El próximo dos de noviembre la reina emérita cumplirá setenta y ocho años y lo hará de manera, previsible sola. Desde que el Rey Juan Carlos I abdicase, en su hijo varón, ya no tienen por qué disimular la mala relación que desde hace años impera en el matrimonio, y ha sabido con absoluta dignidad, abandonar la primera fila que ocupó durante treinta y nueve años, para que fuese su nuera Doña Letizia la que poco a poco fuera asumiendo su papel fijándose como no puede ser de otro modo en “el ejemplo impagable de la reina”
Desde que llegó “la extranjera” a nuestro país, supo granjearse el afecto del pueblo español poco a poco, manteniéndose siempre en un segundo plano, apoyando en silencio a su rey. Y Doña Sofía que ha sabido hacer la transición con absoluta normalidad y lo hace con una muy buena forma física, de ahí que le pidiera a su hijo que no le retirase de su labor de apoyo a la Corona. Pues su única alegría es continuar siendo útil a la Institución Monárquica.

Durante estos años nunca jamás se la pudo poner un pero, ni en los momentos más difíciles para la institución, sin embargo y en los últimos años de su reinado, le pudo más el papel de madre que el de reina, mostrando todo su apoyo a su hija Cristina y a sus nietos públicamente, durante su exilio en Washington, olvidando que el apoyo a su hija mediana, implicaba también el apoyo implícito a su yerno Iñaki Urdangarín.
Atrás quedan esos años, en los que Urdangarín ejercía de excelentísimo yerno, como acompañante de la reina en los premios Príncipe de Asturias allá por 2004, cuando el caso Noos era sólo un embrión, el inicio de la caída del castillo de naipes.
Sorprendió entonces que Juan Carlos, su todavía marido no la acompañase, que tampoco lo hiciera su hija Cristina, y que saltándose todo el protocolo, situasen a la izquierda de la reina emérita a su yerno preferido.

Pero la soledad de la reina no queda ahí. Por más que Doña Letizia se fijase en “el ejemplo impagable de la reina”, lo cierto es que la relación entre ellas es políticamente correcta y cordial, pero falta ese afecto que tanto necesita Doña Sofía. Doña Letizia, a la que le gusta hacer las cosas a su modo y manera, prefiere confiar el cuidado de sus hijas a su madre Paloma Rocasolano, lejos de transmitir ese ejemplo de Doña Sofía a su sucesora la Princesa de Asturias.
Pero por encima de todo y de la difícil situación que atraviesa su familia, la reina se volcó en intentar mantener a los nietos unidos y que permanezcan ajenos a la complicada situación por la que atraviesa la familia real, intentando mantener los lazos familiares unidos, algo con lo que Doña Letizia no comulga, pues es muy consciente del daño que el matrimonio causó a la institución y por ende a su marido.









































En aquella entrevista, Belén se pronunciaba, por vez primera, sobre los problemas que estaba encontrando para firmar el convenio regulador: «No ha querido firmarlo. He pedido una casa para mi hija, 150.000 pesetas y un mes de verano que él escoja para que se la lleve. Pero como no está de acuerdo con las condiciones, este mes de agosto no se la dejo. No se la va a llevar porque por esa niña (con once meses) he dado la cara yo y soy yo la que la mantengo y la que la ha tenido». Ante la posesión con la que Belén se refería a su hija, Ximo Rovira llamaba la atención a su invitada: «Entiendo que también es su hija, no sé por qué te refieres a ella con esa posesión» a lo que ella respondió: «Yo le dije que se la llevara quince días en agosto y él me dijo que se la quería llevar todo el mes y yo le dije que todo el mes no».
Pero no solo en esta ocasión Belén Esteban confesaba no querer que Jesús tuviera relación con su hija. La Princesa del Pueblo visitaba el plató de ¡Qué calor! para conceder una entrevista a la periodista Cristina Tàrrega. Durante su intervención Belén reconocía lo que ahora niega: que Jesulín de Ubrique quería la custodia compartida: «Él no quiere darme la custodia de la niña. A mi hija te aseguro que no me quita, no tengo miedo de nada. No me la va a quitar por mucho que me diga que va a luchar por la custodia de su hija». En esa tertulia también explicó que Carmen Janeiro quería ver a su sobrina pero que, para que se produjeran esos encuentros «siempre tengo que estar yo delante, que soy su madre. Y eso es lo que tu no quieres».



De este modo, el Príncipe Andrés pretende blindar el futuro profesional y económico de sus hijas, que ven como poco a poco van siendo relegadas de su función con la corona desde la llegada de Kate Middelton a la corte británica. El que la mujer de Guillermo de Inglaterra, heredero del heredero al trono, cuente con el beneplácito de Isabel II, supone, a los ojos de las hijas del Príncipe Andrés que ella acuda a los eventos más glamurosos, tenga mucha más ropa, disponga de su propia limusina para sus desplazamientos y que, además, cuente con un equipo de protección real privada. Ella que no tiene sangre real, mientras que las nietas directas de la reina deben viajar en turista para ahorrar costes a la Corona.
Respecto a lo de Marc Márquez, la propia protagonista se ha pronunciado en el programa Partido a Partido de Radioset y ha asegurado que le parece un poco lucrativa esa noticia. «Ya lo dejé claro en su día, me pidió una foto y no ha habido nada más. Jamás he tenido una cita con él, no le he llegado a conocer más que aquella vez en la que pidió una foto cuando era pretendienta y nunca han salido palabras sobre él de mi boca. Sí que dije que era muy mono, que no sabia quien era cuando se me presentó pero no tengo nada que ver con él», ha concluido firmemente.






