Rocío Carrasco ha comentado en un nuevo episodio de su serie documental las escenas más «dantescas». Con este adjetivo se refiere ella a dichos capítulos de su vida con Olga Moreno y sus hijos. Ha parado los pies a «esa que va de madre coraje» de sus hijos. Ha dejado las cosas claras con pruebas y documentos en cuanto a las mentiras que se han dicho de ella durante años para desacreditarla. La hija de la más grande viene con las balas cargadas y apunta directamente contra Olga Moreno para desenmascarar a un lobo con piel de cordero a quien se le ha acabado el juego. En Cotilleo, hemos recopilado todas las perlas que Rociíto le dedica para demostrar la auténtica versión de los hechos.
«Por mucho que luché, llevaba las de perder»
> Una de las primeras insinuaciones de Olga Moreno frente a la educación que Rocío Carrasco daba a sus hijos llegaba cuando Rocío Flores ya tenía 13 o 14 años. Tras 15 días en casa de su padre, la adolescente llegó con un collar de cuero con colgantes. Su madre, le dijo que se lo quitara porque le daba miedo que en el colegio pudieran engancharla sin querer y hacerle daño. Le hace caso a regañadientes, sin embargo, cuando le cuenta esto a la mujer de su padre, ella se pone a la defensiva y actúa.
«Me ha dicho Olga que qué mala madre eres, que qué mala madre porque no me dejas ponerme collares«. Eso solo era una muestra de lo que pasaba en aquella casa. «Quería ropa que no le pertenecía por edad y venía con ese tipo de ropa, que me decía que se la compraba Olga. Por mucho que luches y hagas llevas todas las de perder«, ha sentenciado.
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«Cruel, asquerosa, deleznable»
> Este episodio fue calificado por Rocío Carrasco como «dantesco». Unas navidades en que sus hijos prefirieron quedarse con su padre y que su hijo fue ingresado por una pulmonía. No consigue ponerse en contacto con ellos y cuando lo hace su hija Rocío le informa de lo que ha pasado y acuden esa misma noche al Hospital Quirón de Málaga. Un hecho que tanto Olga como Antonio David criticaron en televisión por la excesiva tardanza de la madre. Una mentira más, puesto que así lo ha demostrado con la factura del hotel de Málaga en que se hospedó.
Cuando llega y ve a su pequeño lleno de cables con suero y una mujer metida en su cama, que era Olga. Se levanta corriendo a besar a Fidel Albiac y Carrasco se centra en David: «Le empiezo a dar besos me mira y me dice: yo sabía que tú venías, ves Olga, como mi madre si venía que me habíais dicho todos que no iba a venir, yo sabía que tú venías con el Fidelito». En ese momento, me dieron ganas de estrujarle la cabeza a alguien porque decirle eso a un niño que está en una cama de un hospital me parece una cosa tan cruel asquerosa, deleznable… Eso no se hace con una madre aunque sea la más perra e hija de p..ta del universo. Yo no lo he hecho con con su padre».
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«Esa que va de madre coraje»
> En relación a esos mismos días de hospital, y para no desprestigiar a Olga Moreno delante de todos, decidió que fuera ella quien acompañara a su hijo a una prueba médica, le soltó de la mano y le dijo que la mujer de su padre iría con él que ella se iba a comer algo. Algo que contó en diversas entrevistas de una manera muy diferente y que ha sido duramente criticado por Rocío Carrasco.
«Esa que ahora va de madre coraje y dice que no atiendo a los niños, eso es mentira, la actitud en el Sálvame Deluxe en Semana y en Lecturas… de frente ni una tiene una cosa ni el otro tiene huevos”, arremete puesto que corrobora que la actitud de ambos era maravillosa con Fidel y con ella cuando estaban allí. Era así puesto que el mismo padre impío se tiró 20 minutos vomitando en el baño cuando les vio llegar y les dijo en los pasillos que se quedaran con los niños una temporada puesto a que iban a estar mejor atendidos.
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«De mi casa se iban los niños como dos pinceles»
> Rocío Carrasco lo tiene claro, Olga Moreno ha podido ser amable y bondadosa con sus hijos pero no les ha cuidado físicamente, como lo haría una verdadera madre. «Si tú me hablas de cuidados físicos o de atención iba a decir que sí, pero voy a decir que no. Yo me he pasado seis años de mi vida dedicándome a cazar piojos. Porque eso no era quitar piojos, era cada quince días irte de caza. De mi casa se iban los niños como dos pinceles, con sus tratamientos hechos, con sus cosas dadas… en mi casa no había sitio ya para más productos», cuenta Carrasco sobre su propia experiencia en la que, el poco tiempo que ha estado junto a ellos, lo habría hecho de verdad.