Con más de 13 millones de personas contagiadas a nivel mundial desde el inicio de la pandemia de COVID-19 que mantiene al Planeta entero bajo cuarentena, no cabe duda que el mundo del entretenimiento es uno de los sectores del arte más afectado. Sin embargo, quizás ningún otro sector se haya visto tan perjudicado este año como el cine, pues, de acuerdo con el último reporte de The Los Angeles Times, al menos dos mil millones de dólares estadounidenses ha perdido Hollywood desde que comienzo de la pandemia.
Los expertos aseguran además que esta astronómica suma incremente en, al menos, un 50% para finales de este año, y mientras los científicos aseguran que las consecuencias del virus podrían extenderse hasta mediados del próximo año, los cineastas y productores quedan en el limbo preguntando, ¿qué ocurrirá con la industria del séptimo arte? El futuro es incierto, y aunque Hollywood tiene ciertas posibilidades de salir adelante, el antiguo establishment es uno de sus principales obstáculos.
Una solución podrían ser las plataformas digitales
Ya que debido a la pandemia y las restricciones las personas no pueden ir a las salas de cine, una posible solución a este problema sería transmitir las películas por plataformas digitales y dejar de lado las salas de cine por completo. Sería una solución que, si bien podrían fin a la hegemonía de las dueños de cines, le daría vida a las productoras independientes.
Sin embargo, no es una conversación que muchos cineastas, en especial los más legendarios, están dispuestos a tener por el momento. Recordemos que el mismo Steven Spielberg y Francis Ford Coppola se han negado rotundamente a considerar las películas de Amazon y Netflix (dos de las plataformas digitales más grandes del mundo) como material apropiado para los Premios de la Academia.
Sin embargo, otros cineastas, como los hermanos Coen y el mismo Martin Scorsese, han visto más entusiasmados de salvar al cine por medio de plataformas digitales del género. Muestra de esto es el último largometraje del mismo Scorsese, The Irishman, que si bien con toda la tecnología que implementó para su producción no logró conseguir un Oscar, pudo, al menos, inmiscuirse entre las mejores películas del año entre la opinión popular.
