La vida de la griega no ha sido fácil, y no solo en lo que a su papel como monarca respecta. Tampoco es que le haya ido muy bien en el amor, teniendo en cuenta que ha sido humillada, engañada y utilizada por el amor de su vida. A la reina Sofía se le rompió el corazón y nunca pudo recomponer todos los pedazos… ¿Quieres saber qué pasó? Sigue leyendo, te lo contamos todo a continuación.
La reina Sofía, relegada en Casa Real
> No está siendo un buen momento para la Corona. Los escándalos del rey Juan Carlos I han puesto a la institución contra las cuerdas y las altas esferas de Casa Real han tenido que hacer grandes esfuerzos para limpiar la imagen de la monarquía. En cualquier caso, parece que la figura del emérito se antoja insalvable y ha tenido que marcharse a Emiratos Árabes a la espera de que pase este huracán mediático que se ha llevado por delante los cimientos de Zarzuela, pero no es el padre de don Felipe VI el único perjudicado. Su madre, la reina Sofía, tampoco lo está pasando precisamente bien con todo este asunto.
Ella siempre se ha desvivido por la monarquía y ha hecho todo lo que está en su mano para dejar a la institución en buen lugar. Lejos de agradecérselo, la reina Sofía ha sido relegada a un segundo plano en Casa Real, víctima del cortafuegos que Letizia y Felipe han establecido para protegerse de los escándalos de don Juan Carlos I. Una vez más, la griega ha pagado los platos rotos de su esposo… Parece una mujer condenada a sufrir toda su vida, también en el plano de lo sentimental.
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La reina Sofía, humillada y utilizada
> La griega conoció al rey Juan Carlos gracias a un encuentro organizado por su madre, la reina Victoria Federica. En aquel momento todavía se llevaban los matrimonios de conveniencia entre monarquías y la monarca helena había planeado que doña Sofía se casara con el Borbón, pero ella estaba enamorada de otro apuesto hombre: Harald de Noruega. De hecho, ambos tenían una estrecha relación de amistad y en la prensa se llegó a publicar que podrían ser amantes, pero nada más lejos de la realidad.
Aunque doña Sofía sí estaba enamorada del príncipe noruego, el corazón de Harald estaba ocupado en realidad por una plebeya que respondía al nombre de Sonia -que años más tarde se convertiría en su esposa-, y solo utilizaba a nuestra reina emérita como tapadera, puesto que en aquel momento no estaba bien visto que la realeza se mezclara con el pueblo llano. La griega fue utilizada y humillada y su corazón se quebró en mil pedazos cuando se enteró de la dolorosa verdad.
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La reina Sofía, la eterna segundona
> Parece que la madre del rey Felipe VI está condenada a ser la mujer que pone la cara bonita frente a las cámaras y a la opinión pública. Al príncipe Harald de Noruega le venía bien que le relacionasen con ella mientras él vivía en secreto su amor con Sonia, pero no fue, como todos sabemos, el único hombre que la utilizó para tal fin. Para don Juan Carlos, su esposa era la mujer con la que quería ser visto, una reina elegante y con saber estar, pero cuando los objetivos de los paparazzi se retiraban, el emérito daba la espalda a la reina Sofía y disfrutaba de sus numerosas amantes.
De hecho, con alguna de ellas ha llegado a tener una relación sentimental, convirtiéndose la reina Sofía, su mujer, en ‘la otra’, un denigrante papel que siempre suele caer sobre la amante, pero que en este caso tocó interpretar a la griega. Se trata de una situación que ella entendía como humillante y que le costó miles de lágrimas en Palacio, hasta que consiguió acostumbrarse y sus sentimientos por el rey Juan Carlos se convirtieron en absoluta indiferencia.
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La reina Sofía, como alma en pena en Zarzuela
> Ahora, la griega y el rey Juan Carlos viven en alas separadas de Palacio y pueden pasar meses sin verse. La madre de don Felipe VI se ha acostumbrado a esta situación y vive felizmente junto a su hermana Irene, pero hubo un tiempo en que la angustia por las aventuras de don Juan Carlos I invadía su cuerpo y ella no podía disimularlo. Así lo cuenta Jaime Peñafiel, quien aseguró en su día que la reina Sofía pasaba horas en el despacho de Sabino, quien fuera Jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, llorando y compartiendo con él sus penas por el mal de amores que sufría.