La relación de doña Sofía con sus cuñadas nunca ha sido fluida. Especialmente, con doña Pilar, que sentía adoración por su padre y siempre vio como una traición que su hermano mantuviera tan buena entente con Franco. Repasamos ahora los hechos que han marcado las circunstancias de esta familia protagonizando un auténtico choque de trenes y dividiéndola en dos bandos casi irreconciliables.
Una Reina de armas tomar
La boda entre don Juan Carlos y doña Sofía fue una experiencia ciertamente desagradable para don Juan y su familia. Franco ninguneó todo lo que pudo al padre del novio. Tanto ostracismo hizo que doña Pilar tuviera el gesto torcido durante los días previos y posteriores al enlace. Tampoco ayudó el comportamiento de la Reina Federica, madre de la novia, que no dudó en hacer ver a don Juan que jugaba en categorías inferiores. Así las cosas, el caldo de cultivo que allí se creó ya hacía presagiar lo que ocurriría con posterioridad.
El menosprecio de la Reina Federica hacia la familia Borbón venía de atrás. Una anécdota que ilustra este punto se encuentra recogida en La soledad de la Reina, de Pilar Eyre. Al parecer, la madre de doña Sofía organizó unas vacaciones en Corfú a las que invitó a don Juan, su mujer y sus hijos. Estos días de asueto tenían un propósito determinado, que Juanito se decidiera de una vez a casarse con Sofi.
La tranquilidad entre ambas familias estuvo a punto de saltar por los aires. Y es que Federica se encargaba de dar chascos a los Borbones. De repente, dejaba ir frases puñeteras: “Es bonito ver cómo sale el sol en el país en que una es reina”. Sin duda, todo un directo a la mandíbula para don Juan y los suyos, que tenían que conformarse con vivir en el exilio.
Cuestión de interés
Si algo tenía claro doña Sofía era que para llegar a reinar había que ganarse a Franco, y así se lo hizo ver a su marido, que se debatían entre la fidelidad a su padre y el trono. En aquellos momentos, don Juan estaba proscrito para el dictador. Jamás se entendieron ni se soportaron. Y si a esto añadimos que el conde de Barcelona firmó algunos manifiestos contra Franco, se entiende todo.
Conocedora la Reina de lo que se cocía, no dudó en aislarse de su familia política. Se trataba de no hacer nada que pudiera molestar a Franco. Aquí se incluía el trato con sus suegros y cuñadas. Doña Pilar y doña Margarita siempre estuvieron muy unidas a su padre y consideraban que el comportamiento de Juanito y Sofi era una traición a don Juan. La infanta Pilar no dudó en mostrar su enfado con la pareja cada vez que tuvo ocasión. Aquello desembocó en una situación de incomunicación total.
Una presencia incómoda
Doña Sofía jamás ha simpatizado con la baronesa Thyssen. Ciertos hechos separaron a estas dos damas hace años. Conocedora doña Pilar de la circunstancia, no dudó en animar a su fallecido marido, Luis Gómez Acebo, a estrechar lazos con los Thyssen tras la boda del barón y Tita. De hecho, el duque de Badajoz ejerció de padrino de Borja Thyssen en su bautizo en Nueva York. Su amistad con Carmen y Heini venía de antiguo. Pero no era el único integrante de la familia Borbón que se llevaba bien con la pareja, también don Juan apreciaba a la ex actriz, una de las mujeres más bellas de su época.
Tras el fallecimiento de Luis Gómez Acebo, la baronesa se preocupó de la infanta Pilar. Sin embargo, este hecho molestó sobremanera a la Reina Emérita y hubo que cortar la relación. Desde entonces, no han vuelto a frecuentarse. El ostracismo de doña Pilar a Tita se ha hecho extensible a otros nobles, que no la reciben para no indisponerse con doña Sofía.
La venganza
El 22 de noviembre de 1975 tuvo lugar la proclamación de don Juan Carlos I como Rey de España. El acto destacó por su sencillez, nada que ver con la pompa y el boato que suele utilizarse en estas ocasiones. Personalidades de muchas partes del mundo acudieron a la cita histórica. En el caso de las infantas Pilar y Margarita, telefonearon a su padre para que les diera instrucciones sobre si asistir o no. Don Juan las animó a que lo hicieran y luego corrieran a explicarle.
Aquel día, doña Sofía se cobró su particular venganza. No tuvo que hacer nada, el destino se encargó de todo. El solemne acto se celebró en las Cortes. Pues bien, allí acudieron doña Pilar y doña Margarita acompañadas de sus respectivos maridos, Luis Gómez Acebo y Carlos Zurita. Las dos parejas se disponían a coger el ascensor para acomodarse en los asientos que les habían asignado. No pudieron hacerlo porque una voz les recordó que el elevador estaba destinado a las personas importantes.
Ni olvido ni perdón
Antes de la coronación, los tres hermanos Borbón vivían en Madrid. Sin embargo, Pilar y Margarita hacían el vacío a don Juan Carlos. El entonces príncipe jamás lo tuvo en cuenta pero doña Sofía nunca lo olvidó dado que vio cómo su marido sufría con la situación. Así las cosas, cuando tuvo mando en plaza, dejó muy claro que sus cuñadas no tendrían protagonismo en la agenda real. Fue su forma de desquitarse ante tantas humillaciones sufridas.
Don Juan Carlos siempre se ha mostrado comprensivo con sus hermanas. Entendió que tenían una posición muy difícil. Para ellas, él era el malo de la película que había traicionado a su padre al estar tan cerca de Franco. Posteriormente, cuando fue designado su heredero, se desató la furia de doña Pilar y doña Margarita, que contemplaron con horror como don Juan abdicaba en favor de su hijo.
Han pasado los años y la brecha sigue abierta entre doña Sofía y sus cuñadas. A excepción de ocasiones excepcionales, como el Rastrillo de Nuevo Futuro que organiza doña Pilar, en poquísimas ocasiones se ha mostrado la Reina Emérita junto a las hermanas de su marido. De hecho, días antes de Reyes, cuando las tres familias tenían niños pequeños, doña Sofía se acercaba a casa de doña Pilar y doña Margarita para llevar los regalos de reyes y los entregaba al servicio. Así de tirantes eran las relaciones.
Sucedió en Palma
Si hay algo que ha marcado el reinado de don Juan Carlos han sido los veranos en Palma. Durante años, doña Sofía invitó a su hermano Constantino y su numerosa prole a pasar unos días allí durante el mes de agosto. Era habitual ver a los “griegos”, como les apodó cierta parte de la prensa, ocupando un lugar privilegiado al lado de los reyes. Quizás muchas personas ya ni recuerdan que doña Pilar veraneó muchos años en la isla. Lo hizo hasta que su casa fue demolida por una ordenanza. Sus hijos se encargaron de recoger los bártulos y ella juró que no volvería por allí dado como habían discurrido los acontecimientos.
En relación al protagonismo de las infantas Pilar y Margarita en los veraneos reales no es exagerado calificarlo como escasísimo por no decir nulo. Su presencia ha pasado completamente desapercibida, no siendo incluidas en citas en las que sí estuvieron presentes los hermanos de doña Sofía. Todo esto no ha hecho más que poner kilómetros de distancia. Historias de la historia familiar de los Borbones.