La Monarquía Española es de las pocas que quedan en el mundo cuya base está fundamentada y regida por la ley sálica: solo los hombres pueden reinar. Eso significa que Elena, a pesar de ser la primogénita del rey Juan Carlos, quedó al margen de todo cuando nació su hermano Felipe.
Pero, ¿cómo sería la Monarquía con Elena de Borbón al frente de la jefatura del Estado? Elena es la infanta que pudo haber sido reina y no lo fue y que, además, hoy es ya (casi) una ciudadana más de a pie de calle.
Elena María Isabel Dominica
Elena recibe su nombre por el lugar de origen de su madre. Su tan querida Grecia recibía un pequeño homenaje a través de su primogénita. María es su segundo nombre, que viene por parte de su abuela y madrina, María de las Mercedes. Isabel forma parte de uno de los nombres obligatorios para la dinastía.
Dominica es el día del santo en que nació, el 20 de diciembre de 1963. Empezaba de esta forma la saga de los Borbones, los que serían reyes de España tras Juan Carlos y Sofía. Una dinastía que tendrá en las leyes su amparo de continuidad. Se volvería al orden, pero de una forma distinta al resto, pues las tradiciones siempre irán primero.
Maestra de formación y muy religiosa
La infanta Elena cursó una carrera que le encantaba. Se diplomó en Magisterio en 1986 en la Escuela Universitaria del Profesorado de EGB de la Iglesia (ESCUNI). Un centro de aires religiosos que le permitía ser la perfecta infanta, una mujer recada y muy religiosa. La imagen de Elena siempre ha sido la una mujer formada en la iglesia.
Después de terminar su carrera, se marcho a Paris a la prestigiosa Universidad de la Sorbona para mejorar su francés. Los idiomas siempre han sido una prioridad para la monarquía española. Sofía inculcó a sus hijos el dominio de varias lenguas para poder moverse con el mundo con más facilidad.
Tercera en la línea de sucesión al trono
La Infanta Elena sería la tercera en reinar por detrás de su hermano y las hijas de este. Se trata de una persona que está preparada para ejercer su papel en la historia de España. La constitución de 1978 la relegaba a un lugar secundario, otorgando plenos poderes a su hermano pequeño.
En el caso de Elena, ella sí que tuvo un primogénito varón que podría continuar con la línea masculina de la casa de los Borbones. En el caso de Felipe, sus dos hijas, hace que sea necesaria modificar la ley para que éstas puedan reinar. ¡Un avance significativo para este país!
Dama de la orden de Isabel la Católica
En 1982 el rey Juan Carlos I nombró a su hija mayor Dama de la orden de Isabel la Católica. Con este acto se le daba un papel principal como miembro de la casa real española. Tendría su propia agenda oficial y participaría en actos públicos. Como todo miembro de una Casa Real, también tendría una asignación.
Elena pasaba a ser una de las personas más populares de este país. Su gran parecido con su padre y sus aires de maestra de primaria se ganaron la simpatía del pueblo. Siempre fue «la hermana fea» del que sería rey, aunque nada tiene que envidiarle. Se ha sabido mantener en su lugar pese a las dificultades.
Las lágrimas de Elena
Elena siempre ha sido la más sensible de los integrantes de la Casa Real española. Su carácter amable y su sensibilidad son las que la hacen distinta al resto. Parece que haya nacido para hacer el bien y no meterse en ningún problema, a diferencia de su hermana pequeña, que no es tan directa.
Las emociones de Elena siempre han fascinado. Recordamos sus lágrimas de emoción en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992: se emocionó al ver a su hermano en la ceremonia, es uno de los pilares principales de su vida. En aquel momento estaban muy unidos, ninguno estaba todavía casado.
Su peor mal: un matrimonio polémico
Elena se casó con uno de los hombres modelos, por entonces y en la actualidad, de este país. Un economista que trabajaba en un prestigioso Banco Suizo. Se trataba de Jaime de Marichalar, que por aquel entonces contaba con la aprobación de su familia. Tenía sangre azul y sentía auténtica admiración por la Casa Real.
El 3 de marzo de 1995 se otorgó al matrimonio el título de duques de Lugo. Un trato que nunca le van a quitar, Elena siempre será duquesa de Lugo, pase lo que pase en la Casa Real española. Su hijo mayor será el heredero de este título que le acompañará para siempre. Nacía así una nueva y paralela dinastía.
Una ciudadana española más
El diciembre de 2001 su marido Jaime de Marichalar sufriría una isquemia cerebral que casi acaba con su vida. La infanta no se separó de su lado y estuvo con él en los peores momentos de esta enfermedad. El proceso de recuperación fue duro y supuso un distanciamiento evidente entre ambos.
Las idas y venidas de Maricharar a Estados Unidos acabaron una relación que había durado más de una década. En 2003 la infanta vuelve a su trabajo de maestra de educación infantil, mientras su hasta aquel entonces marido, cambiaba de ciudad. Nada se pudo hacer para salvar un amor que había cambiado por completo con el tiempo y que ha causado, en parte y con la llegada de Felipe VI al trono, a que Elena de Borbón pase a ser, hoy por hoy, casi una ciudadana más como pudimos ver el pasado Día de la Hispanidad: Elena ya ni siquiera estaba en el palco VIP, ahora disfrutaba del desfile Militar desde las gradas como el resto del pueblo español.