Melyssa Pinto se ha abierto en canal para confesar algo a lo que nunca antes se había enfrentado públicamente desde su estancia en Supervivientes y el puente de las emociones, su trastorno de la conducta alimentaria que empezó por la bulimia y acabó en una anorexia psicológica. A los 15 años fue diagnosticada de esta dura enfermedad con la que aún hoy, aprende a convivir. La revista Lecturas, ha sido testigo de sus palabras.
«No estoy al cien por cien curada»
> Fue en el puente de las emociones de Supervivientes donde Melyssa quiso sincerarse con la audiencia sobre el trastorno de la conducta alimentaria que padeció cuando apenas era una adolescente. “Es un tema del que yo nunca había querido hablar. Quería que llegara sobre todo a la gente joven», asevera ahora en una exclusiva para Lecturas y añade: «No estoy al cien por cien curada. Este problema se tiene toda la vida, hay que aprender a sobrellevarlo».
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El ultimátum de su psiquiatra
> Con 15 años, cuando aún estaba en el instituto, le fue diagnosticada anorexia, antes vino la bulimia. Fue devastadora llegó a pesar 45 kilos, un peso calificado como peligroso dada su gran estatura. «Comencé con dieta y luego a vomitar». Fue el médico de cabecera quien advirtió de lo que realmente estaba pasando al verle inflamada la garganta.
Comenzó la terapia en un psiquiatra de Barcelona, a ser controlada por su familia, estaban muy preocupados. Hasta que el especialista le dio un ultimátum que cambió su perspectiva. «Me dijo: O te ingreso o empiezas a comer para agrandar el estómago. Ahí me di cuenta de que si seguía así podría morir».
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Todo vino por un problema de autoestima
> Melyssa no se veía bien. Estaba rodeada de niñas en la escuela más delgadas que ella. Su mente la traicionó, quería parecerse a sus compañeras. «Con once años se me veía bastante rellenita. El psiquiatra me dijo que esto era algo con lo que tenía que aprender a vivir», dicta.
“La anorexia puede venir de varios factores y en mi caso era falta de autoestima. Antes, si no me veía bien, no comía. Ahora, si no me veo bien, como un poco mejor, pero como, y no me privo de las cosas que quiero comer. Eso significa que hay una evolución”, cuenta para el citado medio evidenciando una mejoría de su estado físico y mental.
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El sentimiento de culpa y la ayuda incondicional de su familia
> No había día que Melyssa no fuera al baño acompañada de su madre Nela. El sentimiento de culpa ha sido algo que siempre ha sentenciado a Melyssa. Era un referente para su hermana Lorena, 11 años menor que ella. No quería que sufriera por todo lo que ella había pasado. Por suerte, nunca tuvo que pasar por ese mal trago.
«Recuerdo a mi madre llorar porque no sabía qué hacer para que yo estuviera bien. Mi padre lo mismo. Por eso dije que esto no solo te afecta a ti, afecta a tu entorno, porque estás maltratando tu cuerpo», reflexiona Melyssa sobre cómo vivió aquellos momentos de autodestrucción diaria.
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«Si vuelvo muy delgada me da miedo verme bien y no querer engordar»
> Para Melyssa y su familia, ser participante de un concurso tan extremo como Supervivientes era un arma de doble filo. Tenían miedo de que su estómago allí se hiciera más pequeño y que la obsesión por la comida volviera a invadir su mente. «Antes de ir a Honduras pensaba: Si vuelvo muy delgada me da miedo verme bien y no querer engordar».
Esto, afortunadamente, no ha pasado, la joven apenas ha perdido 4,6 kilos y recupera su talla comiendo saludablemente como hasta ahora llevaba haciendo con sus cinco comidas diarias. ¡Nos alegramos mucho por ti. Sigue así!