Rocío Carrasco ha tomado la decisión más importante de su vida. Tras la última entrevista de Antonio David Flores concedida a una conocida revista de los miércoles, la hija de Rocío Jurado está convencida de que se han vulnerado los derechos fundamentales de su hijo, mayor de edad, aquejado de una enfermedad degenerativa. Según ha podido saber esta publicación, Rocío considera que Antonio David se ha excedido, de forma imperdonable, al exponer públicamente lo que sucede con su hijo y cuál es la relación que mantiene con ella y con su marido, Fidel Albiac.
Nos cuentan que Rocío está muy enfadada y que esta vez está dispuesta a llegar hasta el final del asunto. Y no es una advertencia que caerá en saco roto, pues ya se han iniciado los trámites pertinentes para que el colaborador de Mujeres y hombres y viceversa pague por sus declaraciones en prisión. Se da la coincidencia que es esta pretensión, precisamente, con la que, según Rocío Flores, solía condicionarle: «no voy a parar hasta que meta a tu padre en la cárcel», asegura que le increpaba.
Según Antonio David, la situación que se vivía en el domicilio familiar era un auténtico drama. En la entrevista mencionada anteriormente, el ex guardia civil aseguró que sus hijos eran tratados de forma clasista: «ellos (Rocío y Fidel) comían en el salón y mi hijo enfermo lo hacía en La Cocina». Además, David asegura que el joven, que acaba de cumplir la mayoría de edad, todavía no ha recibido la felicitación de su madre. Eso sí, ante la nueva situación que se avecina, Flores asegura estar tranquilo y a la espera de recibir la notificación que le lleve, otra vez, a compartir sede judicial con la madre de sus hijos.
Una vida expuesta ante el odio
Por todo esto, no nos extraña que la gente haya decidido odiar al personaje de Rocío Carrasco. Estas son algunas de las razones principales. ¿Has leído ya la desagradable espera que está teniendo su hijo? El mensaje que quiere de su madre y que nunca llega, en exclusiva.
1. En su primera boda, Rocío Carrasco lució un look con el que se echó veinte años encima. Este postizo en el pelo en forma de recogido. Las uñas largas de gel. Las lentillas de colores en los ojos… Qué mareo con solo evocarlo.
2. La insoportable levedad del ser representaba Rocío Carrasco cuando era una adolescente y en la entrada del chalet de su madre le decía a los reporteros allí apostados: “Mi nombre es rocío, no Rociíto”. Ya entonces apuntaba maneras de que poco tenía que ofrecer.
