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Alberto de Mónaco y sus amantes, su reinado en peligro por un exempleado despechado 

Un antiguo empleado resentido de Alberto de Mónaco se convierte en una fuente de revelaciones explosivas al airear los secretos financieros de la corte a la que sirvió durante décadas. Claude Palmero, exadministrador de la fortuna de Alberto II de Mónaco, despedido el año pasado, continúa filtrando detalles financieros que arrojan sombras sobre la reputación de los Grimaldi y sacuden los cimientos del Principado. 

 

Claude Palmero, de 67 años, pasó de ser un perfecto desconocido a un protagonista central. Despedido del Palacio, se llevó consigo cuadernos detallando los enormes gastos que el Príncipe Alberto autorizaba para toda la familia, incluyendo hijos fuera del matrimonio y la familia de la Princesa Charlene. Además, atribuye la titularidad de cuentas en paraísos fiscales, expone irregularidades en contratos con empleados, lujos a precio de oro y un estilo de vida desmesurado, según las revelaciones de medios franceses publicadas este miércoles. 

Alberto de Mónaco y sus amantes, su reinado en peligro por un exempleado despechado 

Le Monde y Libération presentan extractos de la contabilidad que evidencian tensiones internas entre los Grimaldi. Palmero heredó el papel de administrador de su padre en tiempos de Rainiero III, padre del actual soberano Alberto de Mónaco. Según Le Monde, Rainiero no quería que Alberto ascendiera al trono, buscando que la sucesión recayera en Carolina. Más recientemente, Palmero maniobró para evitar que Charlène fuera regente en caso de fallecimiento del príncipe antes de la mayoría de edad de Jacques, el mayor de los gemelos, programada para 2030. 

 

Las notas de Palmero indican una animosidad entre las dos hermanas del príncipe Alberto de Mónaco, Carolina y Estefanía, hacia Charlène, quien a su vez no tolera a Nicole Coste, madre de uno de los hijos reconocidos por Alberto fuera del matrimonio. 

Charlene de Mónaco abandona vida publica
El príncipe Alberto y Charlene de Mónaco

Las revelaciones desdibujan las fronteras entre el presupuesto personal del príncipe, su asignación oficial y el patrimonio del Principado para sufragar los lujos familiares. Palmero coloca bienes a su nombre para evitar impuestos y ocultar los caprichos de otros. También alerta sobre el trabajo ilegal de algunos asistentes y afirma que el soberano autorizaba gastos que el Palacio prefería mantener ocultos para evitar escándalos sobre su estilo de vida. 

 

El príncipe Alberto de Mónaco, al frente de un Estado bajo investigación del Consejo de Europa por falta de transparencia fiscal, tenía 258 millones de euros en cuentas en paraísos fiscales, específicamente en bancos de Panamá y otros países, según Libération

Charlene de Mónaco con un vestido rojo

Palmero afirma que esas «estructuras» preexistían a su llegada al cargo, mientras los abogados de los Grimaldi lo acusan de no poner fin a ellas al asumir su posición. 

 

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La respuesta de Alberto de Mónaco 

charlene de monaco

Alberto de Mónaco destaca a Le Monde que los hechos están en manos de la justicia y justifica el despido de Palmero por la «ruptura de la confianza». Reprocha a su excontador haberle ocultado el verdadero estado financiero y sostiene que la auditoría post despido «ha revelado una situación catastrófica». El príncipe señala que Palmero puso a su nombre todos los bienes de la familia, y que han necesitado «numerosos meses de procedimientos judiciales» para recuperarlos. 

Las cosas no pintan bien en el Principado de Mónaco, un paraíso para muchos excepto para los Grimaldi que acumulan demasiadas desgracias a lo largo de los últimos años. Alberto de Mónaco no es ajeno a estas situaciones y hasta su matrimonio con Charlene ha estado envuelto en todo tipo de rumores hasta el punto de que la princesa ha pasado meses fuera de los focos y recluida en palacio por los problemas de saludad que ha tenido.

Depresiones y problemas conyugales a los que ahora se une un exempleado despechado que quiere sacar unos supuestos trapos sucios de Alberto de Mónaco que podían hacerle pasar un mal trago y acabar en los tribunales.