Don Felipe y doña Letizia lo tuvieron difícil para casarse. Él estaba completamente enamorado y no dudó en echarle un pulso a don Juan Carlos. Estaba dispuesto a renunciar a la Corona. De eso hace ya quince años. Hoy, la entonces periodista es Reina y su fuerte carácter ha provocado que su matrimonio haya atravesado fuertes crisis. También ha marcado un distanciamiento sin retorno con su familia política.
Corona y amor no van de la mano

Don Felipe y Eva Sannum vivieron una relación que nunca llegó a oficializarse. La presión social y también la familiar, hizo que el heredero no pudiera anunciar su compromiso con la noruega. Intentó vencer la oposición de sus padres pero no lo consiguió. A don Juan Carlos le sorprendió la tenacidad de su hijo para derribar barreras. Él, un hombre peculiar en cuanto a afectos, no entendía como al príncipe no le entraba en la cabeza que Corona y amor no van unidos.
En cuanto a doña Sofía, Eva tampoco le parecía una mujer adecuada para su hijo. No veía bien que la futura Reina hubiera sido captada en top-less y que se hubiera desempeñado como modelo de lencería. En Noruega es normal que muchas chicas y chicos hagan trabajos esporádicos para pagarse la universidad. Es lo que ocurrió con Sannum, que se enroló de forma ocasional como modelo.
Sueños rotos

En alguna reunión que en sus días junto a Eva Sannum mantuvo don Felipe con funcionarios de alto rango, expresó que su forma de entender el amor no era la de su padre. El Rey ha sufrido un padre ausente que ha causado mucho dolor a su madre. Al final, al heredero no le quedó más remedio que tirar la toalla. Habló con la noruega y le explicó la situación. Ella entendió y se separaron en buenas formas. Eso sí, con el corazón roto.
Don Felipe quiso darle a Eva la categoría de novia que no pudo otorgarle durante la relación por culpa de injerencias externas. Reunió a algunos periodistas y les comunicó la noticia. La despidió destacando sus altísimas virtudes personales. Para entonces, Sannum ya estaba en Noruega intentando pasar desapercibida. Si de algo quedó harta fue de los fotógrafos que siguieron sus pasos durante y después de su relación con el príncipe. También sufrió mucho con esa biografía que escribieron de ella algunos medios y que, para nada, se correspondía con la realidad.
El corazón antes que la obligación

Tras la ruptura con Eva, el príncipe estaba destrozado, así lo manifestó a una persona que se sorprendió ante la confidencia. Don Felipe expresó que había tenido que renunciar al amor por la obligación. Y dejó caer que eso jamás volvería a ocurrir. El dolor del heredero no desapareció del todo hasta que coincidió con Letizia Ortiz en una cena organizada en casa de un periodista. Fue verla, y ya no querer separarse de ella.
A don Felipe le fascinó la periodista. Le encantó su forma de tratarle, como uno más, algo que él agradeció pues jamás se ha considerado superior al resto por sus orígenes. Intercambiaron los teléfonos y ya jamás volvieron a separarse. Empezó entonces lo que se conoció como Operación Silenzio, diseñada para que no trascendiera nada de la relación. El príncipe conocía la historia vital de su chica y sabía que no podía dar un paso en falso. Temió que su elección no sería del agrado de sus padres ni de la sociedad.
El pulso de don Felipe

Cuando don Felipe comunicó a sus padres que quería casarse con Letizia, Zarzuela estalló. Se trataba de una mujer divorciada, que provenía de un entorno humilde ligado a la izquierda política y que era católica pero no practicante. La periodista había vivido a su manera y tenía una gran virtud, su capacidad para aprender. Don Juan Carlos le dijo a su hijo que tenía que renunciar a Letizia y él se plantó. Dejó muy claro que no volvería a repetir el error que cometió con Eva y también que estaba dispuesto a renunciar a sus derechos dinásticos. Tras la tensa reunión, el príncipe voló a Nueva York , donde la periodista cumplía con sus compromisos profesionales. Allí cenaron con Woody Allen y disfrutaron de unos días que discurrieron entre la tensión y la pasión.
Don Juan Carlos montó en cólera cuando el 12 de octubre de 2003 su hijo no asistió al desfile militar. Fue ahí cuando entendió que no le quedaba más remedio que dar su brazo a torcer y aceptar a Letizia. Doña Sofía se vio en la misma tesitura. No es mentira lo que se ha explicado sobre la mala relación entre la Reina y su suegro. No se soportan, y calificar la entente entre ambos como difícil es ser muy generoso. El padre de don Felipe no apostaba ni un duro por su nuera. De hecho, en los días en que se planteaba su abdicación, preguntó si Letizia estaba preparada para reinar.
Demasiado perfecta

No puede ponerse un pero a la forma en que la Reina Letizia ejerce el cargo. Se ha preparado para ello a conciencia. Tenía muy claro que no iba a dar la razón a sus detractores. Sin embargo, su perfeccionismo gana por goleada a su empatía. Alguien que la conoce, definió así su carácter: “Fuerte, duro, nervioso, controlador y en ocasiones desabrido”. Lo contrario a doña Sofía, que sí ha conseguido conectar con la gente porque se la percibe dulce y cercana.
Las operaciones de estética a las que se ha sometido la Reina no han contribuido a mejorar la imagen que se tiene de ella. Al contrario, en su afán por suavizar y mejorar algunos de sus rasgos, vuelve a asomar el perfeccionismo y eso agranda la brecha con quienes no la tragan. Por otro lado, su afición a la belleza ha hecho que se la compare con otras reinas conocidas por su afición al lujo, como Rania de Jordania. No parece esta la mejor manera de que doña Letizia consiga su objetivo, que se hable de ella por su trabajo y no por su apariencia.
Crisis matrimoniales

Mucho se ha hablado sobre las crisis matrimoniales de don Felipe y doña Letizia. En una de ellas, cuentan que don Juan Carlos aconsejó a su hijo que se divorciara. La pareja ha vivido momentos de tensión por su forma diferente de entender el servicio a la Corona. Mientras que el Rey sabe que es un trabajo a tiempo completo, la Reina se decanta por el ejercicio del cargo a tiempo parcial. Es aquí donde llega el choque de trenes.
No es exagerado decir que doña Letizia entiende el oficio de Reina como el de una funcionaria de alto rango. De ahí que haya colisionado con su marido y otros miembros de la familia real, como las infantas Elena y Cristina, que deploran sus ganas de sobresalir y opinan que debería mirarse en el espejo de doña Sofía. Sin embargo, lo último ya no es posible. Suegra y nuera están más distanciadas que nunca, como quedó patente con el incidente ocurrido en la misa de Pascua en Palma de Mallorca.
Los besos, cuestión de Estado

La Reina llevaba tiempo con un perfil bajo en cuanto críticas cuando se produjo el desencuentro con doña Sofía. Eso hizo que una gran parte de la sociedad se pusiera en su contra. La gente opinó libremente y se decantó por la Reina Emérita. Por su padre, doña Letizia, a través de una amiga periodista, expresó su sentimiento. Estaba desolada por la reacción que se había producido por algo que obedecía a su celo extremo en cuanto a las fotografías que se sacan de sus hijas.
Durante el rifirrafe llamó poderosamente la atención el feo que la infanta Leonor le hacía a su abuela, retirándole el brazo con muy malos modos. En las imágenes también se puede observar como la Reina limpia la frente de su hija tras haber recibido un beso de su abuela. Y es que los besos no son bien recibidos en esta familia. Tras la abdicación, doña Letizia se acercó a don Juan Carlos para besarle y él retiró la cara. Un gesto que no pasó desapercibido y que ha quedado como muestra inequívoca de que lo suyo es irreconciliable.
¿Qué pasaría si se divorciasen?

En caso de divorcio, la vida de doña Letizia daría un giro importante. El tema económico lo tiene resuelto de por vida ya que está previsto que reciba una más que generosa asignación. En cuestión de vivienda, ningún problema. Tendría dos a su disposición, acondicionadas a su gusto y con el servicio necesario para atenderla. Sin embargo, en cuanto a la custodia de sus hijas, renunció en el mismo momento en que firmó las capitulaciones matrimoniales.
Según relató el primo de doña Letizia en su libro Adiós, Princesa, cuando la hoy Reina le llamó para tratar el asunto de las capitulaciones, le aconsejó que no las firmara: “Esto no son capitulaciones matrimoniales, Letizia. Este documento no es ni tan siquiera legal, al menos en algunos aspectos”. David Rocasolano hizo hincapié en la cuestión de la custodia de los futuros hijos de la pareja: “En un contrato privado, ni en uno público, se puede pactar la custodia de un menor sin pasar por un juzgado”.
La custodia de las hijas de Letizia y Felipe

En las familias reales, el asunto de las capitulaciones es algo innegociable, así se lo hizo saber don Felipe a doña Letizia: “Hay que firmarlas tal como están redactadas. No se puede cambiar ni una coma”. Visto lo visto, si el divorcio sucediera, podría empezar un Kramer versus Kramer. De todos es sabido la dedicación de la Reina a sus hijas. No puede pasar sin ellas. En este punto, no cede. Leonor y Sofía son cosa suya y de ahí que se ocupe y preocupe en estar el mayor tiempo posible con ellas.
La Reina es de aquellas madres que va al colegio a hablar con los profesores y se sienta con las infantas para hacer los deberes. De hecho, tanta dedicación ha llevado a algunos maledicentes a criticarla sin fundamento alguno. Ella lo tiene claro, madre antes que Reina. Por tanto, las las niñas son lo primero en su vida.
¿Cómo será al vida de Letizia?

La de doña Letizia no será ni mucho menos la vida de una alegre divorciada. Como madre de la heredera, debe ser ejemplar y parecerlo. Por tanto, si volviera a enamorarse, tendría complicado casarse. La suya sería una existencia de perfil bajo y solo aparecía en la foto oficial en caso de celebraciones relacionadas con sus hijas: bodas, bautizos, comuniones, graduaciones…
Al deja de pertenecer a la Familia Real, Letizia no tendría obligaciones de representación. En caso de que don Felipe necesitara acompañante para algún acto, esa misión recaería en su hermana Elena o bien en su madre. Aunque, visto lo visto, el Rey se desempeña muy bien solo. Desde muy joven, ha acudido a tomas de presidencia y otros actos de gran envergadura social para los que estaba aconsejado acudir acompañado y se ha desenvuelto muy bien en solitario.
Agenda pública de Don Felipe y Doña Letizia

Nada más matrimoniar con don Felipe, doña Letizia intentó tener agenda propia. Sin embargo, eso se desaconsejó en Zarzuela porque podría no ser entendido y tampoco bien recibido. La entonces Princesa de Asturias comprendió las explicaciones que le dieron, y como lo que realmente quería era trabajar por España, se puso al servicio de la Corona.
A excepción de algunos actos, los Reyes siempre van juntos. Esto ha hecho que doña Letizia esté comprometida con muchas causas sociales pero con ninguna en particular. Quizás, en caso de divorcio, podría involucrarse en proyectos humanitarios que fueran de su agrado. Eso sí, siempre con el visto bueno de la Casa Real.