La reina Letizia se ha cansado y está harta del perfil bajo que le toca observar tras los últimos escándalos que han sacudido a la familia real. La caída en desgracia de don Juan Carlos se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para ella. En su caso, la venganza no tiene un sabor dulce. Te contamos el vía crucis que atraviesa doña Letizia el año en que los Borbones vivieron peligrosamente.
Sabor a hiel

Doña Letizia sintió el sabor dulce de la venganza cuando don Juan Carlos cayó en desgracia. Ocurrió tras hacerse públicas unas grabaciones donde Corinna tachaba la conducta del rey emérito de poco ejemplar. Le atribuyó un manejo turbio de su patrimonio inmobiliario y financiero. Ante esto, no hubo más remedio que tomar medidas. La medida estaba clara, tocaba salvar a don Felipe de la herencia paterna.
En Zarzuela decidieron que don Juan Carlos no estuviera presente en el veraneo real. No salir en la foto en Palma significa que has sido condenado al ostracismo. Es lo que le ha ocurrido al rey emérito. Sin embargo, y a pesar de que algunos políticos han pedido su comparecencia, no parece que el padre de don Felipe vaya a ser protagonista de comisión de investigación alguna sobre su comportamiento al respecto de lo aportado por Corinna.
El enemigo de Letizia

Si doña Letizia ha tenido algún enemigo en palacio ha sido su suegro. Y es que a don Juan Carlos, la periodista nunca le gustó. Ni sus orígenes ni su historia vital fueron de su agrado. Sin embargo, no le quedó más remedio que tragar puesto que don Felipe amenazó con renunciar a sus derechos dinásticos. A partir de ese momento, Letizia Ortiz intentó ganarse a su suegro sin conseguirlo.
Los últimos tiempos del reinado de don Juan Carlos fueron convulsos. Él se resistía a abdicar hasta que ya comprendió que no quedaba otra salida. Su imagen estaba muy tocada y los escándalos lo cercaban. Todos le aconsejaban que diera un paso atrás, menos Corinna, que intentaba convencerle para que siguiera en el trono alegando a una maniobra familiar destinada a quitarlo del medio.
Ejerciendo de reina a su manera

Antes de dar el sí definitivo a la abdicación, don Juan Carlos preguntó: “¿Letizia está preparada para reinar?”. Le dijeron que sí y respiró tranquilo. Sin embargo, sabía que el camino de su nuera estaría plagado de espinas y que no conseguiría conectar con la sociedad como doña Sofía, una de las reinas más queridas y respetadas de su generación. Su marido la definió como “Una gran profesional”. Y lo es, porque ha aguantado con la mejor sonrisa todos los feos que le ha hecho su esposo.
Y una vez convertida en reina consorte, doña Letizia decidió cómo quería ejercer el cargo. Aunque es cierto que valora la forma de hacer de doña Sofía, quería que su impronta fuera otra. Nada de inaugurar hospitales o visitar chabolas. Al final, y a pesar de las críticas, la soberana pudo realizarse a su manera. Algo que ha conllevado numerosas comparaciones con su suegra. Es una de las cosas que peor lleva la esposa de don Felipe.
No hay lugar para Cristina junto a los reyes

La entrada en prisión de Urdangarín puso fin a unos años muy difíciles para la familia real. A pesar de que Cristina y su marido no tenían presencia en asuntos de la Corona, su sombra siempre estaba presente. Además, la infanta no dudaba en lanzar pulsos a su hermano vía doña Sofía, encargada de mediar ante su hijo para que consintiera en rehabilitar la imagen de su hija.
Lógicamente, don Felipe se negó. Como hermana, la adora, pero no hay lugar para ella en la monarquía que dirige. Quizás, el peor pecado de Cristina sea que se ha equivocado pero es incapaz de verlo y reconocerlo. Así las cosas, Palma sigue siendo un lugar vedado para la infanta, tal y como se ha demostrado este verano. No hay espacio para ella ni que sea a nivel familiar. Allá donde estén don Felipe y doña Letizia, Cristina no tiene cabida.
Una familia dividida

El escándalo Urdangarín ha causado mucho daño y ha provocado una gran desunión familiar. Por un lado, los reyes, y por otro, doña Sofía y sus hijas. Mientras tanto, don Juan Carlos por libre, que para eso es el verso suelto del clan. En algún momento, los Borbones se separaron tanto que han llegado a no encontrarse. De hecho, solo mantienen las apariencias de cara a la galería. La realidad es que doña Sofía y la infanta Elena no cruzan palabra con Letizia, a quien echan mucho en cara.
Idéntico comportamiento a su madre y su hermana tiene la infanta Cristina. Según ella, es doña Letizia quien más ha presionado a su hermano para que aplicara medidas duras, como el exilio en Ginebra. Estamos ante una historia de desencuentros que empezó en los inicios del matrimonio entre los reyes. Iñaki Urdangarín tenía por costumbre indisponer a don Felipe contra doña Letizia, hasta que un día la jugada le salió mal y le pararon los pies.
Letizia se revuelve

Ante el tsunami Cornina, don Felipe ha tenido que dar un golpe en la mesa y dejar las cosas muy claras a la familia. A doña Letizia le toca observar un perfil bajo y no volver a sacar los pies del tiesto como ocurrió en el rifirrafe con su suegra en la última misa de Pascua. Por alguna razón, una parte de la sociedad no recibe bien que la reina, en ciertas ocasiones, parezca tener mayor protagonismo del que creen le corresponde.
Si algo tiene doña Letizia es que es una mujer de su tiempo. Ha sido criada para desarrollarse por sí misma y no para estar bajo el ala de nadie. Las nuevas medidas puestas en prácticas por don Felipe para salvar la monarquía conllevan un paso atrás que la reina no está dispuesta a aceptar. Con ella no va ejercer únicamente de consorte y madre abnegada. Quiere tener su espacio propio y desarrollarse junto a su marido pero con cierto margen de independencia.