No es precisamente la más simpática de las reinas. Letizia tiene fama de estricta y no hay más que ver cĂłmo se comporta en pĂşblico para darse cuenta de que tiene un carácter, cuanto menos complicado. A pesar de sus orĂgenes humildes, la corona se le ha subido a la cabeza y carece de toda la cercanĂa y sencillez que le sobra a su marido, el rey Felipe VI. Estos aires de sobrada le han jugado una mala pasada en más de una ocasiĂłn, y la Ăşltima de ellas la ha convertido en el blanco de todas las crĂticas. Sigue leyendo para saber de quĂ© se trata.
Letizia, la más estricta de las reinas
> Parece que a Doña Letizia se le ha olvidado su cuna humilde y se ha ido volviendo muy inflexible y estricta con el paso del tiempo. Desde que llegĂł a Zarzuela tras su matrimonio con el entonces prĂncipe de Asturias, la consorte ha estado imponiendo normas y rutinas severas que incluso a su marido le cuesta entender. El personal de palacio no da a basto con sus numerosas Ăłrdenes y algĂşn miembro del equipo ha llegado a dimitir debido a la tensiĂłn que se genera en el ambiente. Ortiz siempre mira por encima del hombro y se pasa el dĂa supervisando y controlando cada movimiento que se produce.
En ocasiones, Letizia ha pecado de estirada y se ha comportado de forma dĂ©spota y tirana ya no solo con sus empleados, sino con otros miembros de la familia real. Esta actitud tan desacertada le ha costado numerosos enemigos, incluso dentro de la propia corona, y le ha llevado a postularse como el miembro de la familia real peor valorado en cuanto a su cercanĂa y simpatĂa, segĂşn la encuesta anual que realiza la revista ¡Hola! sobre realeza. Su carácter cuadriculado ya no solo ha calado en los ciudadanos españoles, sino que ha trascendido nuestras fronteras y sus aires de sobrada la han convertido en el hazmereĂr de Europa.
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Letizia, en ridĂculo ante otras realezas europeas
> Son muchos los ciudadanos europeos que viven bajo el mandato de una monarquĂa y que se cuestionan la legitimidad de sus representantes. Ostentar la potestad de gobernar un paĂs solo por haber nacido en el seno de una familia real no suele ser un argumento que la poblaciĂłn acepte de primeras, por lo que la mayorĂa de casas reales están haciendo un esfuerzo notorio por modernizar su imagen y conectar con el pueblo. Por desgracia, no es el caso de la nuestra. Mientras que otros reinos han entrado de lleno en el siglo XXI, el nuestro sigue anclado en el medievo y se ha convertido en el hazmereĂr del viejo continente.
Nuestros soberanos se empeñan en vivir a varios niveles por encima de los ciudadanos y se comportan denotando una lejanĂa y seriedad propia de los antiguos faraones. Una buena forma de llegar a la poblaciĂłn es a travĂ©s de las redes sociales. En paĂses como Noruega o Reino Unido lo saben y algunos miembros de sus casas reales poseen cuentas en Instagram, en las que publican fotografĂas y vĂdeos de carácter personal, que despiertan la empatĂa entre sus seguidores. Sin embargo, Letizia y Felipe no regentan ningĂşn tipo de perfil en Internet y se han empecinado en mantener un hermetismo exagerado, que va en detrimento de la supuesta transparencia que pretenden mostrar. Sus vacaciones privadas son un buen ejemplo de ello.
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Los reyes y sus vacaciones privadas, un escándalo en Europa
> No es ningĂşn secreto que Letizia no soporta tener que pasar parte de sus vacaciones afincada en Palma de Mallorca. Cuando termina la temporada, ella y Felipe VI organizan un viaje privado para relajarse de verdad, alejados de la presiĂłn mediática. El destino siempre permanece en absoluto secreto y Casa Real no aporta datos de dĂłnde pasarán sus majestades el resto del verano. Este hermetismo que se ha normalizado en España, no está muy bien visto en el resto de monarquĂas europeas, en las que sus miembros no pueden dar un solo paso sin que los ciudadanos lo sepan. Es el caso, por ejemplo, de Carlos de Inglaterra, que pasará unos dĂas en Grecia para disfrutar del clima mediterráneo.
Tampoco se oculta que los reyes de Suecia se han dejado caer por la costa francesa, o que los soberanos belgas han aterrizado en España para hacer el Camino de Santiago. La princesa Mette Marit de Noruega recorre en estos momentos las calles de Rallarvegen y ha dejado constancia de su paseo en las redes sociales. Mientras, en España, Letizia y Felipe VI siguen en paradero desconocido a pesar de la turbulenta situaciĂłn polĂtica que atraviesa nuestro paĂs. Esta desapariciĂłn veraniega se ha convertido en una tradiciĂłn de la familia real, pero se ha de saber que en otras regiones serĂa inaudito que los jefes de Estado se largaran durante dĂas sin que nadie supiera nada de ellos. ÂżQuiĂ©n tiene la culpa de este descabellado secretismo? No podĂa ser otra que la consorte.
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Letizia, la culpable del hermetismo exagerado
> Ortiz sabĂa muy bien dĂłnde se metĂa cuando aceptĂł unirse en matrimonio con el entonces prĂncipe de Asturias. A partir del momento en el que se dieron el ‘sĂ, quiero’, su vida dejĂł de ser privada y saltĂł de lleno a la esfera pĂşblica. Ella aceptĂł ser la consorte de España, con todos los privilegios y obligaciones que su tĂtulo conlleva. Pero Letizia no está por la labor de cumplir Ăłrdenes. Ella es muy recelosa de su intimidad e intenta con todas su fuerzas mantener a su familia alejada del huracán mediático, algo imposible cuando se ocupa un cargo como el suyo. Por el contrario, Felipe VI ha sido criado como monarca y entiende perfectamente que se debe a su pueblo.
De hecho, fue Ă©l quien promoviĂł una transparencia total desde Casa Real, una utopĂa que difiere mucho de la realidad actual. Sus majestades están desaparecidos y nadie sabe dĂłnde están pasando las vacaciones ni cuánto les han costado, una informaciĂłn bastante relevante teniendo en cuenta que se han pagado con los impuestos de todos los contribuyentes. Por desgracia, esta bochornosa situaciĂłn se mantendrá hasta que Letizia siga empeñada en vivir en la sombra y no acepte que tiene unos deberes como consorte que ha de cumplir.