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La incesante lucha de Isabel Gemio por mantener a su hijo con vida

La vida de la periodista Isabel Gemio cambió para siempre el día en que diagnosticaron a su hijo una enfermedad rara. Gustavo, que así se llama el mayor de sus dos hijos, es un héroe para ella. Una madre incansable que sabe que no existe aun tratamiento para su hijo pero que no parará hasta que encuentre la manera de que él y otras personas que padezcan una enfermedad de este tipo tengan la atención que realmente se merecen. Su baza, la investigación, afirma que ésta cura a las personas y hace todo lo posible para recaudar fondos e invertirlos en hacer su vida un poco más fácil. Ver sufrir a su hijo le mata por dentro. Sigue leyendo para conocer la lucha diaria que Isabel Gemio mantiene y cómo su caridad por vivirlo en primera persona llega hacia otras muchas.

Distrofia muscular: dos palabras con las que tiene que lidiar cada día

La incesante lucha de Isabel Gemio por mantener a su hijo con vida

> Isabel Gemio adoptó con solo dos añitos a su hijo mayor Gustavo en Guatemala junto a su entonces marido Nilo Manrique Roldán. Su divorcio fue muy mediático ya que la periodista aseguraba que había abandonado a sus hijos. Por su parte, el cubano acudía a los platós para criticarla. Centrándonos en lo verdaderamente importante, a una pronta edad diagnosticaron a su hijo Gustavo una enfermedad poco común, de las denominadas raras: Distrofia muscular. Concretamente la de Duchenne, una enfermedad muscular degenerativa sin tratamiento. «Cuando me dijeron esas dos palabras caí en un agujero negro. Tuve que coger a mi hijo en brazos e ir a casa, la vida seguía. Al principio crees que es un error pero con cada prueba todo se confirma. Estuve un tiempo aletargada, noqueada y sin saber gestionar mis emociones. Luego empiezas a entender que lo mejor es aceptarlo y convivir con ello«, confesaba en una entrevista para el portal de noticias Aula Hoy.

Con la ayuda de su otro hijo Diego, el cual ha llegado a decir que si pudiera le cedería hasta las piernas a su hermano, esta madre coraje sigue lidiando cada día contra la dura enfermedad que tiene a su hijo postrado en una silla desde los once años, ahora tiene veinticuatro. Hoy por hoy sabemos que Gustavo hasta ha encontrado el amor, la conoció en una clínica de rehabilitación. «Está enamorado, lleva cuatro años enamoradísimo. Verles es la felicidad completa. Con eso no contaba. Nunca pensé que mi hijo llegaría a vivir eso». Se dedica a vivir el presente a hacer feliz a su hijo y aprender todo lo que le enseña cada día. Quiere hacer que su vida, dentro de lo difícil que es, sea lo más cómoda posible y para ello solo hay una salida: la investigación.

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