Estas fiestas siempre van ligadas a los dulces tradicionales que acompañan las reuniones familiares, las cenas y los reencuentros con las amistades. Los postres más famosos y los favoritos de muchas personas son los turrones, que gozan de un gran éxito gracias a la extensa variedad disponible y a sus ricos sabores. Habitualmente, estos alimentos duran varios días desde que son abiertos y una de las dudas que te puede surgir es cómo conservarlos correctamente para que no se arruinen de un momento para otro. Hoy te contamos todos los detalles para servir, degustar y conservar este manjar navideño.
Los tipos de turrón

Existe una gran diversidad de variedades de turrón y a menudo es difícil escoger la opción favorita de los comensales. Los dos tipos básicos y más conocidos de turrón son: el turrón de jijona o turrón blando y el turrón de alicante o turrón duro.
Hoy en día se pueden encontrar turrones de diversos sabores y texturas con los que se ha ido innovando constantemente. Puedes encontrar los de chocolate, de arroz, de yema, de coco, etc. Así que este tema da para mucho. Indistintamente del estilo o sabor todos tienen una estructura similar así que su correcta conservación puede ser muy parecida.
Degustar el turrón

El turrón se puede ofrecer a media tarde (con el café o la merienda), como parte de una degustación de dulces varios o al final de la comida o de la cena. Está presente en diferentes circunstancias a lo largo de la temporada de fiestas y se saca a la mesa en cuanto se tiene ocasión, así que resulta un alimento de lo más versátil
Se trata de un producto muy calórico y dulzón, por lo que conviene servirlo en pequeñas porciones para que no acabe por sentar mal y, si se quiere, acompañarlo con otras opciones menos contundentes. Otra opción muy común es trocear varios tipos de turrones y combinarlos como si fuesen un surtido de bombones.
Trocear y servir

Para trocear el turrón lo ideal es utilizar una tabla de cocina como base y un cuchillo bien afilado. Esto se hace así con la finalidad de conseguir cortes limpios y precisos. La forma clásica de corte es rectangular y alargada para que la porción se pueda degustar como un pequeño bocado de dulzor.
Un punto importante para servir y que se conserve bien es la elección del plato o la bandeja, también ayudará a mejorar su presentación. Una buena opción es servir los trozos en una bandeja metálica con una base de papel, aunque es importante que el papel esté algo parafinado de forma que el turrón evite pegarse a las superficies si se pone algo blando a temperatura ambiente.
La temperatura de conservación

La temperatura a la que se va a servir este dulce navideño es un factor clave para conservar la textura y el sabor del turrón. Como mencionamos antes, también lo es para evitar que se quede pegado a las superficies e incluso para que no resulte incómodo de comer.
En general, se recomienda ofrecer este dulce a temperatura ambiente, el problema es que se suele servir en los domicilios y la temperatura ambiente del invierno está un poco distorsionada por el uso de las calefacciones. Intenta que eta sea un poco inferior a la de tu cálido hogar.
La conservación del producto

Si se quiere controlar la temperatura de los turrones para que se mantengan en buen estado la mejor de las opciones es conservarlos en la nevera y sacarlos un poco antes de llevarlos a la mesa.
Si se busca algo más de practicidad en estos días tan caóticos y movidos del año, se pueden colocar al frío ya cortados y listos para servir y estar preparados para cualquier visita inesperada. Eso sí, es muy importante taparlos correctamente y asegurarse de que no estén en contacto con el aire de la nevera ya que los frutos secos de los turrones se pueden poner blandos.
Otros dulces navideños

Es habitual que se apueste por una mayor variedad de dulces navideños aunque se tengan diferentes tipos de turrón para degustar. Los más sencillos de conservar suelen ser los que pueden venir empaquetados de forma individual como son los polvorones.
Otros postres como el roscón de reyes, que tienden a quedar cortados hasta que se van consumiendo poco a poco, deben ser bien tapados para que no se estropeen y almacenados en lugares de temperaturas poco extremas. Es decir, ni junto a un radiador ni en la nevera.