La primera vez que pudimos ver a Joaquín Torres en televisión fue en 2009. El arquitecto de los famosos participó en un programa de Antena 3 llamado El secreto. Allí pretendía dejar atrás su lujosa vida, para vivir entre mendigos durante una temporada. Consiguió ganarse el cariño del público rápidamente, y pronto nos empezamos a interesar por su vida privada. Su momento más mediático fue en 2017, cuando decidió separarse de su mujer y empezar una relación con Raúl Prieto, director de Viva la vida, íntimo amigo y padrino de boda de Belén Esteban. Desde entonces, Joaquín Torres ha mostrado su mejor cara: dinero, fama, éxito… pero, ¿Es todo tan idílico en su vida? Lo cierto es que el arquitecto tiene un pasado oscuro del que no logra escapar: drogas, chantajes, corrupción, ¿Quieren saber qué triste realidad hay detrás de este millonario?
Unos padres homófobos y un hermano drogadicto
> Joaquín Torres es un referente profesional para muchos arquitectos. En muchas ocasiones ha declarado sentirse valorado y respetado por sus compañeros. Sin embargo, no ha tenido la misma suerte con su familia. Todo empezó cuando tenía catorce años y sus padres pensaron que era demasiado amanerado. “Pretendían curarme. Durante muchos años todo se quedó oculto, pero fue un horror porque retrasaron lo inevitable”, confesó. Joaquín Torres pasó su infancia reprimido por el miedo que le provocaba decepcionar a sus padres. Con el paso del tiempo, terminaron aceptándolo, aunque esta etapa ha marcado su personalidad. “Siempre he oído en mi casa que lo peor que puede tener un padre es un hijo maricón”, contó una tarde en Sálvame.
Su hermano tampoco le puso el camino fácil. “Era una persona violenta, me llegó a dar palizas y yo le odiaba”, comentó en la presentación de su libro Detrás de la puerta. Juancho, así se llamaba su hermano, falleció a los 28 años a causa de las drogas. Joaquín sigue arrastrando esta muerte porque, según él, no le supo ayudar. “Le veía como un enemigo, no como un enfermo”, ha declarado. Actualmente, el arquitecto ha fundado una asociación con la que pretende ayudar a personas con los mismos problemas. “Yo no estuve a la altura, pero ahora estoy ayudando a mucha gente”, dijo al respecto. El fallecimiento de su hermano trajo consigo una oportunidad para independizarse y empezar una nueva vida llena de libertad. Su intención era empezar a disfrutar de su orientación, pero una persona se cruzó en su camino e interrumpió sus planes. ¿Quieren saber de quien se trata?
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Un matrimonio de conveniencia con un tormentoso final
> En 2015 los medios de comunicación se hicieron eco de la separación de Joaquín Torres y la pintora Mercedes Rodríguez. Desde que saltaron a la fama, los rumores de que ambos estaba juntos por el interés eran cada vez más fuerte. Sin embargo, el arquitecto era muy tajante con el tema: “Es la mujer de mi vida. Es extraordinaria y me quiere como soy”, decía. Llevaban juntos desde los 17 años y, desde entonces, no se habían separado. Joaquín no tuvo tiempo de explorar su sexualidad, así que, cuando decidió liberarse, su relación con Mercedes se vio afectada. “Por respeto a mi mujer e hijos no tengo nada que comentar”, dijo el novio de Raúl Prieto tras su divorcio. Pero muchos periodistas ya habían dado las claves de la ruptura. Presuntamente, las continuas infidelidades provocaron que Mercedes no quisiera seguir adelante con el trato que hicieron antes de casarse.
Joaquín le advirtió que no quería tener hijos pues, tal y como él ha declarado: “El sexo con mi mujer era horrible llorábamos los dos”. No obstante, permanecieron juntos 17 años. Según cuentan, ella se beneficiaba de su presencia en las presentaciones de sus cuadros y el callaba los rumores sobre su orientación. “Yo no deseaba a mi mujer, y me sentía culpable”, le contó a Susana Griso. La forma que tuvo Joaquín Torres de confirmar su separación fue acudiendo a la boda de Carlota Corredera, en 2013, acompañado por un cámara de Telecinco. No obstante, el motivo que forzó las declaraciones donde reconocía su homosexualidad fue provocado por un chantaje, ¿Saben por parte de quien venía?
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Un caso de corrupción que le restó prestigio profesional
> Si hay algo que funcionaba bien en la vida de Joaquín Torres era el trabajo. Pero todo empezó a cambiar cuando sus apariciones públicas empezaron a ser muy frecuentes. Pasó de tener clientes como Penélope Cruz o Cristiano Ronaldo, a trabajar para gente anónima cuya única motivación era el fanatismo por el arquitecto. De esta forma, perdió muchas de sus amistades influyentes. Sin embargo, el hecho que le restó más prestigio fue su imputación en el Caso Teatro, en 2014. Después de seis años de investigación le declararon inocente, pero hubo muchos clientes que dejaron de confiar en él. Le acusaban de haber participado de un delito de tráfico de influencias durante la construcción de un teatro en Getafe.
Fueron sus compañeros de trabajo los que le traicionaron en el peor momento. Los rumores sobre la existencia de una vida paralela eran cada vez más fuertes. Por aquel entonces, el arquitecto ya mantenía una relación con Raúl Prieto y, el secretismo que quería mantener, le estaba costando más de un problema. A esto hubo que sumarle un terrible chantaje frustrado. Según Joaquín, una de las hijas de su socio, Susana García Cereceda, junto a un conocido cargo policial, le pidieron dinero a cambio de no hacer público su homosexualidad. Sin embargo, él se adelantó, y en 2017 acudió a un acto público acompañado de su pareja para que todos conocieran su nueva vida. Pero llegar hasta ese punto no fue nada fácil
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Una traumática relación con la homosexualidad
> A día de hoy, Joaquín Torres es considerado como uno de los gays más influyentes del país. Pero llegar hasta aquí le ha resultado muy complicado. “Tenía relaciones con chicos y después me pasaba los días vomitando, porque me odiaba”, declaró en la revista Lecturas. El arquitecto no se atrevió a explorar su sexualidad hasta que abandonó la casa familiar, y no lo hizo de la mejor forma. “La primera vez que me acuesto con un chico es porque pago a un gigoló”, le confesó a Toñi Moreno. Su familia le había inculcado unos valores erróneos sobre la homosexualidad que le causaron muchos problemas a la hora de aceptarse. El arquitecto ha declarado que se avergonzaba de su condición y que le parecía “terrible ir a bares de ambiente”.
En la revista Lecturas comentó que había sido lo peor de todo: “Lo más duro fue decirles a mis hijos que era gay”. “Tengo 50 años y me he pasado 40 inventándome una historia de mí mismo”, declaró con rabia. Así que, decidió dar un paso adelante y confesar a sus hijos su verdadera identidad. Los pequeños le dieron una lección al no hacerle ningún reproche. Aceptaron su testimonio sin ningún problema y le expresaron lo orgullosos que se sentían de él. Además, estos chicos tienen una relación estupenda con su pareja, Raúl Prieto. “Es encantador con mis hijos. Me ha ofrecido una vida maravillosa. Lo miro y pienso: ha valido la pena”. Con esta declaración de amor, el arquitecto deja atrás sus miserias y demuestra que los finales felices también existen