Elena de Borbón, según el Centro de Investigaciones Sociológicas, es el miembro de la Casa Real con mejor reputación. Una mujer divorciada y trabajadora de 53 años con dos hijos (una adolescente y un adulto) podría ser la protagonista de cualquier serie de televisión americana, pero es una parte más de la extinta Familia Real Española. Por España ha tenido que hacer muchos sacrificios, pero no está dispuesta a hacer ninguno más.
La secundaria de lujo
Elena es la primogénita que siempre ha ido al son de la trompeta de Palacio. Apodada la fea y la tonta, no tiene ninguna de las dos cosas. Su más de metro ochenta de estatura y su eterna melena castaña son sus símbolos de identidad, que han enamorado a más de un galán del panorama español.
En su vida profesional, ha sido la secundaria de lujo. Apagando fuegos y moviéndose en función del viento que sopla. Si la Casa Real necesitaba a alguien cercano y con ese aire despreocupado, enviaban a Elena. Ella puede integrarse perfectamente en cualquier grupo, con los chistes y el sentido del humor que le enseñó su padre.
Un amor a base de detalles
La amazona Elena es de corazón caliente y de espíritu aventurero. En su vida ha tenido muchos amores, jinetes atrevidos y personas emprendedoras. Su gran amor fue un arquitecto malagueño, Alfredo Santos del que todavía recuerda sus besos. Pero no era el adecuado para ser duque.
En su lugar optó por un joven Marichalar. La infanta se transformó en una persona de alto rango. Su esposo la convenció de que dejara las zapatillas y los vaqueros y se arreglara. Atrás quedó aquella icónica trenza que la caracterizaba, la soltura y la despreocupación, dieron paso a la sofisticación.
Juliet Mike
Para poder mantener a su novio lejos de la prensa, la infanta utilizó toda su imaginación, y en lugar de Jaime de Marichalar, le llamaba Juliet Mike. Con ese nombre en clave nadie sabría de quien estaría hablando. No hubo ninguna señal de amor cuando se conocieron, ella se casaba con una casa nobiliaria.
Él por su parte veía cumplido su sueño. La infanta no estaba enamorada, pero el futuro duque sí. Marichalar vio en ella un lienzo en blanco. Un diamante que tenía que pulir a base de actos sociales. La infanta que corría en patinete por las calles de Madrid, tenía ahora que hacer frente a una serie de actos públicos.
La primera que trabajó
La que consideraban menos lista de la casa, fue la primera en sacarse un título oficial. Estudió magisterio por vocación. Los que la han visto con niños, saben perfectamente que es su vocación. Elena siempre ha tenido ese aspecto de profesora de primaria, cercana, directa y divertida.
Fue la primera mujer de la casa real española que trabajó. Tiene programas de niños con necesidades especiales que mejoran en sus trastornos gracias a las terapias con caballos. Aspiraciones y una agenda llena de retos que cumplir. Sus proyectos han llamado la atención de varias empresas españolas.
Oso y osa
Los amigos de Elena y de Marichalar confesaron uno de sus grandes secretos. En la intimidad tenían motes muy tiernos: ‘Osa’ y ‘Oso’. Los osos de peluches que eran al principio se transformaron en osos pardos soltados después de años en cautividad en medio de un parque nacional.
La batalla legal por la custodia de sus hijos se convirtió en un auténtico drama. Elena llegó con los deberes hechos, un régimen establecido. No iba a mover ni una sola coma de su plan. En sus discusiones más frecuentes, está presente la educación de sus hijos. Para Elena un tema primordial, para Marichalar no tan importante.
La vecina Celia
La infanta tiene como vecinos a personajes ilustres como Celia Villalobos. Cuenta en los actos sociales su relación con la realeza. Para Celia la infanta es una vecina más, mucho menos recatada de lo que la gente se piensa. Cuentan que Elena llama a comer a sus hijos desde la ventana, como una señora más.
Lleva bata y no se arregla, solo cuando tiene actos oficiales acude la peluquera y estilista de turno. Se deja aconsejar, sabe que la moda no es lo suyo. Entonces Elena se transforma por completo. Tiene que cuidar sus modales y ser un poco más recatada. Nada de gritos, ni de chistes malos.
Perdió a Felipe
La relación de Elena con Felipe siempre fue de devoción pura. Su relación con Marichalar empezó a fallar cuando perdía la comunicación con su hermano. La llegada de Letizia a palacio y la devoción de ella por Jaime, la dejaron fuera de lugar. Aquella cercanía y amor de hermanos quedó rota.
Elena ya no visita a su hermano y él tampoco tiene intención de incluirla en su agenda. Vive como una Borbón más, sola, al servicio del país que la vio crecer. Espera encontrar el amor lejos de las cámaras, donde siempre le ha gustado estar. Solo cambió por Marichalar, pero ahora ya no tiene necesidad de ser nadie distinto. Es y será Elena.