Este martes 26 de septiembre, la actriz y presentadora Paz Padilla cumple 48 años, y este fin de semana organizó una fiesta para celebrarlo lo alto. Por eso, como tantos años dan para tantos momentos, vamos a ir repasando algunos de los más destacados de la vida de la cómica.
Desde sus tiernos comienzos en los que trabajaba en el campo hasta su aterrizaje en una de las series más mediáticas del panorama español.
Su infancia entre «algodones»
Desde pequeña Paz Padilla ha tenido que ingeniárselas para ir saliendo hacia adelante. Como pudimos descubrir en el programa ‘Mi casa es la tuya’, con Bertín Osborne, la infancia de la actriz no fue muy acomodada. Siempre ha tenido que saberse sacar las castañas del fuego.
Por ello, en el sofá de su jardín, recordaba los momentos en los que, siendo muy pequeña, tenía que salir al campo a recoger algodón, algo que le provocaba grandes dolores en las manos y en la espalda. Pero le daba igual. Todo era por el bien de su familia.
Su estrepitoso salto a la fama
Su llegada a nuestras vidas tuvo lugar cuando se presentó, junto a su cuñado, a un casting de televisión. «Pensaba que se estaba cachondeando de mi» decía Paz cuando su madre le decía que le había llamado una chica «muy fina» de la televisión. Incrédula ella, la cogieron para formar parte del elenco de humoristas que protagonizarían el espacio.
Este casting sería para Paz el primero de muchos, y gracias al cual pudo compartir tiempo con el maestro del humor Chiquito de la Calzada, del que se ha hecho inseparable.
El sufrimiento tras el divorcio
Tras siete años de relación con el que era su marido y padre de su única hija, Albert Ferrer, este puso fin a la relación de la noche a la mañana. La razón que le dio a Paz Padilla fue que «se le había acabado el amor«. Esta situación le trajo un gran dolor a la presentadora. «Lloraba mañana tarde y noche. Estaba locamente enamorada de ese hombre, pensé que nunca volvería a enamorarme».
La única relación que les unía desde entonces era el vínculo con su hija. Albert acudía a recoger a la hija de ambos, y, según contaba Paz, se arreglaba para él, le contaba un par de chistes y, cuando se marchaba, volvía a encerrarse a llorar. Un calvario que a Paz ya le queda muy lejos, tal y como se demuestra en una de las fotos publicadas por la actriz este verano
La llegada a ‘Crónicas Marcianas’
A lo largo de toda la trayectoria profesional de Paz Padilla, ha ido aprendiendo y mejorando sus características profesionales. Pero, uno de los grandes cambios los consiguió dar de la mano de Javier Sardá en ‘Crónicas Marcianas’.
El mítico programa de Telecinco contó con la colaboración de Paz para interpretar diferentes papeles humorísticos. Aun guardamos en la retina su interpretación de la niña del exorcista o aquél momento en el que, interpretando a una profesora, se subió sobre Ricky Martin.
El escenario, su refugio
Sobre las tablas de un escenario es donde Paz mejor se puede encontrar. Ahí es donde ella se siente libre y donde puede ser exactamente como es. «Desde el primer día que me subí a un escenario siempre he sido feliz», confesaba Paz.
De hecho, asegura que gracias a la interpretación consiguió salir adelante tras la pérdida de su padre. «Lo enterré por la mañana y por la tarde tuve que ir a grabar«. Una de las mayores penas de la actriz también se centran sobre las tablas, ya que asegura que una de sus grandes penas es que su padre no le haya podido llegar a ver sobre el escenario del Teatro Falla, en Cádiz.
‘Sálvame’, su bienestar y su dolor
El programa que ha vuelto a traernos a Paz casi todos los días a nuestras casas ha sido ‘Sálvame’. El espacio estaba presentado originalmente por Jorge Javier Vázquez, pero en sustitución de este se decidió encomendarle la tarea a Paz.
La presentadora le debe mucho al formato, que consigue sacar lo mejor de ella en ciertos momentos. Pero también le ha traído mucho sufrimiento y dolores de cabeza. «Sufro mucho. Tengo un papel que no me gusta», asegura Paz. Lo cierto es que de momento no piensa en marcharse, y tiene intención de irse cuando también lo haga el programa.
Su familia, su tesoro
Si hay algo que define a Paz Padilla es su carácter familiar. A pesar de la fama, ella siempre ha estado muy cerca de su familia. Es uno de sus tesoros más preciados. Su madre, Doña Carmen, posee un sentido del humor impresionante, al igual que una enorme fuerza interior y vitalidad, cualidades que también ha heredado Paz.
Además, la actriz tiene una hija, fruto del matrimonio con Albert Ferrer, a la que ama con todo su corazón y de la que se siente tremendamente orgullosa. Anna Ferrer de hecho, es ya toda una influencer en las redes sociales, y el camino junto a su madre se desviará unos meses mientras continúa con sus estudios en el extranjero.
Una segunda boda por sorpresa
A pesar del mal resultado que obtuvo de su primer matrimonio, a Paz Padilla aun le quedaba espacio para el amor en su corazón. Por eso, tras el divorcio, Antonio Vidal regresó a su vida después de haber sido novios durante su juventud. Pero esta vez llegaba para quedarse. Pese a la distancia física que les separa a ambos, eso no ha sido impedimento para que puedan disfrutar de su amor juntos.
De hecho, Paz tuvo la idea de casarse por sorpresa en la India, bajo el ritual tradicional, sin que Antonio supiera nada hasta dos horas antes de la boda. Por suerte, Antonio aceptó y se casaron de nuevo por todo lo alto en España, una celebración de la que sus amigos y familiares fueron testigos privilegiados.
La Chusa en ‘La que se avecina’
Uno de los últimos papeles que ha asumido la presentadora ha sido en una de las series con más tirón de Telecinco: ‘La que se avecina’. En ella comenzó interpretando, de manera esporádica, el papel de «La Chusa», una politoxicómana y prostituta que aparecía ligada a Coque, el portero de Montepinar. Pero finalmente ha pasado a formar parte del elenco fijo de la serie en las últimas temporadas.
Ahora «La Chusa» es la asistenta interna de Maite, con la que vive, y a la que ayuda a las tareas diarias del hogar, en cierto sentido. Gracias a la maravillosa interpretación de Paz Padilla, estamos seguros de que a «La Chusa» le queda un gran camino por delante en Montepinar.