A doña Sofía le llamó poderosamente la atención que su hijo ponía en el telediario de las tres de la tarde. Siempre que estaba en Zarzuela, don Felipe sintonizaba la 1 para lo que parecía era escuchar las noticias. Sin embargo, lo que realmente le interesaba era la presentadora. El príncipe movió los hilos para conocer a Letizia Ortiz. Un periodista amigo organizó una cena en su casa y allí pudo cumplir su sueño. Diecisiete meses después, la periodista lo dejó todo por la Corona. El reinado de Letizia está plagado de espinas. Las rosas abundan poco. Te contamos los motivos.
Llegada a Zarzuela
Aquel día, Letizia Ortiz cerró la puerta de su domicilio por última vez. Se encontró con el portero e intercambiaron unas cuantas palabras. Ella le explicó que se iba de viaje. Con el arrojo que le caracteriza, la presentadora del telediario echó el cierre a su etapa como periodista. Y lo hizo sin mirar atrás. Lo había meditado mucho y tenía claro que el amor que sentía por don Felipe sería suficiente para encarar su nueva vida con éxito.
Cuando se anunció el compromiso matrimonial de don Felipe y doña Letizia, algunos se sorprendieron ante el hecho de que la periodista fuera divorciada. Fue un detalle que se incluyó en el comunicado enviado por Casa Real. La gente empezó a hablar pero la mayoría de medios decidieron obviar este hecho y se centraron en glosar las bondades de Letizia. Se le adjudicó un currículum familiar y laboral muy inflado. Eso hizo que algunos la miraran con recelo.
Primer traspiés
En Zarzuela tenían claro que Letizia Ortiz no aguantaría un escrutinio intenso por parte de la sociedad española. Eran muchas las cosas que tenía en su contra. En esta ocasión, los medios de comunicación más poderosos de España no dudaron en transmitir una versión de la periodista corregida, aumentada y almibarada. Sin embargo, sobre ella existían muchas dudas que solo los años han empezado a disipar.
Que Letizia no caía bien se supo el mismo día en que ella y don Felipe se reunieron con la prensa con motivo del anuncio de su compromiso. La periodista estaba muy nerviosa. Quería explicar a los que habían sido sus compañeros lo que para ella significaba el cambio de vida. El problema fue que se le ocurrió interrumpir al príncipe, con el ya famosísimo “Déjame hablar”, y eso la puso en el disparadero.
No era tan fácil
Tras casarse con don Felipe, Letizia Ortiz desapareció y apareció doña Letizia. Al regreso de la luna de miel, la pareja se puso manos a la obra. Ella era partidaria de ejercer el cargo de forma independiente al príncipe. Sin embargo, se desaconsejó porque podría dar lugar a confusión. Además, se prefería que la periodista siguiera la línea de su suegra, siempre al lado del Rey y con una serie de actividades que, aunque independientes, se desarrollaban bajo la tutela de don Juan Carlos.
El primer año de doña Letizia en Zarzuela fue complicado. Jugó en contra su manera de ser. Es cierto que se aplicó para prepararse a fondo. Fue instruida en ciertas materias necesarias para ejercer el cargo. Sin embargo, en cuanto a la forma de desarrollarlo, estaba convencida de que la experiencia adquirida frente de las cámaras de televisión le facilitaría mucho el camino. Se equivocaba, el hecho de saber mirar a cámara y hablar nada tiene que ver con el oficio de princesa. Tardó mucho tiempo en darse cuenta de su error, y cuando lo hizo, sus enemigos le habían comido el terreno.
La leyenda
Al igual que otras plebeyas que han matrimoniado con herederos al trono, Letizia Ortiz también sintió la presión de la maternidad. El embarazo de Leonor no fue fácil, es una característica que se repite en las mujeres Ortiz. La princesa no se encontraba nada bien. Tenía muchas náuseas y los primeros meses fueron terribles. Cuando empezaba a recuperarse, apareció en escena su imposibilidad para ser madre de forma natural.
Corrió como la pólvora que doña Letizia se había sometido a una inseminación artificial en un centro de Valencia. La encargada de propagar esta historia era la ex mujer de uno de los propietarios del centro médico. Al parecer, el divorcio no se había producido en buenos términos y ella maquinó la estratagema a modo de venganza. De qué manera llegó esta señora a hablar con tantos periodistas es algo que sigue extrañando en la actualidad.
El cuento de Leonor
Cuentan que doña Letizia sufrió mucho durante su embarazo por esa historia sobre cómo fue concebida Leonor. De hecho, en una de las reuniones que mantuvo tras dar a luz , dejó caer que la gestación se había producido por medios naturales. Sin embargo, para entonces ya había echado a rodar la leyenda y muchos no creyeron su versión. Para colmo de males, el hecho de que el parto de Leonor fuera complicado, se habló de que hubo serios problemas, desató otra historia para no dormir.
Empezó a hablarse de que Leonor tenía ciertos sentidos afectados, el habla, la visión, el oído… En Zarzuela ya se había instalado una política de comunicación que incluía no dar explicación sobre ciertos asuntos pertenecientes al ámbito más privado de los príncipes. Sin embargo, dada la insistencia del rumor, los funcionarios encargados de la comunicación de doña Letizia y don Felipe expresaban que la niña no tenía ningún problema. Añadían que era muy simpática, lista y despierta.
Crianza cuartelera
El nacimiento de la infanta Sofía hizo que se abriera la incógnita sobre la ley sálica, que impide a la mujer acceder al trono. La Casa Real y el Gobierno acordaron que no se tocaría la Constitución para hacer este cambio. Mientras tanto, la sociedad española que sentía simpatía por la monarquía estaba ávida de imágenes de las infantas. Fue todo lo contrario, los príncipes estuvieron de acuerdo en no exponer a sus hijas. De hecho, Leonor y Sofía son las princesas menos fotografiadas de las familias reales europeas.
Nadie sabe por qué doña Letizia tiene una actitud tan controladora con sus niñas pero el caso es que todos los detalles relativos a ellas tienen que contar con su aprobación. Es una madre muy estricta, de aquellas que no transige con los dulces ni con la laxitud de horarios. Todo indica que Leonor y Sofía siguen una disciplina de cuartelaria. Da la sensación que la suya es una crianza demasiado rígida, con muchas imposiciones. Que se sepa, el príncipe no se queja, de lo que se intuye comparte el método de su esposa.
Cambio de imagen
Durante su época de soltera, Letizia Ortiz no tuvo demasiado interés en cuestiones de belleza. Sin embargo, al convertirse en princesa le aconsejaron que ciertos cambios estéticos eran convenientes. Se trataba de hacer desaparecer la dureza de su rostro a golpe de bisturí. Su nariz prominente fue cincelada y dio paso a un apéndice más pequeño y proporcionado. También se redondeó su rostro para limar algunos ángulos demasiado marcados.
En Zarzuela eran conscientes de que doña Letizia no conseguía llegar a la sociedad y creyeron que cambiar su rostro ayudaría. Se equivocaron. Entonces aparecieron las críticas. Su estilo empezaba a recordar al de Rania de Jordania. Mientras tanto, la princesa ya se había hecho adepta a la medicina estética y visitaba con regularidad la consulta del doctor encargado de aplicarle esos cócteles de belleza que le confieren un aspecto juvenil.
La peor valorada
La nueva Letizia Ortiz mejorada no consiguió el milagro. Seguía propagando una imagen de frialdad y lejanía. Todo esto no hizo más que contribuir a su leyenda negra. Las comparaciones con doña Sofía la dejaban en muy mal lugar. De hecho, en las encuestas sobre la familia real, ella y don Juan Carlos eran entonces los peor valorados. Quizás, la princesa debería haber escuchado más a quienes le aconsejaban ciertos cambios en su manera de ejercer el cargo.
Cuando don Juan Carlos tomó la decisión de abdicar, hizo esta pregunta: “¿Está preparada Letizia para ser Reina?”. Le dijeron que sí y ahí empezó a escribirse una nueva página en la vida de la periodista. Si algo tenía claro es que su reinado no sería como el doña Sofía. Nada de inaugurar hospitales y visitar a enfermos. Quería ejercer a su manera. Llevaba un tiempo con perfil bajo y las críticas casi habían desaparecido. Y entonces ocurrió el episodio de la misa de Pascua en Palma.
La prima vagabunda
Geli del Valle sorprendió cuando en 2008 apareció en televisión para pedir ayuda a doña Letizia. Explicó que era prima segunda de la soberana, su padre era primo hermano de la abuela paterna de la esposa de don Felipe. Pue bien, Geli narró que estaba en las últimas: “No tengo nada que llevarme a la boca”. Su situación era límite y en aquel entonces vivía sola en una caravana, sin calefacción, agua y luz, de la que iba a ser desahuciada. Ya había recibido la notificación cuando dijo sí a una entrevista en Telecinco.
La prima vagabunda de doña Letizia estuvo casada en dos ocasiones pero ninguna le fue bien. Relató que había sido víctima de maltrato y que sus hijos se habían desentendido de ella, de ahí que se encontrara en situación tan precaria. Mirando a cámara, Geli pronunció: “Leti, si quieres, puedes ayudarme. Llévame de cocinera, pero échame una mano”.
Cuatro años después a su debut mediático, Geli volvió a ponerse ante las cámaras para revelar: “Me salió muy caro salir en televisión”. Según ella, tras eso, “Me hicieron la vida imposible. Me quitaron la casa”. Sobre su prima Letizia, expresó: “He intentado ponerme en contacto con ella durante mucho tiempo pero no he obtenido respuesta”.
La tía Henar
Henar Ortiz es tía de doña Letizia por parte paterna. Esta mujer no ha dudado en reconocer que su situación económica no es boyante. Tenía una tienda de decoración pero no le fue bien y tuvo que cerrar dejando a deber dinero. Una de sus proveedoras la demandó reclamándole 22.000 euros.
Así respondió Henar al tema de la deuda: “Ya he reconocido esa deuda. Me sobrevino la crisis y le dije que no se lo podía pagar, pero que en cuanto tuviera el dinero lo haría. Y debo más, no solo esa cantidad. A bancos y a proveedores. Fue muy desagradable saber que mi madre y mi hermano tendrían que acudir a los juzgados, toda una faena, pero legalmente era lo correcto. Mi madre es fuerte y fue tranquila”.
Cristales rotos
La relación entre Henar y doña Letizia está rota. Hace años la periodista Ángela Portero explicó que la díscola tía intentaba vender las fotos del primer enlace de su sobrina con Alonso Guerrero por 600.000 euros. Esto marcó un antes y un después entre ellas. Si hasta entonces la Reina le había perdonado sus declaraciones, lo de las imágenes significaba que no podía fiarse de ella.
Henar expresó que demandaría a Ángela Portero, Telecinco y la productora de Sálvame, La fábrica de la tele, y lo hizo. Sin embargo, la Justicia no le dio la razón. El Tribunal Supremo desestimó el recurso de casación que interpuso contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias. El resultado es que por dos veces tiraron por tierra su petición de protección al honor por haberla señalado en el caso de la venta de las fotografías de la primera boda de doña Letizia.
Erika
Erika Ortiz fue la menos afortunada de las hermanas de doña Letizia. Estudió Bellas Artes y fue ahí cuando conoció a Antonio Vigo. Empezaron una relación cuya primera parte transcurrió a distancia ya que ella se fue a Alemania cuando le concedieron una beca Erasmus. Al regresar, se quedó embarazada. La pareja intentó ganarse la vida con un pequeño hotel rural en Asturias. No fue bien.
Tras fracasar el negocio de hostelería, Erika, Antonio y su hija, Carla, se instalaron en Madrid. No podían permitirse un alquiler y la madre de ella les invitó a instalarse en su casa. Fueron tiempos duros en los que la hermana de doña Letizia tuvo que ponerse a vender libros a puerta fría. Antonio no consiguió abrirse camino como escultor y se enroló como operario en el servicio municipal de limpieza.
Cuando doña Letizia se comprometió con don Felipe quiso que su piso lo ocuparan Telma y su familia. La verdad es que la Reina siempre acudió al rescate de su hermana en cuanto tuvo independencia económica. Se dijo que Telma consiguió un buen puesto en una revista gracias a que su hermana entró a formar parte de la familia real. No era verdad. Había sido contratada con anterioridad y decidieron ascenderla un mes antes que el mundo conociera que el príncipe y la periodista estaban enamorados.
Triste adiós
El siete de febrero de 2007 una noticia recorrió las redacciones de medio mundo. El cuerpo de Erika Ortiz fue hallado sin vida en el domicilio que compartía con su hija. A Jesús Ortiz no hizo falta que nadie le informara de nada. Al levantarse aquella mañana, tuvo un mal presentimiento, algo le había pasado a su hija. Se personó en su domicilio y allí descubrió la cruda realidad.
Hacía tiempo que Erika había decidido suicidarse. Antes de hacerlo, previa ingesta de calmantes, dejó unas cartas escritas a sus familiares donde explicaba sus motivos. Parecía que estaba en un momento dulce. Los problemas económicos eran cosa del pasado ya que había conseguido un buen empleo como directora de arte en una importante productora. Planeaba mudarse con su novio a una nueva casa para empezar una vida en común. ¿Qué pasó por su cabeza? Uno de sus familiares reveló en cierta ocasión que quizás el problema fue que no estaba bien medicada. Sea lo que fuere, algo hizo clic en su cabeza y decidió partir.
Plato único, acelgas
La infancia y adolescencia de Letizia Ortiz pueden clasificarse como precarias. En su casa no había lujos. Apenas llegaban a final de mes. Jesús Ortiz trabajaba como periodista en una radio de Oviedo y Paloma Rocasolano ejercía de enfermera. Según el primo de la Reina, David Rocasalono, en el hogar de sus tíos “se desayunaba, se comía y se cenaba un plato de acelgas al día”.
Para Telma, Erika y Letizia era una fiesta ir a casa de su primo: “Cuando mis primas venían a mi casa, encontraban cosas que ellas no se podían permitir. Me vaciaban la nevera de yogures y refrescos. Mis padres se habían trasladado a Luxemburgo por cuestiones laborales y yo, que con 17 años vivía solo en el pequeño chalé de la calle los Naranjos, comparado con ellas, era el rico de la familia. O sea, el que se podía comprar unos yogures”, escribió David Rocasolano en su libro Adiós, Princesa.
Inviernos sin estufa
Los padres de Letizia Ortiz trabajaban mucho pero no les alcanzaba: “Chus y Paloma nunca fueron sobrados de dinero. Más bien al revés. Yo recuerdo visitarlos los inviernos en su casa de Madrid y que me recibieran las tres hermanas (Letizia, Telma, Erika) con sus batas gruesas, y debajo pesados pijamas y camisetas, y calcetines por encima de los pantalones, y las narices y los labios azules de frío”, explicó el primo de la Reina Letizia.
El hecho de haber pasado ciertas estrecheces fue algo que dio alas a doña Letizia para superarse a nivel profesional. Si algo tenía claro era que deseaba un nivel de vida donde tuviera garantizado, al menos, lo básico. Consiguió viajar a México para realizar el Doctorado gracias a una beca. Posteriormente, a su regreso a Madrid, entraría en CNN y, más tarde, cumpliría su gran sueño de llegar a TVE.
Una familia mal avenida
Mucho se ha escrito y hablado sobre la armonía familiar de los Rocasolano. La mecha casi siempre prendía en Navidad. Y la encargada de encenderla era la abuela Enriqueta, a quien muchos medios elogiaron al fallecer como modelo de discreción. Algunos miembros de su familia se rieron mucho al leer ese tipo de titulares porque poco o nada tenía que ver con la discreción. Le encantaba meter cizaña y sacar a la gente de sus casillas.
Enriqueta era la única que se atrevía a plantarle cara al padre de doña Letizia. Al parecer, a Jesús Ortiz le gustaban muchos las mujeres y, en cierta ocasión, alguien le vio con una chica en un hotel de Córdoba y se lo contó a la abuela Enriqueta, que le faltó tiempo para echárselo en cara en cuanto lo tuvo a su alcance. Así definió al padre de doña Letizia su sobrino: “Su actitud con las mujeres siempre ha sido bastante suelta. Cuando nos visitaba en casa, acostumbraba a traerle flores a mi madre, su cuñada, y jugaba a ser un don Juan besándole el cuello como saludo. A mí, aquella actitud de Chus con mi madre me erizaba bastante, y supongo que a mi padre también”.
El padre amargado
Llegó un momento en que la relación de Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz era insostenible. El padre de la princesa cada vez se mostraba más huraño y se comportaba como si fuera un sargento. La vida en aquella casa se hacía muy difícil con tantas normas absurdas. No se podía ver la televisión a la hora de comer ni tampoco levantarse de la mesa antes de que todos terminaran.
La mayor parte de la familia se enteró de la separación de Paloma y Jesús el día de la boda de doña Letizia con Alonso Guerrero. Ese acto marcó un antes y un después en la relación padre e hija. Para la Reina, aquello fue un trauma que no ha conseguido superar. Desde el minuto uno, tomó partido por su madre.
La venganza de Letizia
Mientras que Paloma Rocasolano tiene un gran protagonismo en la vida de la Reina, su padre, todo lo contrario. Los orígenes de este ostracismo están en el hecho de que decidiera divorciarse. A partir de ese momento, doña Letizia le borró de su lista de los afectos. Y no solo eso, sino que jamás ha querido mantener contacto con Ana Togores ni con su hermana pequeña.
Letizia consumó la venganza que, según algunos maquinaba desde hacía años contra su padre, tras anunciarse su compromiso con don Felipe. Decidió entonces que Ana Togores no estaría en el enlace. Por supuesto, tampoco habría lugar para su hermana pequeña. Así las cosas, Chus y Paloma tuvieron que mostrarse como los ex bien avenidos que nunca han sido. Ni se soportan.