El verano es un buen momento para realizar algún experimento televisivo como ‘Mad in Spain’. Las audiencias son un poco más flexibles y los grandes errores no son tan visibles. Eso es lo que pensó Mediaset cuando llegó el momento de presentar un programa low cost. Esos que son sucedáneos baratos de grandes formatos.
Las rebajas no están solo en los escaparates también inundan las pantallas de televisión. Con la llegada de ‘Mad in Spain’ se produjo la presentación oficial de una bazofia para la pequeña pantalla. En tan solo un programa ya empezó a cosechar críticas importantes. No se trata de apagar la televisión y no verlo, gracias a las redes sociales hoy podemos opinar de todo.
Los telespectadores han sido los primeros que han decidido ensañarse con ‘Mad in Spain’ y no les faltan razones para hacerlo.
Moros y cristianos, mal hecho
Moros y Cristianos fue un espacio de éxito televisivo que nos proporcionaba un espacio de debate bien estructurado. Nos mostraban dos caras de una misma polémica. Un público entregado que se motiva con cada nuevo comentario y que jamás faltaba al respecto. Era todo orden y serenidad.
En ‘Mad in Spain’ se intentó hacer algo similar, pero con personas equivocadas. Los comentaristas y los tertulianos no son especialistas en el tema, son personas que parece que pasaban un día frente los estudios de la cadena y decidieron entrar. Nada de orden y una gestión de recursos más bien pobre.
Las comparaciones son odiosas y en este caso, el pez grande se come al pequeño de un modo sorprendente.
Temas demasiado cansinos
El primer programa de Mad in Spain no estaba dedicado a un tema que según el CSIC preocupa a muchos españoles. Nada más lejos de la realidad. No se trataba del paro, la vivienda o de un trabajo digno. Se centraba en el cumpleaños de Andrea Janeiro. Entendemos que es un tema destacado.
Seguramente a sus padres y familiares cercanos les importe. También a algunas revistas para verle la cara a la niña. Al resto del mundo, más bien, les daba igual. Hacer un debate televisivo del tema cuando te ha hablado por activa y por pasiva, puede que sea excesivo. Un gran error por parte de los guionistas.
Ser hijo de un famoso es una suerte o una maldición, es como decir que si cae un árbol en el bosque hará ruido o no. A nadie le importa lo más mínimo.
La mascota Nuria Marín
El programa está conducido por Jordi González un presentador que tiene un amplio historial en el mundo de la televisión. Más allá de su grandeza y de su faceta televisiva se encuentra siendo un mero copresentador. Cuando hay dos personas en pantalla la cosa cambia por completo.
Hay que equilibrar las intervenciones y mostrar cierta complicidad con el compañero o compañera. En este caso Nuria Marín parece la mascota de un equipo de futbol. Siempre sonriente y con la carpeta en mano como si de una colegiala se tratase. Parecen un padre y una hija mal compenetrados.
La elección de los presentadores no ha sido la más adecuada para conseguir que los telespectadores se quedasen encantados con el programa.
Low Cost de mercadillo
La suerte es que no se han gastado mucho dinero en resucitar a un espacio televisivo que había quedado enterrado. Las imitaciones o los intentos de parecer un programa serio se pierden en un mar de dudas. Está claro que ‘Mad in Spain’ no cumple, ni por asomo, las expectativas de sus productores.
Es un low cost de mercadillo que aunque tapa igual y puede parecer similar el efecto no es el mismo. Está destinado a durar un par de lavados y desaparecer. Es el bikini que te compras en la playa para poder bañarte y después lo dejas olvidado en el hotel. Sus temas cansinos y presentadores aburridos entretienen pero no enganchan.
En diciembre nadie se acordará de que hubo un programa en el que salían dos presentadores, que era muy malo.
Criticas en la red
Si antes las personas se dedicaban a apagar la televisión o cambiar de cadena. Ahora gracias a las redes sociales podemos disfrutar de una serie de comentarios ingeniosos. Todo es posible con un teléfono en mano y gracias de ponerle un poco de sentido del humor a un asunto muy serio.
En Twitter califican este programa de «formato reciclado» o con «dos minutos es suficiente para verlo entero». Falta de colaboradores y temas interesantes son las principales críticas a este programa. Lo confunden con Sálvame que trata unos temas similares, aunque tiene unos integrantes mucho más potentes.
Las redes han hablado y no han dejado en demasiado buen lugar a este programa, entretenido, pero pobre.