A finales del pasado mes de agosto, el diario ‘El Español’ publicaba en exclusiva que Maite Zaldívar y su novio, Fernando Marcos, se embarcaban en una nueva aventura empresarial basada exclusivamente en la cocina.
La pareja, que ya lleva más de trece años junta, ha inaugurado un gastrobar en el mercado de abastos de Marbella, ciudad que dio la gloria y el infierno a la que fuese primera dama de la localidad más exclusiva de la Costa del Sol. ‘Cotilleo’ ha tenido acceso en exclusiva a las fotografías de Maite Zaldívar y su chico posando en su nuevo local en un día normal de trabajo.
‘El Puesto 85’
La vida de Maite Zaldívar ha sido una intensa montaña rusa en los últimos años. Su matrimonio junto a Julián Muñoz llegó a su fin con la llegada de Isabel Pantoja, al menos es lo que ella siempre ha alegado. 25 años de enlace que culminaron con los huesos de Maite y su despecho de plató en plató rajando obra y milagro sobre su exmarido, el alcalde de Marbella, y su nueva chica de moda: la Pantoja.
Lejos quedaron aquellas imágenes de Maite Zaldívar conduciendo un Mercedes-Benz SLK 200 descapotable saliendo y entrando del hotel Guadalpin (5*), donde durante casi un año instauró su hogar. Ni que decir tiene que ya nadie la llama para glamourosos eventos en los que antaño su presencia era un reclamo para la prensa, su look el más comentado y sus joyas las más envidadas y espectaculares.
Maite y su estancia en prisión
Zaldívar fue la primera persona que habló públicamente sobre las ‘bolsas de basura llenas de dinero’ que entraban en su casa de la mano de su marido, Julián. Un testimonio que hizo que la justicia pusiese los ojos no solo en el que fuera alcalde de Marbella sino también en sus parejas: Isabel Pantoja y la propia Maite, su acompañante en la carrera de fondo hasta el Consistorio marbellí.
El juicio por el ‘caso Malaya’ ha sido uno de los más mediáticos del siglo XXI español. La imagen de Isabel Pantoja, Julián Muñoz y Maite Zaldívar compartiendo banquillo de los acusados quedará, para siempre, en la retina de los jueces, periodistas y público que fueron testigos de aquellas jornadas.
Su traumática experiencia
Maite Zaldívar fue condenada a dos años y medio de prisión y a una multa de 1’7 millones de euros por blanqueo de capitales continuado. Desde su círculo más íntimo siempre han defendido que su condena es más injusta que la de Isabel Pantoja. La tonadillera fue condenada a veinticuatro meses, seis menos que Maite, por el mismo delito.
Un contrato laboral ejecutado por su hija Elia para que Maite cuidase de su nieta hizo que la ex de Muñoz consiguiese, por fin, el deseado tercer grado. Pasado el tiempo, el interés por que Maite se hablase se incrementaba. Había deseos de conocer su versión y su experiencia en prisión. ¿Por qué no ha aparecido públicamente?
Si Maite Zaldívar aún no ha hablado en una revista o en un plató de televisión es porque el caché que pide supera las seis cifras, una cantidad que ningún medio de comunicación está dispuesto a pagar en estos días. La televisión ya no es lo que era.
El sitio llega con polémica
Zaldívar mantiene una vida muy diferente a la de antes de entrar en prisión. Un perfil mucho más bajo y familiar del que no tiene intención de salir. Maite encontró, hace más de una década, en Fernando, a su gran apoyo. Juntos han iniciado una nueva aventura empresarial no exenta de polémica.
Según publicó el diario ‘El Español‘, los comerciantes del mercado donde Maite y Fernando han creado su gastrobar, comentaban: «¿De dónde han sacado el dinero para la concesión, traspaso o alquiler? ¿No decían que no tenían dinero ninguno de los dos?». La sombra del enchufe sobrevuela la figura de Zaldívar y los trabajadores del mítico mercado afirman: «Y aquí se dan tortas para conseguir un puesto y a nadie se lo dan. Se ha puesto muy de moda abrir barecitos, como otros que hay ya aquí. No sabemos qué hilos habrá movido para que se lo den. Pero el caso es que otros no lo han conseguido».
Maite vuelve a sus orígenes
Maite Zaldívar poseía un envidiable status social en la Marbella de finales de los 90, principios de los 2000. Su entonces marido trepó en el ámbito político y se metió en el bolsillo a gran parte del ayuntamiento y otra parte importante del pópulo autóctono. Un matrimonio que empezó de la nada, como bien ha relatado la propia Zaldívar en innumerables ocasiones. El claro ejemplo de que la vida es cíclica es que Maite ha vuelto a sus orígenes: un restaurante.
A principios de los 80, unos jóvenes e ilusionados Julián y Maite hacían su aparición (no tan) estelar en la glamourosa Marbella. Montaron un chiringuito con mucho éxito, algo que les dio el acceso a crear después un negocio con más consistencia y un poco más grande, un restaurante: Mayte I. Y del I, pasaron al II. Dos restaurantes bien organizados. Zaldívar se ocupada de la cocina y Muñoz, de recibir a los clientes, entre ellos, muchos políticos con los que hicieron buenas migas y quienes le dieron ciertas claves para llegar y conseguir finalmente su ambicioso objetivo común: el Ayuntamiento más poderoso de la Costa del Sol.
Maite es una mujer libre
Tras 22 meses de encierro en prisión y 53 días en régimen de tercer grado, Maite Zaldívar conseguía, por fin, su libertad, el pasado 4 de octubre. Confesaba que había sido un día raro, sin embargo, según informaba ‘LOOK’, la exmujer de Julián Muñoz se encontraba feliz por su nueva vida, y también, cómo no, por su nuevo negocio: ‘El Puesto 85’, inaugurado el pasado 9 de septiembre.
Sobre aquel día, Maite apuntaba al mencionado medio de comunicación: «Hemos trabajado durante todo el día en nuestro negocio, salimos a las 17.30h como cada día y como mucho, iremos a tomar unas cervezas al bar de unos amigos, somos gente muy sencilla. Pareciera que Maite Zaldívar quisiese olvidar toda la excentricidad, el lujo y el posterior infierno que le trajo la fama, el folklore y el faranduleo marbellí. Una lección aprendida.