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El truco para lograr que las croquetas estén líquidas por dentro

Pocos productos como la croqueta tienen tanta aceptación en nuestra sociedad. Raro es ver a personas a las que no les gusta esta porción de masa hecha de una salsa densa como la bechamel y un picadillo de diversos ingredientes, que ha sido rebozada en huevo y pan rallado, y frita en abundante aceite, lo que le proporciona una textura crujiente y un color dorado. Generalmente son saladas, tienen forma ovalada y se sirven calientes ya sea como entremés o guarnición, aunque también las hay que son dulces y se sirven como postre.​ La croqueta moderna es de origen francés, aunque lo cierto es que la técnica de reaprovechar las  sobras rebozándolas se remonta, por lo menos, a la Antigua Roma.​ En un principio consideradas una preparación «ordinaria», con el tiempo se han convertido en un plato tradicional tanto de la cocina española como de la italiana o incluso la neerlandesa. Aquí vamos a ver el truco para lograr que estén líquidas por dentro, lo cual ya es casi un producto gourmet.

La textura de las croquetas líquidas

Croquetas
Croquetas líquidas de torta del Casar

Lo mejor de las croquetas líquidas es su textura, que puede ser toda una delicia al paladar, sin contar que son más sencillas y rápidas de preparar que las tradicionales. Para lograr que la masa quede líquida lo primordial es que no se puede rebozar ni nada parecido. El secreto está en añadir gelatina neutra a la bechamel. Cuando la masa enfría la gelatina la vuelve consistente y muy manejable. Así se puede rebozar sin problema, freír y a disfrutar. En la receta que vamos a mostrar a continuación están preparadas de jamón y queso manchego, más españolas o ibéricas no pueden ser, pero se pueden sustituir estos elementos por otro queso, como la misma torta del Casar, o hacerlas con los rellenos que más gusten. Son sin duda perfectas para presentar a la hora del aperitivo o en un bufé informal junto a otro tipo de platos: ensaladas, tortilla de patatas, tabla de quesos, panes, dips variados, etc… Eso sí, hay que comerlas de un solo bocado, de lo contrario se corre el riesgo de ponerse perdido con el relleno o de quemarse sí están muy calientes, y tampoco hay que hacerlas de gran tamaño porque en esta receta «menos es más».