Tras batallar durante décadas en los juzgados, para que Julio Iglesias lo reconozca como hijo ilegítimo y perder la última querella ya que el Tribunal Supremo dictamino sentencia a favor del cantante y no de su presunto hijo, Javier Santos tiene un nuevo as bajo la manga para ser reconocido por el artista. El valenciano estaría dispuesto a pedir una audiencia con el Papa. Fernando Osuna, abogado de Santos, explica por qué quiere ser recibido por el santo padre.
El abogado del joven muy seguro de su estrategia legal
>Pero… ¿Qué pasaría si desgraciadamente no fuera así y el constitucional no admitiera trámites? ¿Cuál sería el siguiente paso? El abogado de Santos ha querido resolver la duda que todo el mundo se hacia hasta el momento y ha explicado que: «Javier genéticamente ya lo es, está resuelto, y jurídicamente con los antecedentes que hay y con la doctrina que hay del constitucional y el tribunal europeo de derechos humanos de Estrasburgo pues no va a haber problema sobre todo con este último porque hay cinco casos muy parecidos al de Santos».
«El último ha sido Serbia que el Estado Serbio ha sido condenado por el Tribunal Europeo de Derechos de Humanos porque ha mantenido que esa realidad genética tiene que prevalecer frente a la cosa juzgada. Tiene el respaldo constitucional, en España está contemplado en el artículo 39 de la Constitución y también tiene amparo en el derecho natural y en todos los ordenamientos jurídicos». Tras estas declaraciones podemos intuir que ambos están más que esperanzados ya que tienen las espaldas cubierta en cuanto a leyes se refiere.
Por último, Osuna ha querido dejar claro que Javier no se va a rendir en esta lucha judicial hasta obtener lo que él piensa que es realmente suyo, el reconocimiento de un padre. «Nosotros tenemos mucho camino. Tenemos mucha fuerza, mucho ánimo y nos apoya muchísima gente y sobre todo esa verdad genética y nosotros vamos a seguir», alega muy seguro de si mismo. Esperemos que el Tribunal Constitucional le de la respuesta que necesita a Santos y pueda terminar de una vez por todas esta disputa que lleva viviendo décadas.
