La monarquía está en crisis desde que la voz de Corinna hablara de supuestas irregularidades de don Juan Carlos en el manejo de su patrimonio. La alemana acusa al rey emérito de manejarse entre testaferros, propiedades en paraísos fiscales y cuentas bancarias en Suiza. Como era de prever, el rey emérito ha sido apeado del veraneo real en Mallorca. Todo parecía bajo control hasta que doña Letizia ha vuelto a dar muestras de su fuerte carácter dejando claro que ella hace lo que le viene en gana.
Apagando fuegos
Arde Casa Real, y no es broma. En Zarzuela llevan prácticamente todo el año diseñando planes para frenar crisis. La primera, la protagonizada por doña Sofía y doña Letizia en la misma de Pascua. La reina hizo todo lo que estaba en su mano para evitar la fotografía que su suegra quería hacerse con Leonor y Sofía. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y un huracán de críticas cayó sobre doña Letizia por mandona y controladora.
La mayoría no entendió el comportamiento de la reina, y menos con doña Sofía, que se desvive por sus nietos. Es una abuela cariñosa y muy familiar. Sin embargo, a su nuera no le gusta que se acerque a Leonor y Sofía. De hecho, la reina emérita se ha quejado de esta cuestión ante sus más íntimos. La pobre ve que no pinta nada y que Paloma Rocasolano tiene todos los privilegios como abuela.
Un paripé real
Visto lo que se armó, en palacio decidieron mover ficha antes de que la cosa fuera a más. La puesta en escena de la reconciliación entre reinas tuvo lugar a las puertas del hospital donde convalecía don Juan Carlos tras una intervención quirúrgica. La reina posó para los fotógrafos con Leonor y Sofía cogidas de su mano. Mientras tanto, don Felipe y doña Letizia contemplaban la escena muy complacidos.
En Zarzuela creyeron que esto era suficiente pero no, para nada. La gente seguía hablando de la desunión familiar y ahondando en el hecho de que no solo la reina emérita, tampoco don Juan Carlos y las infantas Elena y Cristina se llevaban bien con doña Letizia. Y en el medio, don Felipe, ya sobrepasado por la situación. Sin embargo, lo peor estaba por llegar.
Y entonces llegaron Corinna y Urdangarín
Don Felipe y doña Letizia se fueron de viaje a Estados Unidos para que la entrada en prisión de Iñaki Urdangarín no les pillara en Madrid. Mientras ellos hacían las Américas, la infanta Cristina viajaba a España para visitar a su marido. Tras ella, sus hijos, Juan Valentín y Pablo Nicolás. Por cierto, que la infanta no renuncia a ser alteza real y sigue recibiendo trato de favor al poder acceder a la cárcel de Brieva por la entrada reservada a funcionarios.
Y por si ya las cosas estaban complicadas, una hermana de Urdangarín reveló que si su padre estuviera vivo, habría quemado Zarzuela. Eso era tan solo un anticipo de lo que posteriormente revelaría Corinna, que don Juan Carlos estaba al tanto de los manejos de su yerno al frente del Instituto Nóos. En fin, érase una vez una Casa Real muy oscura.
La dignidad se llama Sofía
Lo de Corinna ha constituido un mazazo durísimo para doña Sofía. Es cierto que sabía, pero que la falsa princesa haya confirmado ha sido todo un directo a la mandíbula. La reina intenta aguantar el tipo pero la tristeza está en sus ojos y se transmite. Nadie merece semejante humillación y menos la reina, que siempre ha estado en su lugar, aguantando con gran dignidad. Debería su esposo pedirle perdón públicamente.
Según algunos, doña Letizia no es la esposa ideal para don Felipe porque no tiene la capacidad de aguante que su suegra. Francamente, lo celebramos. Nadie debería tragar algo así. Los tiempos de doña Sofía eran otros, donde la mujer tenía que callar, sonreír y llorar en silencio. En nuestros días, algo así no pasaría desapercibido y hasta sería punible.
Los desheredados
Estaba previsto que este verano fuera el de la reconciliación entre los miembros de la familia. Querían proyectar una imagen unida y feliz. Sin embargo, Corinna ha bloqueado a don Juan Carlos y han tenido que apartarlo. Ya no volveremos a ver al rey emérito en público con su hijo. Sigue la estela de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín. A partir de ahora, don Juan Carlos está condenado a vagar por Zarzuela sin cargo institucional que ejercer. Eso sí, seguirá cobrando los quince mil euros mensuales que su hijo le asignó como sueldo tras la abdicación.
Se habló de que la infanta Cristina, una vez su marido entre rejas, estaría en Mallorca. Pues no, ni ella ni sus hijos han pisado la isla. Y es que don Felipe lo tiene claro. Lo importante es salvar la institución. Así las cosas, las personas manchadas por la sombra de la corrupción o el enriquecimiento ilícito quedan fuera de la órbita real.
La monarquía por encima de todo
En estos momentos, don Felipe sabe que solo hay dos miembros de la familia en quien puede apoyarse, doña Sofía y la infanta Elena. Ellas, junto con doña Letizia y sus hijas, componen ahora el núcleo duro de Casa Real. A pesar de las diferencias con su esposa, el rey tiene la seguridad de que puede contar con su madre y su hermana. La primera lo ha demostrado sobradamente prestándose a protagonizar el paseíllo matinal por los mercados con su nuera y sus nietas.
En cuanto a la infanta Elena, ahí ha estado, cubriendo la ausencia de su padre para que la polémica aminorara. Junto a ella, Victoria Federica, una chica encantadora, de belleza serena y con estilo propio a la hora de vestir. Y también Elena ha dejado claro que está para lo que su hermano la necesite, de ahí que acudiera junto a toda la familia a un concierto. Ocupó un discreto segundo plano junto a su tía Irene, que iba de su brazo. ¡Ay si la tía Pecu hablara!
La venganza de Letizia
Doña Letizia ha mantenido un perfil bajo durante estos días en Mallorca. Ha estado a la sombra de don Felipe y hasta de su suegra. Ha dejado que sean ellos quienes lleven la voz cantante y se ha acoplado a la complicada situación que vive la monarquía. Es momento de hacer sacrificios y ella ha captado el mensaje. Hay que transmitir un mensaje, que la institución está viva y que el jefe es don Felipe. ¿Bicefalia? No, gracias.
Y sí, la reina Letizia ha cumplido con el guion escrito en palacio. Sin embargo, ha tenido que dejar su impronta al no acudir a ver a don Felipe regatear. Ni ella ni las infantas han ido a despedirle ni recibirle. Quien sí ha estado pendiente del rey en todo momento han sido doña Sofía y la infanta Elena, que han seguido la competición desde una lancha. Quizás haya sido la venganza de doña Letizia por tener que estar la primera semana de sus vacaciones en Palma y dando el callo. Menos mal que su sufrimiento acaba en unas horas. Entonces, ella, su marido y las infantitas pondrán rumbo a sus vacaciones privadas. Esas que pagamos todos pero de las que no tenemos derecho a ser informados.