El ajoblanco o ajo blanco malagueño es una variante del gazpacho andaluz que se realiza con almendras molidas, miga de pan, ajo, agua, sal y aceite. Su color característico es el de una sopa blanca, de ahí su nombre, y es típico de diferentes zonas de Andalucía y Extremadura. Aunque a este plato se le suele relacionar con el verano, lo cierto es que la veneración por el mismo ha llevado a pueblos como Almáchar (Málaga) a celebrar todos los años una fiesta el 2 de septiembre en su honor. En Herrera del Duque (Badajoz), durante sus fiestas, también se celebra un concurso de ajoblanco. Sin duda este plato típico se ha popularizado y, como ocurre con éstos, cada casa lo ha adoptado y lo hace a su manera.
Elemento principal del ajoblanco

Sin lugar a dudas no se puede saborear un ajoblanco sin almendras, ingrediente principal del mismo y una de las pocas fuentes de proteínas vegetales que contiene arginina, un aminoácido esencial para los niños. Y no solo eso sino que son ideales para estimular los movimientos intestinales y para conferir sensación de saciedad ya que contienen gran cantidad de fibra. Son ricas en proteínas, con una cantidad similar a la de la carne, por lo que son muy recomendables en las dietas vegetarianas. El contenido en hierro es muy similar al de las espinacas. El magnesio, el fósforo y el manganeso también son otros de los minerales que aporta este fruto seco en cantidades nada despreciables.
Ventajas del ajoblanco

El resto de ventajas que nos aporta una receta como la del ajoblanco se las viene a traer el ingrediente que da lugar a su nombre, el ajo blanco, que además de ser uno de los ingredientes más utilizados en nuestra cocina diaria, por ser un rico condimento, tiene múltiples beneficios para nuestra salud que van desde mejorar nuestros huesos hasta prevenir enfermedades graves. Así, tiene propiedades medicinales, posee un alto valor nutritivo, cuenta con muy pocas calorías, es una gran fuente de antioxidantes, previene el Alzheimer, reduce el colesterol y el riesgo de padecer enfermedades del corazón, disminuye la presión sanguínea y hasta desintoxica el cuerpo.
Ingredientes de la receta

Hacer la receta tradicional de ajoblanco tampoco vamos a tener que volvernos locos a la hora de buscar los ingredientes para la misma. Para ella necesitaríamos 100 gramos de migas de pan blanco, otros 150 gramos de almendras, 2 dientes ajo, 100 ml aceite de oliva virgen extra, 50 ml de vinagre de vino, sal y un litro de agua. Como se ve, no sólo fácil de encontrar sino todo al alcance de nuestra mano en cualquier cocina, salvo los frutos secos. Y hay que recordar que a las ventajas del ajo que vimos antes hay que añadirle que si se come crudo es más beneficioso aún ya que también ayuda a mantener el cuerpo y la piel joven. El motivo no es otro que su sustancia activa, la alicina, se pierde cuando se expone al calor.
Cómo preparar la receta

La receta de ajoblanco tradicional tampoco nos va a llevar mucho tiempo. El primer paso sería poner en el vaso de la batidora las almendras, con la sal y los ajos y batir bien hasta obtener una pasta densa. En ese instante es cuando habrá que incorporar la miga de pan mojada en agua y seguir batiendo para ligar todos los ingredientes. Cuando tengamos una nueva pasta se incorpora el aceite poco a poco, como si fuera una mayonesa, y se sigue batiendo despacio mientras se va incorporando también el vinagre y el agua poco a poco. Se va rectificando de sal al gusto de cada uno y se pasa por un colador de malla fina o por el chino. Ya solo quedaría servirlo muy frío.
Con qué consumirlo

Al igual que el tema del emplatado, para consumir el ajoblanco cada uno tiene sus preferencias, pero por si alguno se pregunta cómo lo harán los demás voy a indicarle que este plato se suele tomar con uvas, manzana o melón, o acompañado de pan, o también, como hacen en la vega granadina, acompañado de patatas asadas, en cuyo caso se realiza más líquido para poder beberlo, sin tener que hacer uso de la cuchara. En general, cualquier fruta con un toque ácido le va bien, y en Málaga, por ejemplo, se toma con uvas moscatel. Y a la hora de elaborar el plato también se le puede añadir leche de almendras para resaltar el sabor de este fruto seco. O leche de vaca, aunque la densidad se volverá más pastosa.