Todo lo que rodea a la figura de Rafa Nadal llama la atención, desde sus impresionantes logros deportivos, recordemos que ya tiene su victoria número 100 en Roland Garros, 20 Grand Slams y 13 Roland Garros, a su vida privada. El tenista ha querido mantener esta parte personal en la más estricta intimidad, y muy poco se conoce de ella, aunque durante su última intervención en El Hormiguero, hemos podido descubrir un poco más sobre sus pecados más ocultos.
El hombre detrás del tenista
> Rafa Nadal es algo más que un exitoso tenista, aunque muy poco se conoce de esa faceta que solo muestra a sus seres más queridos. Son pocas las veces en las que el campeón ha dejado que la prensa del corazón se inmiscuya en su vida, tanto que hasta su boda con Xisca Perelló fue llevada con muchísimo tacto. Ella, calificada como hermética y paciente por aquellos que la conocen, se ha mantenido siempre en un discreto segundo plano y ha dejado que sea él quién acapare todos los focos.
Y en cuanto a cómo es Rafa Nadal fuera de la pista, por fin hemos podido saber un poco más aprovechando su intervención en El Hormiguero. Una oportunidad que Pablo Motos no quiso desaprovechar y en la que le preguntó muchas cosas de su personalidad, además de por sus gustos.
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Sus pecados ocultos
> Entre otras muchas cosas, Rafa ha contado alguna anécdota divertida, cómo que su mujer Xisca se ve obligada muchas veces a esconderle el chocolate. Y es que esa es una de las cosas a las que más les cuesta renunciar en la estricta alimentación que debe seguir. “Mi mujer me esconde el chocolate. A veces me encuentro la Nutella al fondo del armario. En la pista tengo mucho autocontrol y nunca hago gestos o tiro la raqueta, pero con el chocolate…”, reconocía entre risas.
Además, ha confesado que le gusta la fiesta y que también toma alcohol, en concreto Tequila. Y también ha sacado a la luz su faceta más sensible, revelando que es de lágrima fácil y que hay ciertas películas que consiguen sacarle la fibra sensible: ET, Titanic o El Rey León, consiguen que Nadal vuelva a sentirse como un niño pequeño. “Con Titanic lloré como un bebé cuando fui a verla al cine”.
E incluso se ha animado a dar un consejo muy importante a los niños que el día de mañana quieren convertirse en un deportista de su talla. “Lo primero, que se diviertan. Cuando se es niño es muy importante que se esfuerce cada día para mejorar, pero desde muy pequeño no puede pretender ser un profesional, debe tener la vida de un niño de 10 años”, recalcando así la importancia de poder disfrutar la infancia, tal y cómo le ocurrió a él.
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Ajeno a los rumores
> Rafa Nadal ha querido también dejar claro que evita leer noticias relacionadas con él en la prensa, sea para bien o para mal. Una forma de protegerse de las polémicas y de la mala sangre, con lo que tan solo echa un vistazo a los titulares que le nombran. “Como estamos fuera de casa casi siempre intento conectarme a las páginas web de la mayoría de los periódicos españoles para estar informado. Cuando aparezco yo, leo el titular y no la abro casi nunca, especialmente antes de partidos”, afirmaba. Aunque también ha reconocido tener un fallo muy grande, y es el de la impuntualidad. “La puntualidad no es mi gran virtud. Es un vicio, estoy en el sofá y pienso que voy sobrado de tiempo, en el último momento siempre surge algo, esos cinco minutos tarde nunca me los quito, no es un drama. Cuando quedaba con mis amigos de jóvenes, llegaba tarde porque en Palma la fiesta empieza tarde y además muchas noches había fútbol”.
Sin embargo, a pesar de que Nadal se ha abierto sobre muchos temas, ha evitado pronunciarse sobre uno en concreto: la gestión por parte del Gobierno de la crisis del coronavirus. El tenista a preferido sonreír y dejar a libre interpretación su reacción: “Yo lo que quiero es que los que estén gobernando lo hagan de la mejor manera posible para todos. Si me preguntas cómo se ha gestionado, prefiero guardarme mi opinión y la tengo muy clara. Ha habido equivocaciones y es humano reconocer los errores… Todo el mundo entiende que los políticos se equivoquen, es humano, yo me equivoco a diario. Cuando hay tantos sanitarios contagiados, es evidente que ha habido equivocaciones ahí. Lo que me gusta menos es cuando no se reconocen los errores, porque se deja de tener credibilidad”.