Borja Thyssen, «el pobre niño rico» (como le apodan algunos medios nacionales) tiene pasaporte suizo pero conocer dónde vive realmente el hijo de la Baronesa Thyssen requiere una investigación a la que le cuesta dar respuesta, incluso, a la propia fiscalía del Estado español. En los últimos años ha afirmado vivir en Andorra, en Londres en 2016 y otra vez en Andorra desde principios de 2017, fecha en la que su mujer, Blanca Cuesta, y sus cuatro hijos, fijaron su residencia en la lujosa casa que la pareja posee en la exclusiva urbanización La Finca de Madrid.
Ahora, se cumple una década del aniversario de boda de esta peculiar y pintoresca relación y por aquel entonces, en octubre de 2007, Blanca se veía heredando el poder que Carmen Cervera posee desde décadas. Algo falló en su plan y el desenlace para esta mujer con ambiciones no está siendo el que esperaba de su casi perfecta maquinación.
Borja, heredero de un patrimonio incalculable
Cuando el 15 de febrero de 2002 Borja Thyssen-Bornemisza aceptó el acuerdo de reparto de la fortuna de su padre, tenía 21 años y cualquiera podría pensar que sus problemas se habían acabado para siempre. El conocido como pacto de Basilea distribuía entre sus herederos, incluidos sus cinco hijos, Georg, Francesca, Lorne, Alexander y Borja, un patrimonio estimado en más de 3.000 millones de euros, aunque su valor real fuera incalculable a tenor de las obras de arte que incluía y los récords de venta que este tipo de bienes siguen batiendo cada año en las subastas más selectas.
Toda España lo sabía: el niño que Heinrich von Thyssen adoptó en 1984 por amor a Carmen Cervera, quien se convirtió en su quinta esposa en 1985, se había confirmado como el nuevo e inesperado heredero para los otros hijos del barón. Y en este contexto y al poco tiempo de darse estos hechos históricos en nuestro país, casi de la nada apareció ella: Blanca Cuesta, la niña de una familia bien que no se conformaba con eso. Soñaba con ser aún más rica en amor, en atenciones y por qué no decirlo, en fortuna.
Marido y mujer en 2007 sin el beneplácito de Tita Cervera
Tita Cervera es una mujer muy lista e intuyó desde un principio que Blanca no era la mujer que ella quería para su hijo. Pero Borja se casó en 2007 con Blanca Cuesta sin que esa madre, a la que estaba tan unido y que le había defendido con uñas y dientes, acudiera a su boda. Cuesta no era de su agrado.
Haciendo de tripas corazón, no le quedó otra a Carmen que retomar relaciones con Blanca cuando nació su primer hijo, Sacha. Volvió a enzarzarse en pleitos, dimes y diretes reclamándole bienes de la herencia del barón y cuadros que actualmente forman parte de la colección privada Carmen Thyssen, constituida por 430 obras. Pero dos de esas obras, según informa ‘El País’ en sus páginas, pertenecen a Borja.
La fortuna de Borja
250.000 euros que Borja Thyssen recibe de su madre como paga anual, siete casas que no están a su nombre en el registro de la propiedad, pero que le pertenecen aunque permanezcan ocultas a través de sociedades interpuestas según desveló ‘El Confidencial‘, un piso de más de 400 metros en el barrio de Sarrià en Barcelona a nombre de Sacha, su hijo de nueve años, y que en 2015 se alquilaba por unos 7.500 euros mensuales o los 15 millones de dólares que ha recibido en tres entregas como herencia de su padre, no parecen ser suficientes para conseguir su paz de espíritu.
Ni él ni su abogado han respondido a la solicitud de este periódico para contar su versión sobre los pleitos abiertos con Hacienda.
Y su deuda con Hacienda
Estar casados implica estar enamorados y sortear juntos los problemas conyugales. ¿Contaba Blanca en 2007 con esto? Lo explicamos: pese a que el pasado año la pareja parecía que había fijado su residencia permanente en Reino Unido, finalmente decidieron aterrizar en Andorra, país donde viven para tributar en el país vecino. Por lo menos deberían hacerlo el mínimo establecido: Casi 140 días al año.
Pero no deben de cumplirlo a raja tabla dado que la jueza del Juzgado de Instrucción 1 de Pozuelo de Alarcón le ha impuesto una fianza de 629.240 euros por un presunto delito de fraude fiscal al “fingir” que vive en Andorra. Un tema del que no se ha dado solución y que, a juzgar por las imágenes, a la pareja no parezca preocuparle demasiado. ¿Cómo harán frente los Thyssen a la deuda?
En la actualidad: un matrimonio nómada para evadir al fisco
Esta, quizás, no sea la vida que Blanca Cuesta soñó para su futuro. En la actualidad, Borja Thyssen cambia continuamente de residencia en un ejercicio de funambulismo para intentar evadir al fisco. Un objetivo que le obliga a vivir al menos 183 días del año fuera de España.
Además, hace tiempo que Borja Thyssen dosifica sus antes habituales exclusivas en la prensa rosa, no se prodiga en declaraciones y prefiere mantener un perfil público más discreto. No le conviene. Su madre, Carmen Thyssen, también calla para protegerlo: “No puedo hablar nada sobre su vida. Probaré a llamarle y Borja verá si él quiere hacerlo”, manifestó a ‘El País’ en una conversación telefónica. «Correcta pero lacónica», matizan en el citado diario.
Una estampa familiar rota por… ¿Blanca?
En ‘El País’ lanzan una pregunta: «¿Merece la pena esta cárcel dorada que le impide, al menos sobre el papel, vivir junto a su mujer y sus hijos gran parte del año?» Y lo cierto es que nadie de su entorno quiere contestar a esta pregunta. La reconciliación familiar que llegó a través de abogados en el verano de 2014, tras siete años de desavenencias, bien merece el silencio de su madre, de Tita.
Aunque en ese pacto de paz negociado no haya logrado incluir, hasta el momento, que las dos hijas pequeñas de Tita Cervera, María del Carmen y Guadalupe Sabina —que llegaron al mundo gracias a una gestación subrogada— sean vistas en público junto a su hermano mayor. ¿Sigue teniendo que ver Blanca también en esta rota relación de hermanos?
Una imagen desmejorada y poco cuidada
Esta es la última fotografía que nos ha llegado a la prensa de Blanca Cuesta. Esta tomada en la pasada noche del jueves 16 de noviembre durante la inauguración de la exposición de arte del escultor José Manuel Robles en Madrid. Acompañada en todo momento de Borja, su marido, el devenir a menos físco de Cuesta da señas de que su vida actual no está siendo del todo placentera.
Pues en su rostro se marcan los años y el cansancio. Siempre le ha gustado lucir una larga melena, pero un pelo fosco, seco y acompañado de un estilismo nada elegante ni actual chocan con esos años dorados que en un pasado no muy lejano la mujer de Borja lucía para la prensa del papel couché.
No sabemos si será el caso de Cuesta, pero cabe recordar ese refrán ‘made in Spain’ que dice eso de «la avaricia rompe el saco».