La vida está llena de historias y biografías curiosas e impactantes. Y hay muchas celebridades y personajes reconocidos como Jordi Cruz que nadie podría imaginar determinados pasados. El caso del cocinero catalán merece espacio aparte porque, resumiendo, hablamos de una persona que posee cinco estrellas Michelín pero que comenzó siendo delincuente. Ahora profundizamos en la historia.
Quién diría que una persona tan seria y estricta, como podemos ver cada semana en Masterchef, no sólo en las valoraciones sino en cómo se dirige a los concursantes, tuvo un perfil tan alejado de lo que es actualmente. Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Nájera y Jordi Cruz, han pasado del reconocimiento en el mundo laboral gastronómico a ser unos de los rostros más visibles de la televisión, pero el caso de Jordi se lleva la palma y ha sido portada de numerosas revistas.
Jordi Cruz, reservado de su vida privada

Al margen de su imagen de chico serio en incluso algo seco, siempre ha procurado separar su faceta culinaria del resto de su vida. Es muy celoso de su intimidad y le incomoda hablar de esos temas, pero en programas como Chester o En mi casa o en la tuya logramos conocer al verdadero y completo Jordi y saber más de su vida. Y la verdad, sorprendió a todos con su pasado, propio casi de una película sobre superación.
El manresano era el más pequeño de 6 hermanos de una familia humilde. La falta de recursos y el querer destacar para paliar lo de ser el más pequeño de la familia y el que menos pintaba, hizo que se empezara a meter en líos. Sigue leyendo y te contamos qué pasó.
Un pequeño delincuente

El pequeño Jordi empezó a robarle a su madre para comprar chucherías y caprichos. «Un día le cogí dinero a mi madre, 10.000 pestas y compré chucherías para toda la clase», recordaba el chef catalán. Pequeñas trastadas pero que pasaron de nivel.
«En otra ocasión, mi hermano y yo incendiamos un campo. Gamberradas de chiquillos. Pasé de ser un presunto delincuente a tener una estrella Michelin«, reconocía Jordi a Risto Mejide en el Chester. También llegó incluso a ser detenido por robar unos neumáticos. Estaba claro que hubiera acabado mal si no es precisamente por su madre y el amor que le empezó a inculcar con los fogones.
Los comienzos en la cocina de Jordi Cruz

Como ha pasado con otros cocineros, sus inicios en la cocina fueron sustituyendo a alguien, en este caso a su madre. Se encontró indispuesta y se puso manos a la obra. Tenía 7 años y es cuando elaboró su primer plato: unas judías con patatas. «Cuando era pequeño era malo en casi todo. Se me daba muy mal estudiar pero vi una ventanita. Me di cuenta que para la cocina sí que tenía talento y decidí focalizar todo lo que tenía en esa disciplina», reconocía.
La mala relación con el padre

Quizá su carácter venga también de la difícil relación con el padre. «Mi padre tenía una serie de frustraciones. Unas expectativas que no pudo cumplir y pasó sus últimos años enfadado un poco con la vida. Tenía tendencia a estar enfadado», recuerda Jordi Cruz. Como consecuencia andaba siempre de mal humor y eso afectaba a toda la familia.
Reconoció que nunca se habían dicho «te quiero» pero, aunque en circunstancias muy tristes porque ya su padre iba a morir de alzheimer, pudo decirle esas palabras. Confesaba como había sido uno de los momentos más duros de su vida. Sin embargo, esta relación entre padre e hijo, no significaba que su padre no estuviera orgulloso de él a pesar de no mostrarlo tanto como al chef le hubiese gustado.
Una carrera meteórica en la cocina

Jordi Cruz se formó en la Escuela Superior de Hostelería de su ciudad, Manresa. Ya con sólo 14 años comenzó a trabajar en el restaurante L´Estany Clar de Cercs, en Barcelona. En tiempos récord, gracias a su ingenio y trabajo, fue subiendo rangos hasta conseguir con tan sólo 26 años su primera estrella Michelín, un hito histórico en España. Sólo una persona en el mundo lo había conseguido antes. Era el año 2004.
A partir de ahí, todo fueron reconocimientos y premios en concursos culinarios: el Campeonato de España para Jóvenes Chefs que obtuvo en San Sebastián el año 2002; el Premio Internacional de Cocina con Aceite de Oliva de Jaén, logrado en 2003; o el subcampeonato de España para Jóvenes Valores, Ciudad de Marbella en 2003, son algunos de estos reconocimientos. Además, en 2006 se proclamó campeón de la primera edición del Concurso Cocinero del Año (CCA), un concurso del que ahora es vicepresidente junto con Martín Berasategui. Un hombre de récords.
Las estrellas de una estrella: Jordi Cruz

Tras abandonar en 2007 el restaurante donde había crecido y ganado una gran fama dentro del mundo culinario, Cruz pasa a ser gerente y jefe de cocina del restaurante L’Angle del hotel Món Sant Benet, donde volvió a demostrar su buen hacer haciéndose con otra estrella Michelin en solo cuatro meses. Desde 2010 es el chef titular de ABaC, cuya cocina define como «evolutiva e inquieta, basada en el producto, donde tiene cabida la creatividad y la tradición».
Actualmente cuenta con 5 estrellas Michelin, 3 en ABaC, y dos por L’Angle, además también es el responsable de otros dos restaurantes; A tempo y D’Or en Girona donde aplica sus particular estilo en la cocina: «Hemos fusionado el rock’n roll con el twist. La cocina tiene algo curioso, hay días en que nace una idea y no sabes de dónde viene», confesaba sobre su estilo en la cocina.