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Lo que el matrimonio de don Juan Carlos y doña Sofía esconde: lujo, excesos e infidelidades

La familia real española está envuelta por un halo de misterio cimentado en un pacto no escrito con la prensa por el cual jamás se levantarían las alfombras de palacio. Sin embargo, los tiempos cambian y los reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, han contemplado con horror cómo lo que ayer era intocable hoy ya no. El castillo de naipes se derrumba y la imagen creada a golpe de reportajes a medida se da de bruces con la realidad. ¿Son tan austeros don Juan Carlos y doña Sofía como nos han hecho creer? ¿Estuvo siempre al pie del cañón el rey emérito? ¿Aceptaron los soberanos regalos que no debían? Estos y otros secretos quedan al descubierto en nuestro reportaje.

 









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La baronesa Thyssen no es del agrado de doña Sofía. No la traga ni por su pasado ni por ciertas compañías que a ella le tocan de cerca. De ahí el ostracismo social al que se ha visto sometida Tita, a quien siempre le han negado el pan y la sal en los circuitos más cortesanos para no contrariar a la reina emérita. Sin embargo, una cosa es frecuentarse y otra muy distinta los regalos. Al respecto se cuenta una anécdota muy curiosa.

Desde que matrimoniara con el barón Thyssen, Tita siempre tuvo una idea fija en la cabeza: congraciarse con los reyes. Ser aceptada por don Juan Carlos y doña Sofía era básico para ella para alcanzar respetabilidad y un título nobiliario. Para ello pidió consejo a su gran amigo, Luis Gómez-Acebo, sobre la conveniencia o no de enviar a Zarzuela un regalo por navidad. Luis, casado con la infanta Pilar, dijo sí. Lo que sucedió está narrado maravillosamente por la periodista Pilar Eyre en su libro Secretos y mentiras de la familia real: “Cuando en Zarzuela son advertidos de que un presente de los Thyssen están en camino se ponen muy nerviosos. Esperan días y días el citado regalo -¿joyas? ¿cuadros? ¿coches?- no se ven por ningún sitio. Miran incluso en la caja fuerte ya que, dada la categoría del obsequio, quizás alguien lo ha depositado allí por seguridad. Asombrosamente, sólo encuentran un par de jamones, valiosos, sí, pero no tanto como esperaban y, además, los ha enviado otra persona. Finalmente, llega el tan ansiado paquete. Es de pequeñas dimensiones, los abren con nerviosismo y es ¡un libro! Dicen que esa noche hubo bronca familiar en Zarzuela”.