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Jorge Javier crucifica a la Pantoja y vuelve a disparar contra ella sin piedad

Jorge Javier Vázquez lo ha vuelto a hacer. No puede más con Isabel Pantoja. En estas fechas se cumple un año del discurso más cruel, descarnado y duro de Jorge Javier Vázquez contra la tonadillera por el desprecio implícito que Isabel le hizo en su primera entrevista en televisión tras salir de la cárcel:

«Isabel Pantoja es una cobarde. Pero si lo que quería era que yo me enterase de algo no hacía falta lo de ayer. ¿O usted cree que hacía falta actuar con semejante desprecio hacia alguien? Probablemente sí por eso se encuentra tan sola. Lo peor es que utilizó a un perro para enviarme un mensaje: ‘No voy a pronunciar el nombre de quien me la regaló’. Me llamo Jorge Javier Vázquez, señora Pantoja. Y vengo de trabajar. ¡Usted viene de la cárcel, del trullo, del talego!«.

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«No me produce el menor interés»

Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier insiste en que ni ‘Sálvame’, ni Telecinco, ni mucho menos él mismo, viven de la figura de Isabel Pantoja. «Nada más lejos de la realidad», continúa el presentador de ‘Supervivientes’. «No hace mucho pusimos un vídeo de relleno de la cantante y los colaboradores se quedaron mudos. No sabían qué decir. El personaje no provocaba ya interés. Tiene picos en los que resurge, claro está, como cuando sale de la clínica de ver a su nieta recién nacida y concede 18 minutos de entrevista. Pero ese acto de generosidad (la familia no se manifiesta si no hay pasta por delante) se vuelve en su contra porque salen a relucir sus maneras de folklórica en blanco y negro, su absoluta falta de autocrítica y esa forma tan equivocada de entender la realidad. Pantoja se ha quedado anclada en la época en la que te lanzaba una mirada de las suyas y te cagabas de miedo.

Todos hemos crecido y nos hemos vuelto más descreídos. Pero ella sigue creyendo que fuera de su continente no existe nada digno de ser vivido o alabado. Mientras la veía hablando para Kike Calleja pensaba que un día le tuve cariño. Hoy, sin embargo, no queda ni rastro de ese sentimiento y, lo que es peor, no me produce el menor interés. Todo lo que me ofrece ya lo he visto.