La emérita dejó el listón muy alto. Doña Letizia es consciente y sabe que tendrá que trabajar muy duro para ganarse la buena reputación de la que goza doña Sofía. Así, la mujer de don Felipe VI no cesa en su intento de imitar los pasos que su suegra dio tiempo ha, pero Ortiz ha fracasado y todavía le falta mucho camino por recorrer hasta poder situarse a la altura de la griega. ¿Quieres conocer más detalles acerca de este asunto? Sigue leyendo, te lo contamos todo a continuación.
Polémico viaje a Cuba
> Un gran revuelo se formó entre la opinión pública en cuanto se anunció que los reyes viajarían a Cuba solo un día después de celebrar las elecciones generales en España. Lejos de rebajar la tensión, doña Letizia se colocó en el punto de mira tras dejarse caer en el país caribeño con un estilismo que superaba los 1200 euros. Teniendo en cuenta que el salario medio en la isla es de poco más de 30 dólares al mes, muchos tacharon la decisión de la consorte de muy desacertada. Además, resulta incomprensible que Ortiz, abanderada de la moda low cost, no se haya decantado por una firma más asequible en esta ocasión. Al fin y al cabo, no sería la primera vez que la vemos vestir con prendas de Zara, Mango o Uterqüe.
Lo cierto es que su paso por Cuba no ha sido muy bien acogido. Las comparaciones son odiosas, pero la opinión pública no puede evitar echar la vista atrás y recordar la lección de cercanía y sencillez que la emérita impartió durante su visita en la isla. Una vez más, Letizia ha vuelto a fracasar en su intento de imitar a su suegra, y no ha hecho otra cosa que marcar más la clara diferencia que hay entre ambas reinas. ¿Quieres saber por qué? Sigue leyendo, te contamos todos los detalles a continuación.
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El fracaso de Letizia
> Los animalistas se echaron encima del gobierno cubano cuando se anunció que se ‘limpiarían’ las calles de perros callejeros para recibir a los reyes. Nuestros soberanos no tienen culpa ninguna, pero resulta inevitable cederles parte de responsabilidad. Así, la polémica estuvo servida cuando, de repente, un can se cruzó en el camino de doña Letizia mientras caminaba por las calles de La Habana. La consorte, con vistas a evitar cualquier tipo de polémica, evitó mirar al animal y siguió su paseo como si nada.
Nada que ver con la espontánea y aplaudida reacción de su suegra, que hace veinte años se paró a acariciar a un gato durante su visita oficial a la isla. Además, la emérita no dudó en probar la gastronomía local y se dejó caer, acompañada de Ana Botella, por un típico paladar cubano. Teniendo en cuenta la estricta dieta que sigue Ortiz, dudamos mucho de que siga los pasos de la griega en lo que a la comida autóctona se refiere. Pero no es la primera vez que doña Letizia fracasa a la hora de intentar imitar a doña Sofía. Tras robarle uno de sus eventos favoritos, la consorte metió la pata hasta el fondo y su imagen quedó a la altura del betún. “Bendito Karma”, pensaría la esposa de Juan Carlos I.
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Letizia mete la pata
> Que la consorte asuma parte del papel institucional que un día ostentaba doña Sofía es algo natural en el devenir de los acontecimientos. Sin embargo, no fueron pocos a los que rechinó que doña Letizia ocupara su lugar en la exposición Las Edades del Hombre, uno de los eventos favoritos de la emérita. Algunas voces aseguran que Ortiz presionó para asegurar su presencia en el acto, en pro de ganar notoriedad y popularidad. Por lo visto, a la madre del rey Felipe VI no le sentó nada bien este relevo inesperado.
Sin embargo, a la reina le salió el tiro por la culata y su imagen quedó por los suelos tras cometer un error garrafal. Durante su visita a Lerma, localidad que acoge a Las Edades del Hombre, doña Letizia se acercó a saludar a los curiosos y preguntó a una mujer por su edad. “93 años”, dijo ella, a lo que Ortiz respondió: “A esa edad hay que dar gracias”. Entre líneas dejó caer que a la pobre anciana apenas le quedaban dos telediarios, unas palabras nada acertadas que terminaron de fastidiar su visita a Castilla y León. Recientemente, otra frase desacertada volvió a convertir a la soberana en la protagonista de todos los titulares. Ortiz sale de un charco para meterse en otro.
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Letizia no mide sus palabras
Cuando he visto este vídeo de Letizia reprochando desagradablemente a un guardaespaldas que no mire el suelo por ella se me ha venido a la mente una frase que decía mucho mi abuela: “No hay nada peor que un piojo resucitado”.pic.twitter.com/s18RxyRElk
— JuanitoLibritos🐞 (@JuanitoLibritos) September 13, 2019
> Después de 15 años en Zarzuela, parece que la mujer del rey Felipe VI no aprende la lección. Cada gesto, palabra o mirada será analizada al milímetro y tiene que medir muy bien qué dice o hace para no convertirse en la protagonista de una nueva polémica. La última le llegó hace muy poco, cuando se dirigió a su guardaespaldas de muy malas formas. “No me has avisado del escalón. ¡Casi me mato! ¿Es qué no lo has visto? ¡Mira!”, señaló la consorte, agarrando del brazo a su escolta.
Lo que ella no sabía es que una cámara grababa de cerca y que España entera -y parte del mundo- se percataría de la soberbia con la que se dirigió a su empleado. Jamás en su historia como reina pudimos ver a doña Sofía hablar así a cualquier miembro de su equipo, al menos de puertas de Zarzuela para afuera. Un ejemplo más que viene a demostrar que, de momento, la madre de la heredera lo tiene complicado a la hora de desbancar a su suegra.
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Las malas formas de Letizia
> No es la primera vez que escuchamos un testimonio que viene a reflejar el mal carácter de la consorte. Hace tiempo se filtró a la prensa una de las visitas de Ortiz a unos conocidos grandes almacenes. Doña Letizia buscaba su champú favorito, pero de casualidad, ese día se agotó en la tienda. La dependienta hizo su trabajo y ofreció a la soberana otra opción similar. “Sí, claro, para que me llenéis el pelo de grasa”, espetó la mujer de Felipe VI, dejando atónitos a todos los presentes.
Pero no fue esa su única salida de tono mientras estaba de compras. Teniendo en cuenta que es la madre de la heredera al trono español, su mera presencia generó un enorme revuelo en el establecimiento. Es normal que algunos empleados se detuvieran a observar a su reina, pero a ella no le sentó nada bien. “Vaya, ya está todo el mundo mirando en lugar de trabajar”, rengó la soberana. Cualquiera le dice algo, con ese carácter…