llegar al corazón tierno del producto. Lo suyo es pelar el resto del tallo que dejemos, dándole forma de punta. Las puntas de sus hojas, incluso las de las más tiernas, están tan duras como las del exterior, lo cual nos obliga a cortar «por lo sano» para no tener que sacrificar el corazón con una cocción excesiva que nos permitiera ingerir también las puntas.
Primeros pasos de la receta

Una vez limpias las alcachofas, para hacer nuestra tortilla tendremos que echar sus corazones en una sartén amplia con un buen chorro de aceite de oliva, y dejarlos hacer a fuego lento removiendo de vez en cuando hasta que cojan color. En ese momento, se echa el diente de ajo rallado, se le da unas vueltas y se retira del fuego. A continuación, en un recipiente se baten los huevos con sal y se echan las alcachofas salteadas (teniendo la precaución de reservar algunas para luego decorar el plato). Con el aceite que quedaba en la sartén debe ser suficiente para hacer la tortilla, así que se vierte la mezcla cuando esté bien caliente y se deja hacer unos dos o tres minutos por cada lado.
Cómo acabarla

Para acabar nuestra tortilla de alcachofas, a la hora de darle la vuelta hay que recordar separar los bordes de la tortilla de la sartén, para que salga más fácil. Para ello lo mejor es ayudarse con una espátula de madera. Se saca de la sartén cuando esté cuajada por las dos caras y lo mejor es servirla en la mesa acompañada de los trozos de alcachofa fritas que tenemos reservadas y si quieres, de un poquito de lactonesa o alioli sin huevo. Nos habrá salido una receta muy saludable teniendo en cuenta que la alcachofa es utilizada para tratar problemas gastrointestinales como exceso de gases, náuseas y vómitos, enfermedades como la anemia, aterosclerosis, diabetes, enfermedades del corazón, hipercolesterolemia, fiebre, gota, hemorroides, reumatismo, problemas renales, urticaria y hasta hemorroides. Vamos, son buenas para casi todo.