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La cara oculta de Letizia Ortiz: reina de España y de los desplantes públicos

La reina Letizia tiene un carácter fuerte. Cuando estaba embarazada de su primera hija, la infanta Leonor, de ella se dijo: “Es el Estado y está en estado”. Por aquellos días, la entonces princesa mostraba su malestar por tener que acudir a Palma de Mallorca para disfrutar del verano y soportar que los fotógrafos quisieran inmortalizarla.

Ya en la rueda de prensa, a propósito de su compromiso como el príncipe Felipe, tuvo un detalle que no gustó nada en Zarzuela, el famoso “Déjame terminar”. Y tras esto, un suma y sigue de actuaciones que demuestran muy a las claras que la soberana pisa fuerte, dice lo que quiere y no se corta a la hora de hacer desplantes. Bienvenidos al reinado de Letizia con Z.






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Las horas previas a la proclamación de Felipe VI, los operadores de cámara recogieron involuntariamente como la todavía Princesa de Asturias, plantó a su marido al pie del coche que esperaba para entrar juntos al vehículo y darle la espalda y dirigirse al coche donde estaban sus hijas. En aquel momento una carantoña de doña Letizia a su marido, puso fin a tiempo la guerra, pero este gesto no es habitual.

Quienes conocen bien a la Letizia plebeya destacan sus formas dictatoriales. En este sentido, Jaime Peñafiel la define como alguien que: “Siempre quiere ser la más en todo. La más lista, la más culta, la más guapa, la más elegante… Tanto esfuerzo la consume. Así está tan delgada”. Más allá en cuanto a calificativos va el primo de la reina, David Rocasolano, que en su libro Adiós, Princesa narró como Letizia, durante su primer embarazo, les dijo que esperaba un niño y que se llamaría Pelayo. Y todo con el único propósito de pillar al topo que, según él, solo existía en la imaginación de su prima, cuya paranoia se había acrecentado desde que se convirtió en miembro de pleno derecho de la casa de los Borbones.