Una declaración de amor en público o a través de las redes sociales es el truco más usado por las celebrities para decir sin decir nada que los rumores sobre la mala sintonía de la pareja o sobre una presunta ruptura no son más eso, especulaciones. Eso es lo que han hecho Alberto de Mónaco y su esposa Charlene, que después de meses de distanciamiento se han vuelto a encontrar con un beso, pero, ¿es oro todo lo que reluce?.
Un año separados

>Lo que es incuestionable es que el príncipe soberano de Mónaco y su esposa han estado un año viviendo en países diferentes. Una situación que ha tenido alerta a la prensa de corazón durante muchos meses. No era normal.
Por eso mismo, al hijo de Grace Kelly no le quedó más remedio que pronunciarse, aunque sus declaraciones distaban mucho de dar a entender que el matrimonio tenía problemas. Para nada, de hecho, se anunció que Charlene estuvo en Sudáfrica por una infección otorrinolaringológica por la que, incluso, tuvo que ser operada en tres ocasiones. Lo hizo en el Journal de Dimanche donde además señaló que su mujer, «había sufrido mucho y había vivido momentos difíciles lejos de su familia».
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Lo niega rotundamente

>Las especulaciones entorno a su distanciamiento comenzaron cuando la princesa se desplazó a su Sudáfrica natal para colaborar con una campaña contra la caza de rinocerontes, que, además, coincidía con el cumpleaños de Aiva Grace, la hija del hermano de Charlene. Esto fue en junio, pues bien, la exnadadora volvió a ver a su familia en agosto y por último en octubre, cuando pasó unos días en Mónaco.
Pocas semanas después conocíamos que Charlene había ingresado por voluntad propia para recuperarse de un agotamiento físico y emocional profundo, a doce mil kilómetros de su marido y sus hijos, los mellizos Gabriela y Jaime de siete años. Una distancia que, según su esposo, no tiene que ver con que estuvieran a punto de divorciarse.
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Los comentarios les hicieron daño

>No es muy frecuente que un miembro de una familia real europea, y mucho menos un soberano, comparta públicamente cómo se siente y cómo afecta a su núcleo más cercano las informaciones sobre su vida personal. Por eso mismo, nos sorprendimos bastante cuando vimos como Alberto hablaba con franqueza sobre la supuesta ruptura de su matrimonio.
«Extrañamos mucho a la princesa. Y obviamente estábamos heridos por los rumores maliciosos que se difundieron«, apuntó el príncipe que no tuvo ni la más mínima reticencia en demostrar lo unidos que siempre han estado como familia, «a pesar de la distancia».
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No quiere ir demasiado rápido

>La mala salud de la princesa de Mónaco no es ningún secreto y últimamente la mujer, aunque lo intenta, no deja de ponerse mala. La última vez fue cuando dio positivo en coronavirus. Lo supimos a principios de este mes a través de la Casa Real monagesca. Tras quince meses lejos de los actos institucionales y una larga etapa de estancia en Sudáfrica, su esperado regreso se volvió a postergar.
Así lo comunicó la institución monárquica que contó que Charlene se tuvo que someter a un test de detención del virus, después de que «mostrar algunos síntomas», no obstante aunque su estado, «nunca fue preocupante», la exnadadora ha pasado por un periodo de aislamiento de varios días, tal y como marcan, «las normas sanitarias vigentes».
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Las atenciones de Alberto y Charlene

>Noruega ha sido el escenario de dos hitos de la monarquía monagesca. Por un lado, el regreso de Charlene a sus tareas institucionales y, por otro, el tierno y amoroso reencuentro de un matrimonio que lleva juntos más de una década.
El soberana ha viajado a Oslo con toda su familia para conmemorar el centenario de la muerte del Príncipe Alberto I. La programación de la visita incluía la inauguración de una exposición en el Museo Fram, donde han protagonizado un momento que nadie esperaba, pero que dice mucho sobre como es su relación en la actualidad.
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El beso más esperado

El momento más tierno que han protagonizado Alberto y Charlene ha sido cuando la princesa llegaba a la entrada del museo noruego. La exnadadora, con el pelo corto rubio al que no tiene acostumbrados, llevaba un traje negro.
Para darle la bienvenida como se merece, su atento marido ha querido que fuera un beso el que marcara el inicio de esta nueva etapa. Una muestra de cariño que deja poco a la imaginación, y con la que la que los príncipes soberanos de Mónaco pretenden acallar los rumores que predecían su separación.
El tiempo dirá si esto se mantiene o se están marcando un Juan Carlos y Sofía.