Quién hubiera dicho que aquella chica tímida, que se ruborizaba ante la prensa cuando era novia de Jesulín, se convertiría, con los años, en un fenómeno mediático. Con todos ustedes, Belén Esteban, copresentadora, personaje, colaboradora, concursante de reality… Aquí van las diez razones para odiarla.
Imposible olvidar la época que en Sálvame se merendaba. Aparte de las estupendas viandas que mostraban, era todo un espectáculo, digno del museo de los horrores, ver como a Belén se le salía la comida por la boca mientras engullía a dos carrillos, incluso alimentos desaconsejados para diabéticos. También lo hizo en la casa de Gran Hermano.
Si hay un pijama famoso es el que Belén mostró en GHVIP. Ignoramos si tenía el mismo modelo repetido, al más puro estilo Coco Chanel, o bien, cual Penélope, lo lavaba por la mañana y se lo ponía por la noche. Sea como fuere, no nos mola nada que repitiera tantas veces el mismo look. Imperdonable ni que sea para irse a dormir.
Irrita saber que Belén Esteban vetó la presencia de su ex marido, Fran Álvarez, en Supervivientes tras su separación. Ella misma lo ha confesado y se ha quedado tan pancha. Abuso de poder, no, Belencita. Eso está muy mal.
Pocas madres hay que hayan hablado tanto de su hija en televisión. Andrea Janeiro se ha convertido en famosa por obra y verborrea de su madre. Belén Esteban empezó con el “Por mi hija, mato” y todavía no ha parado. Lo que más molesta es que asegura que jamás ha comerciado con su hija ya que no la ha sacado en exclusiva alguna. Ay señor, señor…
Estuvo muy mal que Belén Esteban, durante su estancia en GHVIP, jugara con su enfermedad. Para ver lo que se cocía en el salón, puso la excusa de que iba a la cocina a buscar algo para picar ya que le había bajado el azúcar. Un comportamiento más que reprobable.
Durante años, Belén justificó sus ingresos hospitalarios por problemas de diabetes. El tiempo demostró que quizás no estaban tan equivocados los que ya entonces hablaban de que tenía problemas con las drogas, como posteriormente ella reconocería.
El mal carácter de Belén Esteban es de sobra conocido. Cuando se enfada, da miedo. De hecho, un periodista sufrió su ataque de ira en un pasillo de Telecinco y tuvieron que llamar a seguridad. Desencajada y con los ojos fuera de las órbitas, así se puso la rubia mientras pronunciaba maldiciones y todo tipo de improperios.
Belén Esteban tiene muy poca memoria. A su biógrafo, Julián Fernández, aseguró que lo demandaría por haber profanado el lugar sagrado donde reposan los restos de su padre. Posteriormente, explicaría que su progenitor fue incinerado y sus cenizas arrojadas al mar en Benidorm.
Hacer de la incultura, virtud, eso es lo que hace Belén Esteban cuando se jacta de ser mal hablada y gritona. Realmente, con el dinero que ha ganado, podría apuntarse a un curso de cultura general. Todos lo agradeceríamos.
Mimada y consentida hasta el exceso, Belén está acostumbrada a que se haga su santa voluntad. De ahí que vetara a Carmen Lomana en un debate, que no permita que Olvido Hormigos se cruce con ella cuando acuden al mismo programa… Hasta ahora, se lo han permitido. Sin embargo, como los Belenazos ya no son lo que eran, quizás la bajen del pedestal de un plumazo.
