Felipe VI emprende un reinado difícil. No solo ha hecho frente a las acusaciones penales de su hermana sino que ahora su familia se desmorona y con ella la estabilidad que prometían.
Si analizamos las idas y venidas de los Borbones en este país descubriremos los secretos de una monarquía que tiene sus debilidades y fortalezas. Felipe VI se levantó como príncipe hace ahora 40 años.
1 de noviembre 1977
En el santuario de Covadonga de un noviembre gris y frío, un niño se convirtió en Príncipe de Asturias. El mundo miraba a ese joven rubio que junto a sus hermanas parecían una familia de anuncio. La solemnidad del acto emocionó a una Sofía que ardía en deseos de tener un heredero legítimo.
Faltarían días para que aquel niño cumpliera diez años y para aquel entonces le parecía difícil entender qué pasaba a su alrededor. Felipe no era consciente de la responsabilidad que caía sobre sus hombros. Nada volvería a ser como antes, ese día le hizo ser quien sería, la niñez había quedado atrás.
Acto muy esperado
Siguiendo el protocolo de seguridad de la instaurada por ley nueva Casa Real. Después de 140 años sin ningún Monarca legítimo, España volvería a ser una monarquía. Tantas novedades habían llegado de repente que se hacía difícil entender cada una de ellas. La Monarquía daría una nueva cara a un país antiguo.
Felipe y su madre viajaban juntos, en un avión contratado para tal efecto. El rey y las infantas en otro, no se podía comprometer la seguridad de la casa real. Si había cualquier incidente siempre tendrían un heredero al que admirar. Los escoltas habían llegado para quedarse y pasar a formar parte de su vida.
Días de gloria
La reina Sofía había intentado preparar al príncipe de la mejor forma posible. La comitiva oficial empezó a recibir a todos los miembros que se habían desplazado para asistir a tal acto. Era algo totalmente desconocido y lleno de misterio. La Cueva de Santina recibió a Felipe con cantos de la escolanía.
La misa era presidida por el arzobispo Díaz Mechan, un atril y cuatro sillas que ocuparía el rey y las infantas. El escenario estaba preparado para el protagonista del acto que recibiría el título que lo convertiría en rey. No había lugar a dudas tenía que ser Felipe el rey legitimo, más allá del poder de la corona.
El orgullo de Asturias
El presidente de la diputación de Asturias mostró con orgullo su satisfacción de dar nombre a este nuevo título que se alzaba. Era una institución que serviría para unir al pueblo español en una sola misión. Una forma de que la fractura que había durado tantos años acabará y se dará por terminará.
Ahora más que nunca esa unión y esa forma de superar las diferencias que se hacía evidente en este acto es más necesario que nunca. La corona entonces servía de mediadora y ahora actúa como elemente desintegrador. A favor o en contra, parece que en tiempos de crisis no son tan necesarios.
Renuncia de su abuelo
Juan de Borbón era uno de los miembros que asistía en acto con el corazón dividido. Por un lado contento de ver como la línea sucesoria de su estirpe continuaría, pero por el otro sin él a la cabeza. Una de las condiciones del anterior jefe de gobierno era tener a una monarquía joven y dinámica.
Para Juan de Borbón llegó tarde el decreto y tuvo que hacer lo necesario para que la corona se quedara en su familia. Renunció en un acto íntimo en la Zarzuela a sus derechos monárquicos, la corona pasaría de largo y caería directamente en su hijo. Un Juan Carlos que tuvo la suerte de cara.
Un niño más
Después de tan solemne acto el príncipe de Asturias continuó con su vida normal. Por su primer cumpleaños como realeza recibió de manos del consejo de ministros una serie de títulos más: Príncipe de Gerona, príncipe de Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer.
Lo celebró por todo lo alto, haciendo lo que más le gustaba y le gusta, pasando unas vacaciones en la nieve. La televisión se enorgullecía de enseñar esas imágenes de optimismo y de dinamismo, su corona sería la clave que salvaría al país. La transición no sería tan mala como pensaban con un poco de alegría.
Asturias, patria querida
Con su himno muy presente, Felipe creció con la marca de Asturias en su mente. Desde aquel primer Asturias patria querida de hace 40 años, hasta ahora. Con esa cruz de la victoria en el pecho podía sentirse protegido y en paz. Todos querían que fuera su rey y pos eso estaban homenajeándole.
Ahora los tiempos han cambiado, en Asturias encontró a su princesa ideal. La que reinará a su lado. Su hija ya no será la esperada heredera, será alguien que ha nacido con una misión en concreto. Con cada vez menos títulos y con la necesidad que se cambie la constitución para que pueda reinar.