Pocas recetas hay más sencillas que la de pechugas de pollo con salsa de tomate. A groso modo, se comienza por ponerlas un rato a la plancha y se termina dejándolas que se terminen dentro de la salsa, para que se hagan por dentro al mismo tiempo que van cogiendo sabor. A continuación vamos a desarrollar mucho más detenidamente todo el proceso de un plato con el que siempre se acierta porque es raro encontrar personas a las que no les guste el pollo ni el tomate, sus ingredientes principales, que a la vez son además sencillos y baratos de obtener, algo fundamental hoy en día.
Ingredientes para hacer pechugas de pollo

Si la receta de las pechugas de pollo en salsa de tomate es de las más sencillas, qué decir de sus ingredientes. Para llevarla a cabo bastarían dos pechugas de pollo (de 150 a 200 gramos cada una), 400 gramos de tomate natural o en conserva, una cebolla pequeña (o 1/2 grande), uno o dos dientes de ajo, una o dos hojas de laurel, otras hierbas de tu elección (tomillo, romero, orégano, albahaca, hierbas provenzales…), dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta negra molida. Opcional podría ser media cucharadita de azúcar para corregir la acidez del tomate.
Pechugas de pollo con o sin piel

Para hacer las pechugas de pollo en salsa de tomate lo primero de todo es decidir si se quieren hacer las mismas con piel o sin ella. Para este plato es mejor dejársela, porque, además de quedar rico, le dan sabor a la salsa, pero si el chef para la ocasión prefiere prefiere quitársela tampoco pasa nada. Luego hay que recortar por los bordes el exceso de grasa que tiene la pechuga, si fuera necesario, algo que se ve porque son unas tiras blancas que vienen pegadas. Hecho esto hay que salpimentar el pollo al gusto y dejarlo reposar, así como pelar la cebolla y picarla muy fino, y también los dientes de ajo. Para la salsa hay que lavar muy bien los tomates, quitarles el pedúnculo haciendo un pequeño corte alrededor y trocearlos antes de triturarlos con la batidora y luego pasarlos a través de un tamiz o colador fino en acero inoxidable para eliminar los eventuales restos de piel y semillas.
Primeros pasos

El siguiente paso para nuestras pechugas de pollo en salsa de tomate, una vez preparado éste, es el de engrasar ligeramente una sartén y calentarla a fuego fuerte. Cuando esté bien caliente, dorar las pechugas de pollo por ambos lados, comenzando por el lado de la piel. Cuando se hayan dorado al gusto, se reservan a parte y se baja el fuego a medio para añadir a la sartén las dos cucharadas de aceite de oliva junto con la cebolla picada. Se sofríe todo ello a fuego medio-bajo hasta que esté bien tierna pero sin que se haya dorado. Esto puede tardar unos 10 minutos. Es conveniente remover con frecuencia para que no se queme la cebolla.
Incorporar el tomate

Para finalizar estas pechugas de pollo en salsa de tomate hay que añadir el ajo, mezclar bien y dejar que se haga como un minuto o así. A continuación se incorpora el tomate triturado junto con la hoja de laurel y otras hierbas que se le quieran echar, y después salpimentar y reincorporar igualmente las pechugas de pollo junto con todo el jugo que hayan podido soltar. Se calienta la sartén y, cuando rompa a hervir, se baja el fuego a nivel medio-bajo y se deja que haga chup-chup unos 20 minutos, hasta que la salsa haya reducido a la mitad. A mitad de cocción hay que darle la vuelta a las pechugas. Unos minutos antes de terminar, lo conveniente es probar la salsa y corregir de sal y pimienta. Además, si consideras que fuera necesario, añade media cucharadita de azúcar para reducir la acidez del tomate.
Consejos prácticos

Como en cualquier receta, y esta de las pechugas de pollo en salsa de tomate no iba a ser una excepción, siempre hay algunos consejos o recomendaciones para que todo quede mejor aún. Así, y como sugerencia de presentación, se pueden servir acompañadas de un arroz blanco o una guarnición de patatas. Si se quiere dar un toque diferente, prueba a preparar esta salsa de tomate frito con verduras, ya verás qué bien queda. Cuando se esté dorando el pollo, hay que tener el fuego alegre y que no tarde mucho en hacerse porque queremos que luego el interior se cueza dentro de la salsa. Y si se prefiere, en lugar de tener las pechugas enteras, se pueden trocear en porciones del tamaño de un bocado. Esto viene bien cuando por ejemplo son muy grandes y usas unas tres pechugas para cuatro personas. Así es más fácil repartirlas.