Por mucho que en la Comunidad de Madrid prácticamente la mitad de su población reside en su capital, Madrid, muchos de ellos no dudan en aprovechar cualquier día vacacional para hacer turismo de proximidad para alejarse del centro urbano madrileño y animarse a descubrir las localidades más pintorescas de su región, que no son pocos. Eso sí, aunque el Instituto Nacional de Estadística determina que únicamente hay que considerar como pueblo «aquellos por debajo de los 10.000 habitantes», que respetamos, lo cierto es que en el siguiente listado deberíamos haber incluido alguno que sobrepasa esa cifra como Aranjuez, San Lorenzo del Escorial o Alcalá de Henares, lugares considerados Patrimonio de la Humanidad.
Pizarra en Madrid

Cada vez más conocido por los habitantes de Madrid es Patones de Arriba, que gracias a sus casas de pizarra se han convertido en uno de los municipios más visitados por los amantes del turismo rural. Es uno de los llamados pueblos negros de la Comunidad, llamados así por su arquitectura popular que usa como elemento principal la pizarra y da a los edificios este aspecto oscuro. Las piedras de tonos grises, violetas o azulados otorgan un encanto singular a estos municipios. Merece la pena desplazarse hasta este pintoresco pueblecito para pasear por sus calles empedradas y ver sus casitas de pizarra decoradas con flores, especialmente en los meses de primavera.
La otra plaza de toros de Madrid

Si Madrid ya tiene su mítica Monumental de las Ventas, la Comunidad puede presumir todavía de una plaza de toros aún más peculiar. Habilitada sólo cuando hay un festejo, se ubica en la plaza mayor de Chinchón, una de las más bonitas de España. El municipio está rodeado por parajes ocres y pardos que se levanta sobre pequeños cerros para dar lugar a un paisaje de casas claras de tejados rojizos. Su plaza, declarada Conjunto Histórico-Artístico, no sólo ha sido escenario de festejos taurinos sino también de fiestas de la realeza, representaciones teatrales y hasta ejecuciones. Rodeada de casas con balcones y soportales de madera, da la impresión de estar en un corral de comedias gigante.
Buitrago de Lozoya

Otro de los pueblos más bonitos de la Comunidad de Madrid es Buitrago de Lozoya. Se encuentra a los pies de la sierra de Guadarrama y en él destacan, entre otras cosas, el perfecto estado de conservación de su muralla de origen musulmán u otros monumentos, como la Torre del Reloj o el Alcázar. Además, la estampa del río Lozoya rodeando el recinto amurallado es una de las más impresionantes de la región madrileña.
Rascafría

Rascafría es otro municipio de la Comunidad de Madrid que más destaca por su belleza. Situado en el Valle Alto de Lozoya y rodeado de un espectacular paraje natural, es un lugar que tiene mucho que ofrecer. En él se encuentra el Monasterio de Santa María del Paular, una joya arquitectónica de estilo gótico construida en el siglo XV que fue la primera cartuja de España. Además de su patrimonio monumental, Rascafría también cuenta con espacios naturales dignos de mención, como el bosque finlandés, un pequeño parque de abetos, chopos, abedules y otros árboles provenientes del norte de Europa, y el espacio natural de las Presillas, que se convierte en lugar de peregrinación en verano para aliviar los calores de la capital.
Manzanares el Real

Vivir en la Comunidad de Madrid casi obliga a visitar Manzanares El Real, situado al lado de La Pedriza, un enclave natural perfecto para practicar escalada y senderismo. Pero sobre todo hay que ir para visitar el castillo de los Mendoza, construido sobre una fortaleza mudéjar en el siglo XV con cuatro torres de estilo isabelino, y el mejor conservado de Madrid y uno de los que está en mejor estado en España. Además de este castillo, el pueblo cuenta con otros lugares de interés, como la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves o la ermita de Nuestra Señora de Peña Sacra.
Nuevo Baztán

Al sudeste de la Comunidad de Madrid se encuentra una de sus villas más jóvenes, pero no por ello menos cautivadoras. Nuevo Baztán, que debe su nombre al Valle del Baztán, fue fundada por el navarro Juan de Goyeneche en el siglo XVIII como residencia de los obreros de una fábrica de vidrio que regentaba el propio empresario. Para la planificación urbanística del pueblo se contó con José Benito de Churriguera, uno de los arquitectos más importantes de la época, el cual dejó su impronta en el trazado y fachadas de los edificios de esta pequeña localidad, donde brillan con luz propia el Palacio-Iglesia de Goyeneche o la Plaza de las Fiestas.