Este fin de semana Sara Montiel hubiera cumplido 90 años. Se fue de este mundo un día de abril hace casi cinco años. Su cuerpo no pudo más y murió de repente en su casa de Madrid. Fue un final triste para una gran artista del siglo XX. Era una de esas mujeres que allí donde iba destacaba.
No tuvo suerte en el amor y tampoco pudo disfrutar de la familia que desearía. A día de hoy, su herencia ha sido una de las más polémicas que se conocen. La artista había cosechado un sinfín de éxitos que le sirvieron para comprar todo lo material a su alcance. Las joyas eran una de sus perdiciones. ¿Qué habrá sido de su colección privada?
Sara Montiel se fue
El misterio de la muerte de Sara Montiel planea todavía sobre sus familiares. Era una mujer mayor, pero no se le conocía ninguna dolencia importante. Simplemente se apagó, inundada por la decadencia de sus últimos años, aquel mito del siglo XX. Nos quedarán sus películas y su forma de vida tan peculiar.
Sara quería vivir a su aire. Rodeada de los suyos y llena de amor para todos. Tenia un estilo peculiar y una voz que todavía resuena en algún recuerdo de juventud. Era auténtica y como tal, amaba todo lo exclusivo y único. Uno de los interrogantes después de su muerte es el paradero de sus joyas más importantes.
Le encantaba el lujo
Sara Montiel era una gran amante de todo lo lujoso. En su época de esplendor, cuando era una de las artistas más conocidas del mundo decidió hacerse una serie de pequeños homenajes propios. No quería que nadie le diese nada, de hecho, no lo necesitaba. Podía comprar todo lo que deseará, el dinero llegaba en grandes cantidades a su casa.
Si repasamos la filmografía de la actriz vemos que en algunas de sus películas utiliza sus propias joyas. Es una muestra de su poder y un símbolo de identidad que la acompaño hasta su muerte. Ella era la pieza más valiosa de un universo de lujo y de glamour. Todo el brillo que podía rodearla era poco si lo comparamos con la energía que desprendía.
Cartier o Van Cleef
Las marcas preferidas de Sara eran aquellas que llevaban la palabra lujo asignadas. Tenía contacto permanente con las principales joyerías del mundo entero. Le gustaban las piezas exclusivas, hechas a mano y con un carácter especial. no quería que nadie más tuviera sus propias joyas.
En cada uno de sus viajes, intentaba ganar tiempo para visitar esas joyerías que solo unos pocos pueden visitar. Allí dejaba que la mimasen y que le ofreciesen todo lo que tenían. Podía permitirse comprar las piezas más caras y prácticamente llevárselas puestas. Era Sara Montiel un mito que representa toda una época.
El babero de esmeraldas
Una de las piezas más reconocidas fue un babero de esmeraldas. Un tipo de collar que se sale del resto de joyas convencionales. Estaba hecho por encargo con las manos de uno de los mejores joyeros de Galicia. Todo un experto que esperó la llegada de las esmeraldas encargadas directamente en Brasil para crear su obra maestra.
Elisabeth Taylor una de las estrellas del cine de Hollywood quedó hipnotizada la primera vez que vio a Sara Montiel con ese collar. No podía creer lo que veían sus ojos, el collar más bonito que había sobre la faz de la tierra. Sara sabía muy bien como quería las joyas y conseguía con ellas llamar la atención del mundo entero.
El collar de Anthony
Uno de maridos de Sara, Anthony Mann le regaló en sus primeros años de convivencia una de las piezas estrella de su joyero. Se trataba de un collar que era realmente maravilloso y que consiguió enamorar aún más a Sara. Estaba hecho de brillantes como símbolo inconfundible del amor eterno.
El amor por las joyas parece que fue una constante para Sara, que siempre intentó llevarlas consigo. Sus apariciones publicas tenían como protagonistas esos looks imposibles repletos de lujo y de brillos. Era la Sara Montiel más auténtica que lloraba con algunas de las piezas que tenía por lo que representaban.
Una manera de ayudarla a superar las penas
Las joyas de Sara Montiel también son terapéuticas. En su vida hubo una época de mucho dolor. Sara tenía un sueño, común a muchas mujeres, convertirse en madre. Una tarea a la que le dedicó años y años. Finalmente, no pudo ser. Sara tuvo muchos abortos que pusieron en peligro su salud.
En el cuarto de sus abortos y uno de los más dolorosos, su marido le regaló un gran anillo de esmeraldas. En esa piedra verde Sara escondía todas sus lágrimas. Era ponérselo y olvidar lo que le preocupaba. Había pasado página y podía disfrutar de una sonrisa, la que le provocaba tener una pieza así entre sus manos.
Una pulsera de 200.000 euros
La mayoría de las piezas el joyero de Sara Montiel tiene un valor desorbitado. Forman parte de marcas y colecciones descatalogadas, con el paso del tiempo se han convertido en obras de arte. Las joyas son una de las piezas que puede conseguir aumentar su valor con el paso del tiempo. Sara parece que era consciente de este detalle.
La pulsera Cartier de los años 20 que tenía, hoy en día valdría 200.000 euros. Una cantidad que parece exagerada, pero es lo que tienen las piezas de alta calidad. Además de piedras preciosas como el gran zafiro de Chente, una piedra única que en una subasta superaría los cientos de miles de euros.