La incontinencia urinaria supone un problema médico que afecta a más de 6 millones de personas en nuestro país. Pero, ¿qué es la incontinencia realmente? Está definida como cualquier pérdida involuntaria de orina. Aun así, solo un 28,4% de quienes la padecen consulta con los especialistas. En realidad es: “en parte por vergüenza o por creer que es un proceso normal de la edad o que no tiene tratamiento”, según indica el doctor José Medina, responsable de la Unidad de Urología Funcional y Femenina de ROC Clinic.
Lo curioso es que, a pesar de que no se habla y da corte preguntar, actualmente, existe una gran variedad de tratamientos. Así, como ejercicios de prevención de suelo pélvico disponibles para esta patología o al menos para mejorar la sintomatología y la calidad de vida de los pacientes.
A pesar de que es una de las causas principales por las cuales las mujeres visitan al
urólogo, siguen existiendo falsos mitos en torno a la incontinencia urinaria.
Mito 1. Solo afecta a las mujeres
El principal mito es que la incontinencia urinaria solo afecta a las mujeres. Es
cierto que esta patología afecta más a las mujeres en un alto porcentaje en
comparación a los hombres. “Concretamente, la incontinencia
urinaria tiene una prevalencia media estimada del 24 % en mujeres y del 7 % en
hombres», explica Medina Polo. Pero, ¿por qué esta gran oscilación? Pues la diferencia viene dada por pura anatomía, y es que en las mujeres la uretra es más corta, por lo que tienden a padecer más incontinencia de orina”, especifica el responsable de la Unidad de Urología
Funcional-Femenina de esta clínica.
Mito 2. A partir de cierta edad, todas las mujeres padecen incontinencia y “es normal”
Muchas mujeres no consultan al especialista porque creen que, a partir de cierta edad,
todas la padecen, considerándolo algo “normal”. Sin embargo, como explica el doctor: “aunque no es lo normal tener incontinencia urinaria, sí es más frecuente en mujeres de mayor edad. De hecho, aumenta un 30-40 % en mujeres de mediana edad. Y los motivos pasan por embarazos múltiples, histerectomías o mala forma de suelo pélvico, envejecimiento o partos”.
Acabar con falsas teorías y complejos es parte del trabajo tan necesario de visibilidad,
de forma que, tanto las personas que padecen incontinencia urinaria como aquellas
que puedan llegar a padecerla sepan identificar los síntomas y prevenirlos a tiempo.
Estos son los cuatro tipos diagnosticados de incontinencia
Antes de llegar al tercer mito, es necesario visibilizarlo como te contábamos, así como reconocer los cuatro tipos diagnosticados hoy en día.
La incontinencia urinaria de esfuerzo. Se trata de una pérdida
involuntaria de orina asociada a un esfuerzo físico que provoca un aumento de la
presión intraabdominal.
La incontinencia urinaria de urgencia. Es una pérdida
involuntaria de orina asociada a un fuerte deseo de orinar que no puede demorarse.
La incontinencia urinaria mixta con ambas características. Se puede dar una pérdida que se presenta con urgencia y también al realizar ejercicios, esfuerzos, estornudos o toser.
La incontinencia por rebosamiento. Se trata de la pérdida involuntaria de orina producida
cuando el volumen de ésta en la vejiga supera su capacidad.
Mito 3. Hacer deporte a nivel profesional o de alta intensidad provoca
incontinencia
El tercer mito es la creencia que apunta a la práctica deportiva a nivel profesional o de alta intensidad como causante de incontinencia. Sin embargo, aunque algunos artículos en medios de comunicación los reflejan así, lo cierto es que, se ha demostrado que no.
Lo que sí está demostrado es que una vida sana que incluya deporte conlleva menor
riesgo de incontinencia de orina. “Aunque en el caso de deportistas profesionales que
realizan ejercicios de mucho impacto es posible que este provoque incontinencia a
largo plazo por el debilitamiento del suelo pélvico. De manera general la práctica
deportiva es beneficiosa», explica el experto.
La obesidad y el sedentarismo, por el contrario, incrementan el riesgo de sufrir incontinencia. En definitiva, poniendo todo en una balanza, es recomendable tener una vida física saludable y hacer deporte para prevenir el desarrollo de incontinencia urinaria. Por lo que es más saludable ir al gimnasio y hacer deporte que llevar una vida sedentaria, que es un factor de riesgo.
Mito 4. Existe relación entre tabaquismo e incontinencia
Al igual que está demostrado que llevar una vida saludable previene la
aparición de incontinencia urinaria, no se puede decir lo mismo con el tabaco. Al igual, que el tabaquismo está relacionado con numerosas patologías y enfermedades, en este caso no se puede afirmar una relación directa entre este hábito y la incontinencia urinaria.
Lo que sí existe es una relación entre tabaquismo y una mayor tendencia a sufrir catarros, problemas pulmonares y tos, factores de riesgo de la incontinencia de orina.
Sí que es cierto que las pacientes con tabaquismo tienen más incontinencia. Pero
si es exclusivamente del tabaquismo o no, no queda claro. “Son pacientes que suelen
tener más catarros y que van a tener EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva
Crónica). Ambos factores de riesgo de incontinencia urinaria. También el
tabaco se asocia a enfermedades debilitantes del organismo, lo que podría hacer que
debilitara también el suelo pélvico”, explica el doctor José Medina.
Cómo se trata la incontinencia urinaria
Una vez diagnosticado el tipo de incontinencia urinaria, se plantea un estudio personalizado. “El tratamiento de la incontinencia urinaria va desde terapias conservadoras como la rehabilitación, pasando por el empleo de toxina botulínica, hasta la cirugía con material protésico», explica Media. «Para ello es fundamental distinguir entre incontinencia de orina que coincide con los esfuerzos e incontinencia urinaria que se asocia a un deseo de micción que no se puede retrasar y suele asociar micciones frecuentes tanto diurnas como nocturnas, denominado vejiga hiperactiva”, aclaran desde el departamento de la clínica. Por este motivo, cada entidad va a tener un tratamiento específico. Y es que el mecanismo por el que se produce, se puede relacionar con el esfínter urinario y el suelo pélvico, o propiamente con la función vesical.