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Lo que Belén Esteban teme pero que inevitablemente vivirá con la mayoría de edad de su hija Andrea

El ansiado momento ya ha llegado. La hija de Belén Esteban y Jesulín de UbriqueAndrea Janeiro Esteban, ya es mayor de edad. Ha cumplido 18 y al parecer su padre estaría dispuesto a contarle toda su versión en relación a los hechos que han ocurrido desde que ella era pequeña.

Hasta que ese momento llegue, Belén, con la sinceridad que la caracteriza, ha mostrado sus temores en relación a la mayoría de edad de su única hija: todas las fotos de su vida podrán ser publicadas sin pixelar y la prensa podrá seguirla cuando vaya tranquilamente por la calle. Atención porque no es lo único que la Esteban teme…

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Andrea y sus amiguis famosas

La hija de Belén Esteban está acostumbrada a rodearse de gente famosa, en la imagen que os mostramos arriba sale sentada y posando junto al Instagrammer Aless Gibaja, con quien tiene una estrecha relación. Pero él no es el único…

La hemos podido ver con Alejandra Rubio, hija de Terelu Campos. También tiene amistad con Los Gemeliers, Ylenia Padilla y otros rostros del mundo de la farándula y el famoseo, que sumado a los eventos a los que suele acudir con su madre le hacen ser un objetivo más que fácil para la prensa.

Lo que Belén Esteban teme pero que inevitablemente vivirá con la mayoría de edad de su hija Andrea

Toño Sanchís ya tenía nueva gallina de los huevos de oro para relevar el caché de su madre, Belén Esteban: Andreíta Janeiro, la hija de la ‘Princesa del pueblo’. El ex representante llegó a poner precio a la ‘cabeza’ de la adolescente, pensando ya en el futuro y en los beneficios que podría darle la joven: «Tengo la jubilación asegurada», se jactaba Toño pensando en el gran negocio que podría tener con la hija de Jesulín.

Una revelación que hizo estallar a Belén Esteban, quien siempre ha comentado que tiene la firme decisión de enviar a su hija a estudiar fuera de España para que no se meta precisamente en el mundo rosa y evitar que se convierta en personaje social. «Mi hija no tiene precio», sentenciaba hace meses la de San Blas. ¿Será realmente así?