En los albores de la década de 1970, cuando Felipe VI era aún un niño, la exclusiva urbanización de Puerta de Hierro, anidada al noroeste de la bulliciosa capital española, Madrid, emergió como un enclave de distinción para la élite madrileña. Sus calles, donde convergen majestuosas mansiones y discretas residencias, ofrecen un escenario donde la opulencia y la serenidad coexisten en perfecta armonía.
Abuelos de Felipe VI
En este paisaje impregnado de historia y prestigio, destaca la emblemática Villa Giralda, erigida en la calle Guisando, hogar que albergó a los condes de Barcelona, padres de la infanta Pilar, abuelos de Felipe VI, tras su retorno de Estoril. Entre los distinguidos vecinos que han hecho de Puerta de Hierro su hogar, se encuentran nombres como Isabel Preysler y los Villar Mir, quienes han conferido a este lugar una reputación casi legendaria, sinónimo de prosperidad y estatus financiero.

En una parcela adquirida en 1967, Luis Gómez-Acebo y su esposa, Pilar de Borbón, erigieron una residencia de tres plantas, que abrazaba el confort y la elegancia en sus más de 600 metros cuadrados de construcción. Aunque el esplendor de su jardín parece atenuado con el tiempo, con persianas entreabiertas y fachadas desgastadas, la casa conserva su encanto, custodiada por la emblemática garita de seguridad que ha presenciado el trasiego de los paparazzi de Madrid.
Tras el lamentable fallecimiento de la infanta Pilar en enero de 2020, sus hijos, Simoneta, Juan, Fernando, Beltrán y Bruno, tomaron la decisión de poner en venta su legado inmobiliario, administrado por la sociedad San Jacobo desde tiempos pasados. Esta cartera incluía diversas propiedades, entre ellas, la residencia familiar en Puerta de Hierro, así como un selecto piso en la codiciada calle Velázquez, y otras propiedades en Calviá y la calle Mayor de Madrid.

La culminación de este proceso supuso la venta de la antigua morada madrileña, la joya de la corona de la familia, que fue adquirida por el empresario Ricardo Fuster y su esposa, Mónica Sánchez-Navarro, en un acuerdo marcado por la confidencialidad ya que pertenece al círculo de amigos de Felipe VI y el apego familiar. Este trascendental traspaso, valorado en casi tres millones de euros, refleja el cambio de manos de un legado arraigado en la historia de Puerta de Hierro.
Felipe VI y Ricky
Ricardo Fuster, conocido en los círculos mediáticos como Ricky, es hermano de Álvaro Fuster, íntimo amigo del rey Felipe VI desde sus días de juventud en Santa María de los Rosales. La estrecha relación entre la familia Fuster y la Casa Real se ha mantenido a lo largo de los años, marcada por la discreción y el respeto mutuo.

La saga empresarial de los Fuster se remonta a los años 20, cuando Ignacio Fuster Otero sentó las bases de un imperio empresarial que perdura hasta nuestros días. Sus descendientes, entre ellos Nicolás y Ricardo Fuster, continuaron el legado familiar, destacando en sectores como la climatización vehicular y la representación de equipos aeroespaciales, contribuyendo así al desarrollo industrial de España.
Por su parte, Mónica Sánchez-Navarro, perteneciente a una prominente familia empresarial mexicana, ha forjado su propio camino en el mundo de la moda, cofundando la firma Mon&Pau en 2015, la cual ha alcanzado reconocimiento internacional por su enfoque en prendas de piel de lujo y elegancia atemporal.

Puerta de Hierro, con su rica historia y su constante evolución, continúa siendo un enclave donde el pasado se entrelaza con el presente, atrayendo a personalidades influyentes y visionarias que contribuyen al legado de esta icónica urbanización madrileña.
Ahora un amigo de Felipe VI será el dueño de una casa que fue hogar para la Casa Real española tras su regreso del exilio y hasta la instauración de la monarquía.