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La enfermedad que comparten Noemí Salazar, Santiago Segura y Carme Chaparro y que tristemente condiciona sus vidas

Tres enfermedades diferentes, tres personajes televisivos diferentes y tres vidas condicionadas para siempre por dolencias muy similares. Noemí Salazar, Santiago Segura y Carme Chaparro padecen duras afecciones con las que tienen que convivir de una manera u otra, de por vida. La adaptación y asimilación de la enfermedad son fundamentales para sobrellevar dichos malestares, si no lo hacen podrían incluso perder la cabeza.
Tan duro es lo que tienen que llevar sobre sus espaldas que su día a día se ve siempre determinado aunque intenten evitarlo. Noemí, ha sido la última en confesar la enfermedad que padece y que podría incluso empeorar en un futuro hasta causarle un grave problema de salud. Por su parte, el actor y la periodista ya hace tiempo que contaron en público cómo les afectaba en su cotidianidad. Si quieres descubrir lo que desgraciadamente, une a estas tres personas tan diferentes sigue leyendo. Te contamos esto y mucho más a continuación.

Santiago Segura: «No conozco el silencio absoluto»

La enfermedad que comparten Noemí Salazar, Santiago Segura y Carme Chaparro y que tristemente condiciona sus vidas

> El actor y director Santiago Segura, tampoco lleva la vida que desearía en el terreno más personal e individual. El humorista sufre desde hace años una enfermedad que le impide disfrutar de los silencios. Tanto es así ha llegado a asegurar que siempre escucha algo todos los días durante todo el día, nunca el silencio, ni siquiera sabe cómo es. Fue diagnosticado de Tinnitus comúnmente llamado acúfenos. Un zumbido persistente extremadamente molesto que puede perturbar el sueño o empeorar la concentración en actos cotidianos, entre otros. “Cuando te dicen que va a ser de por vida te pones a llorar, pero te terminas acostumbrando. El peor momento es cuando llega la noche, porque no conozco el silencio absoluto”.

En una entrevista para el periódico La Razón contó el momento en que todo empezó hasta el declive: “Me desperté a las cinco de la mañana con una especie de pitido o zumbido que no sabía si era una invasión extraterrestre. Me levanté, miré en la cocina y en el baño y caí en que el sonido lo tenía yo”. Aunque reconoce que el médico le recetó unos tranquilizantes, este parche momentáneo no le dio ningún resultado, pues ahora está obligado a convivir con ello, tristemente, para el resto de sus días, pues en su caso se trata de una enfermedad crónica sin cura posible.

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