Eurovisión es el programa más antiguo que se lleva retransmitiendo por televisión en el mundo. El certamen lleva desde 1956 emitiendo año tras año las galas en las que participan la gran mayoría de países europeos para conquistar el premio, conocido como «micrófono de cristal».
A lo largo de todos estos años hemos podido ver de todo. Anécdotas, canciones increíbles, actuaciones desastrosas…, todo cabe en un programa en directo como Eurovisión.
A lo largo de los años se ha ido perfeccionando y adaptando a los tiempos la retransmisión del festival de Eurovisión, intentando solventar los problemas técnicos que puedan aparecer en plena actuación. Pero claro, los fallos personales son imposible de predecir y de impedir, y en España hemos visto algunos que todavía seguimos recordando. Aunque quisiéramos olvidarlos para siempre.
A continuación vamos a conocer algunas de las peores actuaciones de España en Eurovisión que preferiríamos haber olvidado de una vez por todas.
La barca, que a nadie gustó, de Remedios Amaya (1983)
> El año 1983 fue, sin duda, un año para olvidar (eurovisivamente hablando, claro está). Remedios Amaya se presentó al festival con su canción Quién maneja mi barca, una actuación que todos queremos olvidar, pero que, por desgracia, no podemos hacerlo. Seguimos recordándola año tras año (y también nos la recuerdan, claro está).
Pero gustó tan poco que ni nosotros mismos la hubiéramos votado. En definitiva, una de esas canciones y actuaciones que pasarán a la historia, y no por ser buenas precisamente. Tanto es así que Remedios Amaya se volvió a casa con 0 points. Una tragedia, vaya.
Lydia y No quiero escuchar (1999)
> Ya el título nos parecía premonitorio de la canción y es que parece que nadie quiso escucharla en el festival de 1999. Ese año, Eurovisión se celebró en Croacia y el puesto de España para Eurovisión fue desastroso. Si Remedios Amaya se llevó 0 puntos, Lydia solo tuvo 1 punto en el marcador. Un bochorno para España, sin duda alguna.
Pero no solo la canción supuso un bochorno para España. El vestido, que era de Ágatha Ruiz de la Prada, tampoco se quedaba muy atrás. No era ni la canción correcta ni el vestido ideal para una actuación a ese nivel. Lydia se volvió destrozada para España.
Llámame de Víctor Balagué (1962) y sus 0 points en Eurovisión
> Unos años antes que Remedios Amaya, Víctor Balagué fue el elegido por España para representarnos en Luxemburgo en Eurovisión. Balagué ya pedía el voto con el propio título de la canción, pero ni con esas consiguió punto alguno. Cero puntos, pero no fuimos últimos ya que otros tres países también recibieron cero de puntuación, en una gala histórica porque era la primera vez que había países que no puntuaban.
Es cierto que hoy en día la canción no nos parece la mejor, pero para la época, la canción de Víctor era una de las que más gustaba, al menos en nuestro país. Un clásico, sin ninguna duda, que no se vio nada favorecido en la puntuación de Eurovisión.
Bloody Mary, las Ketchup y una desastrosa actuación en 2006
> No hace mucho tiempo que escogíamos desde España a artistas que ese año, o en años anteriores, habían tenido éxito en nuestro país. Pero esto no sería sinónimo de victoria, o de ni siquiera hacer un buen papel. Fue el caso de Las Ketchup, que tras su exitazo con el «Aserejé» acudieron hasta Atenas para cantar un nuevo tema llamado Bloody Mary.
El ridículo fue sonado: mala interpretación, malas voces y una puesta en escena nefasta hicieron que las hermanas se quedaran con 18 puntos en Eurovisión y en el puesto 21 de 24 países. Jamás volvieron a levantar cabeza. Y no nos extraña. No fue una buena actuación.
El gallo de Manel Navarro (2017)
> Manel Navarro fue el protagonista del último desastre de Eurovisión. El joven se presentó en Ucrania con una canción que no tenía gancho, pero el problema no era solo ese. Él tampoco tenía ni ganas ni ánimos para cantar en ese momento. O eso es lo que parece.
El gallo final de la canción pasará a la historia, al igual que los 5 únicos puntos que le dieron a España con la actuación de Manel en Ucrania. Una canción muy playera, sí, pero no muy eurovisiva, que era precisamente lo que necesitábamos para ganar. O al menos para no quedar los últimos.