La infanta Cristina de Borbón cuenta los días para enfrentarse a uno de los momentos más amargos de su vida. Si sentarse en el banquillo de los acusados fue un revés personal e institucional para la Corona, mucho más lo será cuando en apenas tres semanas su marido tenga que personarse en el Tribunal Supremo para cantar una inocencia que ya nadie cree. Conspiraciones y presunciones aparte, la exduquesa de Palma debe reorganizar su vida en torno a esta oscura fecha en el calendario de su año más oscuro.
‘Marzo’, primera palabra tabú para la infanta Cristina
El próximo miércoles 21 de marzo, Iñaki Urdangarin tomará el que será sin duda, uno de los vuelos más amargos de su vida. El cuñado del rey de España deberá colocarse ante los jueces del Alto Tribunal para defender su inocencia en los delitos que la Audiencia de Palma le atribuye. El exjugador de balonmano fue condenado a seis años y tres meses de prisión, una sentencia que cayó como un jarro de agua fría en el seno de Casa Real.
Tras el dictamen del documento que lo condenaba, Mario Pascual Vives, abogado de Urdangarin, presentó un recurso de apelación ante el Tribunal Supremo el pasado 1 de agosto. En el grueso de la documentación se argumentaba en palabras del propio yerno díscolo del emérito que él simplemente se limitó a ser un «amigable componedor», un «mediador sin conocimientos en Derecho Administrativo».
Pero todavía hay dos palabras que hieren la sensibilidad de la infanta Cristina, dos nombres (uno común y uno propio) que no le permite dormir por las noches…
Se tuerce la situación de los Urdangarin y Borbón
Con el recurso de apelación presentado, la cosa no ha hecho más que torcerse para el marido de la infanta. Tanto es así que, lejos de guardar alguna esperanza, la Fiscalía no hizo más que golpear donde más duele. Desde el Supremo se solicitaba el incremento de la pena para Iñaki Urdangarin. De seis años y tres meses, el cuñado del rey de España podría pasar, diez años privado de libertad.
El ministerio público emitió un escrito en el que informaban categóricamente de que «Ignacio Urdangarin deberá ser condenado como autor de un delito continuado de prevaricación en concurso medial con un delito continuado de falsedad en documento público, así como de malversación, aplicando el artículo 65.3, al no ser funcionario público y la atenuante simple de reparación del daño».
‘Prisión’, la pesadilla de la infanta Cristina
Por extraño que pudiera parecer, desde que el pasado febrero de 2017 se condenase a prisión al exduque de Palma, algunos centros penitenciarios de España empezaron a experimentar reformar y mejoras. En un principio se barajó la posibilidad de que Iñaki Urdangarin pudiera ingresar en la cárcel de Badajoz, por cercanía a Portugal, destino en el que acabaría instalando el hogar familiar la infanta Cristina junto a sus cuatro hijos.
No obstante, en estos momentos, y con el tiempo encima, Badajoz queda olvidado y las cárceles que suenan con más fuerza son las de Brieva (Ávila), Zaballa (Vitoria), Alcázar de San Juan (Ciudad Real) o la prisión de Segovia. El primero de los centros penitenciarios que hemos apuntado, el de Brieva, es el que según los expertos recogería los mejores requisitos para un preso del perfil de Urdangarin. Un presidiario condenado por delitos económicos que seleccionaría esta penitenciaría pensando no solo en las instalaciones sino en la cercanía a la capital. ¿Implica esto una mudanza directa de la infanta Cristina al palacio de la Zarzuela?
La soledad de la infanta Cristina
Con la sentencia en firme y el viaje de no retorno de Urdangarin a Brieva, Cristina se quedaría sola en la jaula de oro que el matrimonio erigió en Suiza. Don Juan Carlos y doña Sofía no van a permitir que la benjamina de la casa afronte esta delicada situación desguarnecida y desamparada. El 12 de la Rue de Granges, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en un escaparate real por el que han desfilado todos los miembros de la primera familia. Todos, salvo Felipe y Letizia.
Entre rumores de una posible depresión de la infanta Cristina y el hecho de que Iñaki Urdangarin cumplía 50 años volaron hasta Ginebra, por separado, don Juan Carlos y doña Sofia. También es habitual ver a la infanta Elena junto a sus dos hijos, Felipe Froilán y Victoria Federica, quienes visitaron a Cristina y sus hijos el pasado mes de octubre por el 18 cumpleaños de Juan Valentín Urdangarin.
‘Felipe’, una nombre que amaba y ahora detesta
El aterrizaje forzoso de la infanta de nuevo en Zarzuela podría suponer un cisma interno en Casa Real. Un forcejeo entre el rey Felipe y sus padres, que, unido a la delicada situación de la monarquía y la inestabilidad política, no haría más que sumar un nuevo quebradero a la cabeza de Felipe VI. Con la frialdad de la mente y el corazón de perfil, Letizia arrojaría la luz necesaria para resolver este intrincado nudo.
Por encima del cariño y la admiración fraternal se encuentra la representación de la Corona, un papel ejemplarizante que convierte a Felipe antes en rey que en ciudadano. Un rol por el que fue concebido y a posteriori, educado y criado. El caso Nóos y sus consecuencias judiciales y sociales hizo que la relación personal entre Cristina y su hermano Felipe estallase en mil pedazos para siempre. Algunas voces apuntan a Letizia como responsable de este tiempo de hielo entre los dos hijos de los eméritos y no es ningún secreto que las relaciones entre cuñadas jamás han sido excelentes. No obstante, Felipe VI sabe quién es, qué representa y cómo debe actuar. La vuelta a casa de la hija pródiga no haría más que sumar otro escándalo arrastra la Casa Real. Una coyuntura por la que el rey de España no está dispuesto a atravesar. Y mucho menos Letizia.