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La desconcertante estrategia económica de los Bustamante horas antes de la boda de David y Paula

Nadie se había planteado de manera oficial quién era más poderoso y rico de los dos hasta que saltó la noticia de la separación. ¿David o Paula? ¿Paula o David? Es evidente que cuando la pareja se conoció, el eco del apabullante éxito de David Bustamente con ‘Operación Triunfo’ aún resonaba en su carrera, y por ende, en su cuenta bancaria. Una situación que ha dado un giro de 180 grados en los últimos años en los que Paula se ha convertido en la eterna chica del momento, trono del que se niega a bajarse.

La pareja se conoció en Lanzarote a finales de 2005, y no tardaron ni siete días en irse a vivir juntos. La relación cogió fuerza y apenas nueve meses después de aquel primer encuentro que ellos calificaron como «flechazo», la actriz y el cantante decidieron oficializar su relación ante la imponente basílica de Covadonga en Asturias, la tierra de ella.

La desconcertante estrategia económica de los Bustamante horas antes de la boda de David y Paula

Según la información publicada por el portal Vanitatis, horas antes de la boda de David Bustamante y Paula Echevarría tuvo lugar una «firma de las capitulaciones matrimoniales ante un notario de Cangas de Onís. En esa escritura, fechada el 21 de julio de 2006, se establecía el régimen económico por el que se regiría el futuro matrimonio. En aquel momento, el patrimonio de Bustamante era muy superior al de la actriz y de ahí que la recomendación que siguió el novio fue separar su economía de la de su mujer. Actualmente es al contrario y precisamente el dinero no será ningún problema cuando firmen el divorcio». 

La publicación da por hecho que el divorcio es algo inminente y que sin lugar a dudas tendrá lugar y continúan diciendo que «esta decisión -la separación de bienes-, […] no fue bien recibida por parte de la familia de Paula. Según parece, no entendían esa premura cuando quedaban menos de veinticuatro horas para la ceremonia. Consideraban que la firma del documento se podía haber dejado para después de la boda y no hacerla justo ese día, cuando Paula estaba con los nervios a flor de piel».