El 23 de julio de 2004 nos sorprendía la muerte de Carmen Ordóñez, a quien muchos apodaban ‘la divina’. Hija de Antonio Ordóñez, leyenda del toreo, y Carmen Dominguín, miembro de otra saga taurina de renombre. Mujer primero y ex esposa después de Paquirri, otro mito de los ruedos; madre de Fran y Cayetano Rivera y Julián Contreras Junior, fue una ‘hija, mujer y madre de’ con una personalidad singular que en sus intensísimos 49 años de vida no dejó indiferente a ninguno de los que la trataban.
Pero, ¿se contó ya todo sobre su vida o aún quedan secretos por desvelar?
La lujosa y chispeante infancia de Carmuca
Carmina no era su nombre familiar, aunque muchos se empeñaron en utilizarlo como seña de proximidad con Carmen Ordóñez. Ese diminutivo se le aplicaban en el hogar de los Ordóñez a Carmen Dominguín, la matriarca del clan familiar. A su hija mayor la llamaban en casa y sus íntimos Carmuca.
Tan pronto como se hizo mayor tras una feliz infancia, empezó a viajar en avión privado con sus padres a París a comienzos de los años sesenta en la España de la época. Cenas de gala en Madrid y desayunos de lujo en Barcelona, adoptando los hábitos de la jet-set. Siempre con su también fallecida hermana Belén, que seguían a sus padres en una intensa y chispeante vida social.
Una mujer de pensamientos políticos reaccionarios
Aunque Carmen estudió en el Liceo Francés y su educación era liberal, su pensamiento político en los años de juventud era reaccionario. Existen fotos suyas en un acto de Blas Piñar con el brazo en alto y tocada con boina requeté.
Después, dejó a un lado lo ultramontano para dedicarse a disfrutar de la vida sin dar cuentas a nadie, mucho menos a una moral vetusta. Lo que nunca dejó de llevar dentro fue la Semana Santa de Sevilla –era devota de la Esperanza de Triana– y la romería del Rocío.
Una vida a su manera
Carmen Ordóñez conoció al hombre de su vida en los toros. No podría haber sido de otro modo. Se casaron en febrero de 1973 en la Real Basílica de San Francisco el Grande de Madrid. Francisco Rivera ‘Paquirri’ tenía 25 años y ella, 17. En una época en que los ídolos no jugaban en el campo de fútbol sino que se la jugaban en el albero, la boda entre el torero más prometedor del momento y una de las jóvenes de sociedad más bellas del país fue un acontecimiento social de primer orden.
Tras la separación de Paquirri, Carmina decidió vivir a su manera. A la que le apetecía. Como por ejemplo entrar y salir sin dar permisos, formar pandilla de amigas cual Santísima Trinidad capitaneada por Lolita Flores y Charo Vega -las más fieles hasta el final-, ser modelo, disfrutar, dar rienda suelta a una bendita frivolidad, descubrir al mundo la belleza de Marruecos -ejerció de relaciones públicas del país en la Expo de 1992- y convertirse en la reina de corazones para los medios de comunicación.
Una maldición y un desencuentro por amor
Lolita, la hija mayor de Lola Flores, conoció a Paquirri cuando su relación con Carmen ya hacía aguas, un pequeño idilio que no fue a más. De hecho, Paquirri rompió con ella al conocer a Isabel Pantoja. Aunque Carmen también inició un romance con el ex novio de Lolita, Antonio Arribas, le molestó mucho enterarse por terceros de que su amiga se estuviese entendiendo con el padre de sus hijos. Terminada la relación entre Paquirri y la hija de Lola Flores, volvieron a ser tan amigas como siempre y jamás volvieron a separarse hasta el final.
¿Recuerdan la presunta maldición gitana que la Faraona echó a Isabel Pantoja? Dicen que aunque ha sido desmentida por la propia Lolita, sí hubo un desencuentro en la sala Florida Park de Madrid: Pantoja era la nueva en la vida del torero, la causante de la desgracia de su hija y Lola no soportó verla tan cerca sin evitar enfadarse.
Lo que no fraguó en su vida: el amor y los negocios
Tras algunos romances de poco fuste, llegó a su vida el cantante y compositor Julián Contreras. Se casaron en Miami, en 1984 y mediante una ceremonia civil que luego celebraron eclesiásticamente en Madrid con su hijo Fran y su amiga Lolita como padrinos. Hacia 1990 se instalaron en Marrakech, un lugar que siempre la enamoró, con su tercer hijo, Julián Conteras Jr.
Contreras padre le dio la estabilidad necesaria pero no era el alma gemela que ella necesitaba. Los negocios que ella le ayudó a abrir en el país vecino, merced a su buena relación con las autoridades marroquíes no fraguaron. Tampoco su matrimonio. Se separaron en 1994. Ella continuaría bajando a Marrakech y a Tánger, donde pensó incluso instalarse permanentemente.
‘A mi, plin’ y ‘la Divina’
Dicen todos quienes la conocieron que era imposible no reírse con ella. Carmen Ordóñez era muy graciosa, además de fresca, natural y generosa a más no poder. Nos quedamos con una de sus frases más celebradas. Era una celebración de la vida, de la suya propia, adaptación de un eslogan de la marca de colchones Pikolin. Cuando alguien le afeaba la conducta o reclamaba su atención para cualquier tema que no le interesase, respondía “A mí plin, que soy Ordóñez Dominguín”, como recuerda la revista ‘Diez Minutos’.
Además, todos la recordamos como ‘la Divina’ y es, precisamente, por usar al adverbio “divinamente” con mucha frecuencia.
Ejerció de periodista
Además de escribir sus primeras memorias para ‘Diez Minutos’, durante una época Carmina ejerció de periodista con su sección «Frente al espejo», donde obtenía información de las famosas y sus trucos de belleza. En la foto, junto a Paquita Rico.
El poder de Carmina ante una cámara siempre fue brutal. Hizo los mejores reportajes de moda y corazón para todas las revistas de España, copaba titulares en la prensa internacional y, además, activamente durante muchos años en programas de televisión: Carmina había nacido para comunicar.
Nueva heredera de su belleza: su nieta Tana
Cayetana Rivera Martínez de Irujo es la nieta de dos de las mujeres más famosas de su época, hija de uno de los toreros más emblemáticos de España y del ojito derecho de la Casa de Alba. La fama y belleza de Tana era un hecho desde el mismo momento en el que sus padres anunciaron el embarazo.
Con el paso de los años y ahora recién cumplida su mayoría de edad, podemos comprobar cómo Tana ha heredado la belleza de su abuela Carmina. Tana podría convertirse en la digna sucesora del legendario título que su abuela se ganó: el de reina de corazones.