Carmen Bazán está triste y descangallá. Seca sus lágrimas al tiempo en que maldice el día en el que se confesó con una amiga que la ha traicionado. Aunque en privado mantiene que nada de lo explicado en Sálvame es cierto, la verdad sobre lo sucedido le ahoga en la intimidad de su alcoba. Me explican que Carmen, que en su tiempo también recibió graves ataques por parte de Belén Esteban, se siente atrapada.
Arrinconada por lo que es innegable y su familia. Desmentir la información divulgada sería enfrentarse a su hijo y, lo que es peor, a María José Campanario. No sería la primera vez que su nuera le ha impedido el paso a Ambiciones. Lo viví en carnes propias. Escuché el llanto desgarrado de Carmen Bazán al otro lado del teléfono diciéndome que María José le había faltado el respeto. Sucedió cuando irrumpí en el plató de Sálvame para transmitirle a Belén que Carmen estaba de su lado.
Aquella tarde Carmen sufrió una fuerte crisis de ansiedad. Retengo en mi memoria cada una de las palabras que pronunció contra su hijo. También contra Campanario. Defendió a ultranza a Belén y no le temblaba el pulso al enumerar sus bienaventuranzas: «tú sabes lo que piensa realmente de Belén. Lo que pasa es que, a veces, dependiendo de quien esté delante, tiene que interpretar un papel. Ella nada entre dos mares y los dos son muy bravucones. Ella es madre, pero te aseguro que adora a Belén, si hasta sé que ella se alegrará de que tú lo transmitas», me confiesa alguien que Belén Esteban y yo conocemos bien.
