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La puñalada trapera de Raúl Prieto a Belén Esteban convierte el 2020 en el peor año de su vida

Belén Esteban despide el año 2020 con buenos y malos recuerdos. Su mayor deseo para estas navidades sería volver a abrazar a su madre, pues lleva muchos meses sin verla. Lejos de quejarse, agradece a la vida, por todo lo que le da. Sin embargo, todavía le quedan espinitas clavadas. La guerra judicial contra Toño Sanchís, su boda por la iglesia que tendrá que esperar y ahora el mazazo que su amigo Raúl Prieto le ha propinado en lo profesional han desestabilizado a la princesa del pueblo. Aun así, no se rinde, y no pierde la ilusión en emprender nuevos proyectos. Si quieres repasar los momentos más duros del año de la colaboradora y descubrir cómo los ha ido resolviendo, quédate con nosotros.

No le importaría ver a Toño Sanchís entre rejas

La puñalada trapera de Raúl Prieto a Belén Esteban convierte el 2020 en el peor año de su vida

> La guerra judicial entre Belén Esteban y su ex representante Toño Sanchís lejos de terminar, sigue en auge. Todavía quedan cosas pendientes y Belén asegura que seguirá adelante con todas ellas. Parecía que los juzgados por fin iban a tener un respiro tras tres largos años de disputas entre ambos, sin embargo, esto aún no ha terminado. Aunque Belén consiguiera echar de la que era su casa a Toño Sanchís y a su familia y venderla después de reformar los desperfectos, aún quedan causas pendientes.

Le puso una querella en 2019 que aún no está en trámite por el exceso de trabajo de los juzgados tras el parón por la pandemia. Delitos de apropiación indebida, alzamiento de bienes, falsedad documental y contable y estafa procesal, según cuenta para la revista Semana: «Voy a por todas, yo quiero lo mío, y aunque la casa la gané en el juicio, quedan más cosas pendientes por pagar». Y es que a Toño aun le quedan por pagarle casi 400.000 euros y si no lo hiciera podría enfrentarse a una posible pena de prisión. Belén no quiere adelantar acontecimientos, prefiere ir paso a paso y que la justicia sea la que dictamine la resolución a todo este embrollo.

Confiesa que la situación le ha hecho sufrir más de lo que podemos imaginarnos: «Lo he pasado muy mal, no ha sido plato de gusto para nadie (…), he llorado mucho. Esto lo hemos pasado mi marido y yo porque a mi familia no le queríamos decir nada para que no se preocupara» decía. Y terminaba sentenciando: «lo hemos pasado muy muy mal pero ahora es agua pasada y estoy dispuesta a llegar hasta el final«.

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